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Deus caritas est Encíclica Benedicto xVI 25 DICIEMBRE 2005. Dios es AMOR resumen de P. Joseba Segura. Dos claves del cristianismo. Nadie se hace cristiano en la discusión de ideas, sino en la experiencia de un acontecimiento, de un encuentro personal.
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Deus caritas est Encíclica Benedicto xVI 25 DICIEMBRE 2005 Dios es AMOR resumen de P. Joseba Segura
Dos claves del cristianismo Nadie se hace cristiano en la discusión de ideas, sino en la experiencia de un acontecimiento, de un encuentro personal. De un modo u otro, en ese encuentro se vive la experiencia de que Dios nos ha amado primero (1Jn 4,10). Por eso el amor, antes que un “mandamiento”, es respuesta al don recibido y experimentado.
Una encíclica en 2 partes “Deus Caritas Est” tiene dos partes claramente diferenciadas: • La primera reflexiona sobre el significado del amor cristiano y su relación con el “eros”. • La segunda presenta orientaciones para fortalecer en la comunidad cristiana la práctica del mandamiento del amor al prójimo. 1ª 2ª
PARTE PRIMERAEROS Y AMOR CRISTIANO Amor, una palabra usada y abusada, con múltiples significados. ¿Hay algo que unifica todos esos sentidos tan diversos, o con la misma palabra hablamos de realidades completamente diferentes? Los autores del NT para expresar el amor debían elegir entre varios términos griegos: “eros” (amor entre hombre y mujer); “philia” (amistad), desarrollado en el Evangelio de Juan; finalmente la palabra preferida fue “agapé”, hasta entonces poco utilizada.
¿Cristianismo enemigo del “eros”? A partir de la ilustración muchos autores valoran la novedad cristiana de forma negativa. Se acusa al cristianismo de considerar al “eros” malo, pecaminoso, de denigrarlo deseando destruirlo. Pero, ¿es realmente así? En el AT no se rechaza el “eros”; se combate su desviación, su absolutización, su divinización (cultos a la fertilidad, etc.) El “eros” ebrio e indisciplinado no eleva, sino que degrada y destruye. Necesita disciplina y purificación para enriquecer al ser humano.
Agapé: la novedad cristiana El amor cristiano descentra, invita a superar el egocentrismo y hacer espacio para la preocupación por el otro. En vez de buscar la embriaguez de la felicidad personal, ansía el bien del amado. Agapé aspira a ser “definitivo”: de ahí la exclusividad (sólo esta persona) y su carácter estable (para siempre). Este amor también es “éxtasis” pero no como arrebato momentáneo, sino como liberación del sí y salida permanente hacia el otro: “El que pretenda ganar su vida, la perderá (Lc17,33).
Eros y Agapé,¿opuestos o complementarios? A menudo se simplifica el antagonismo: • Eros sería: amor mundano, vehemente, posesivo. • Agapé: amor fundado en la fe, sereno, oblativo. En realidad ambas realidades nunca están completamente separadas. El “eros,” cuando no es pura exaltación corporal, se abre ordinariamente al “agapé”. Por otra parte, nadie tiene un amor puramente oblativo; también necesita recibir. En conclusión, el amor es una única realidad, con dos dimensiones complementarias.
Cristo, imagen unificada del amor El Dios del AT es pasión y es también entrega generosa. En Cristo la pasión por el ser humano lleva a Dios a entregar a su hijo, a salir a buscar la “oveja descarriada”, la humanidad doliente y extraviada. La cruz es la expresión más dramática de unidad entre pasión y entrega radical. A partir de ella, el “amor” debe ser redefinido.
Eucaristía: unidad del amor El sacramento eucarístico subraya la unidad entre la dimensión vertical y horizontal del amor: la unión con Cristo es inseparable de la apertura a la humanidad. La comunión nos hace salir de nosotros mismos, hacia Dios y hacia los hermanos. No hay amor a Dios sin amor al prójimo. No hay pasión por Dios sin pasión por el servicio. Esta unidad entre culto y compromiso explica por qué a la Eucaristía se le llama agapé.
Parábolas del amor descentrado Tres parábolas reflejan esa unidad entre fe y apertura a los que sufren: • El rico Epulón (Lc 16,19-31); • El Buen Samaritano ( Lc 10,25-37); • El Juicio Final (Mt 25,31-46). Amor a Dios y al prójimo se funden. En el más humilde encontramos a Jesús y Jesús es el único camino hacia Dios.
Amor a Dios y amor al prójimo La fe y el amor a Dios no son solo un sentimiento. Implican también, como toda relación humana, una voluntad de compromiso. La historia entre Dios y el ser humano es justamente una comunión de voluntad que crece en la relación, de modo que nuestros deseos se van identificando con los de Dios. En ese proceso la “ley de Dios” deja de ser algo extraño, impuesto, y se hace ,cada vez más, convicción y voluntad propia. De pronto, el abandono en Dios es fuente de una profunda alegría.
Una fe que potencia el amor al prójimo En Dios y con Dios es posible amar a la persona que no me agrada o que ni siquiera conozco. La comunión de voluntad con Dios puede lograr lo humanamente imposible: mirar a los demás con los ojos de Cristo y ofrecerle, más allá de apariencias o sentimientos egoístas, el reconocimiento de quien está en ante algo sagrado. Si en mi vida falta el contacto con Dios, no podré ver en el otro rasgos de su imagen divina. Y, al contrario: solo el servicio al prójimo purifica mi relación con Dios y la hace auténticamente cristiana.
CUESTIONARIO PARTE 1 • ¿Qué relación existe entre el enamoramiento entre un hombre y una mujer, y el amor cristiano? • ¿Qué piensas de la oposición entre “eros” y “agapé”, entre amor “posesivo” y “oblativo”? • El Papa dice que en el fondo solo existe un amor con diversas manifestaciones. Según esto, todo lo que se llama amor, ¿es verdaderamente amor? • Muchos siguen creyendo que es posible amar a Dios sin preocuparse por el prójimo. ¿Por qué crees que persiste esta fe tan extendida y tan poco cristiana?
PARTE SEGUNDALA IGLESIA, “COMUNIDAD DE AMOR” Decía San Agustín: “Ves la Trinidad si ves el amor”. El Padre, movido por el amor (Jn3,16) envía a su Hijo para redimir la humanidad. Este, cumpliendo la voluntad del Padre, “entregó el Espíritu” (Jn19,30). Tras la resurrección, ese Espíritu armoniza nuestros corazones con los de Cristo y nos mueve a amar como El nos ha amado. El Espíritu actúa en cada creyente y en la comunidad eclesial. Toda la actividad de la Iglesia tiene solo un sentido: expresar un amor que busca el bien integral del ser humano.
La Caridad, tarea de la Iglesia El mandato del amor es tarea para cada creyente pero también para el conjunto de la comunidad. Para que poner en práctica el amor se necesita organización, es decir ordenar este servicio comunitario. En los Hch 2,42 se enumeran los elementos constitutivos de la Iglesia primitiva: adhesión a “las enseñanzas de los apóstoles”, a la “koinonia” (comunión), a la “fracción del pan”, y a la “oración.” En los v. 44-45 se concreta el significado de la koinonia: “vivían todos unidos y lo tenían todo en común.”
El servicio a la caridad se consolida En Hch 6,1-6 se nos narra el origen del ministerio diaconal. Un grupo de “varones” se encargarían de atender a las viudas. Pero estas personas no eran “técnicas” sino creyentes llenos de Espíritu y de sabiduría. Así el ejercicio de la Caridad se confirmó como uno de los 3 ámbitos esenciales de la misión de la Iglesia, junto con el anuncio de la Palabra y la vida sacramental. No se puede descuidar el servicio a la caridad, como no se pueden omitir los Sacramentos ni la Palabra.
Juliano el Apóstata: + 363 El caso de Juliano el Apóstata es significativo: intentó restaurar el paganismo, reformándolo incorporando algunos elementos del cristianismo, entre otros la estructura ministerial católica. Pero el punto esencial de la reforma era dotar a la nueva religión de un sistema paralelo al de la caridad de la Iglesia. Esta característica había hecho a “los Galileos” muy populares entre el pueblo. Así el emperador confirma la importancia de la caridad en la práctica de la primitiva Iglesia.
Caritas “ad intra” y “ad extra” La caridad supera los confines de la comunidad. La parábola del Buen Samaritano expresa la universalidad del amor que se dirige al necesitado encontrado por casualidad, quienquiera que sea. Salvada esta exigencia, también se da otra específicamente eclesial, expresión de nuestra responsabilidad para con los miembros de la familia de Dios. Ningún hermano debe sufrir necesidad. En palabras de Gálatas: “Hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe” (6,10).
Justicia y Caridad La objeción desde el pensamiento marxista: “los pobres no necesitan caridad, sino justicia.” Lo importante es crear un orden social justo. No le falta algo de verdad. El Estado tiene como misión la creación de ese orden social justo. A la Iglesia le ha costado percibir la importancia de esta tarea, aunque en el último siglo la conciencia cristiana ha evolucionado mucho.
La justicia, tarea de la política El orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política. La construcción de la justicia aquí y ahora es un problema que concierne a la razón práctica, que debe ser purificada constantemente. Aquí es donde fe y política se encuentran. Y esta es la función de la DSI: contribuir a la purificación de la razón, aportando inspiración para que lo que es justo, aquí y ahora, pueda ser reconocido e implementado.
Iglesia y justicia En ámbito temporal, la Iglesia contribuye ayudando a purificar la razón y formando éticamente las conciencias. No es su responsabilidad directa construir la sociedad más justa posible. No puede ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede quedarse al margen de la lucha por la justicia. Contribuye a la argumentación racional y despertando necesarias fuerzas espirituales para que prospere la justicia. Específicamente lo hace formando las conciencias políticas, clarificando las exigencias de la justicia y motivando el deseo de actuar conforme a ellas.
Amor que será siempre necesario El amor será necesario incluso en la sociedad más justa. Siempre habrá soledad, siempre habrá sufrimiento, siempre habrá situaciones en la que el amor cercano de otro ser humano será indispensable. Todos necesitamos entrañable atención personal. La afirmación según la cual unas estructuras justas harían innecesaria la caridad, esconde una concepción materialista del hombre, el prejuicio de que puede vivir “solo de pan” (Mt4,4).
Acción social de la Iglesia El deber inmediato de actuar a favor de un orden justo es propio de los fieles laicos. La caridad debe animar este compromiso político y ser vivida como “caridad social”. Sin embargo la Iglesia, como tal, no puede renunciar a tener acción social específica. Esta acción eclesial en sus múltiples manifestaciones, le compete directamente, y es algo que corresponde a su naturaleza.
Rasgos de la acción social eclesial Es muy importante que la acción eclesial mantenga su identidad específica y no se diluya en actividad asistencial genérica. Señalamos algunos rasgos: El actuar de la Iglesia es ante todo respuesta a una necesidad inmediata: saciar al hambriento, vestir al desnudo, visitar al preso… Caritas y el resto de organismos, deben ser siempre competentes. Pero eso no es suficiente. Debemos tratar a la gente con humanidad. Y esto requiere una “formación del corazón”, un encuentro con Cristo que haga que el amor al prójimo no sea una obligación sino una respuesta a la gracia recibida en la fe. 1
Rasgos de la acción social eclesial La actividad social cristiana ha de ser independiente de partidos e ideologías. Es concreción aquí y ahora de lo que el ser humano siempre necesita. No se puede buscar la sociedad humana sacrificando al ser humano concreto o renunciando estratégicamente a comportarse de manera humana. El programa del cristiano es “un corazón que ve,” que ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia. 2
Rasgos de la acción social eclesial La caridad no puede ser un medio para el proselitismo. El amor es gratuito. Pero ello no significa que en la acción caritativa se deba dejar de lado a Dios y a Cristo. Queremos servir al ser humano en toda su integridad. El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar, dejando que hable sólo el amor. Sabe que la mejor defensa de Dios y del ser humano es, precisamente, la práctica del amor. 3
Responsables de la acción caritativa • El sujeto de la acción caritativa y social es la Iglesia misma en sus distintos niveles: parroquias, Iglesias locales e Iglesia Universal. • Desde la Santa Sede, “Cor unum” tiene la responsabilidad de orientar y coordinar esta actividad a nivel universal. • Los obispos a nivel de iglesias locales tienen la responsabilidad de cumplir hoy el programa expuesto en Hch2,42-44 (el Papa desarrolla este punto refiriéndose al rito de la ordenación episcopal, al Código de Derecho Canónico y al Directorio para el ministerio pastoral de los obispos).
Orientaciones para los colaboradores (1) • Colaboradores no inspirados en ideologías, sino en la fe que actúa por amor (Ga5,6) y en la fuente de ese amor 2Cor5,14: “Nos apremia el amor de Cristo.” • Respetando la especificidad del servicio que Cristo pidió a sus discípulos (1Cor13,3): “Ya puedo repartir en limosnas todo lo que tengo y aún dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.” Solo si me doy a mi mismo, mi don no humilla al otro. • Aspirando a un modo de servir que hace humilde al que sirve. Cristo ocupó el último puesto. Ayudar no es mérito, es gracia. Nosotros no somos más que un instrumento en las manos del Señor. Saber esto nos libera de la presunción de creer que podemos mejorar el mundo -algo siempre necesario- en primera persona y nosotros solos.
Orientaciones para los colaboradores (2) • La experiencia de inmensas necesidades puede inclinarnos hacia ideologías que prometen la solución universal de todos los problemas. O tal vez nos lleve al escepticismo de pensar que nada se puede hacer. Cristo nos ayuda a encontrar el camino recto, evitando la soberbia y la resignación. • Ha llegado el momento de reafirmar la importancia de la oración ante el activismo y el secularismo de muchos cristianos en el servicio caritativo. Quien reza, lejos de desperdiciar su tiempo, ha encontrado una fuente inagotable de la dedicación eficaz al prójimo.
Fe, Esperanza y Caridad Fe, esperanza y caridad, las 3 virtudes teologales están unidas: • La esperanza se relaciona con la virtud de la paciencia y con la humildad que se fía de Dios incluso en la oscuridad. • La fe transforma nuestras dudas en la esperanza segura de que, parezca lo que parezca, el mundo está en manos de Dios y al final Él va a vencer. Y la fe en el amor de Dios, suscita el amor en nosotros. • El amor es una luz (en el fondo la única luz) que ilumina constantemente el mundo oscuro. El amor es posible: hemos sido creados por el y para él. Vivir el amor y así llevar la luz de Dios al mundo: esta es la invitación de la Encíclica.
CUESTIONARIO PARTE 2 • Muchos creyentes piensan que “la misión de la Iglesia es transmitir la fe y vivir los Sacramentos. Lo demás sería secundario.” ¿Por qué está tan extendida esta manera de entender el cristianismo? • La encíclica afirma que la acción caritativa de la Iglesia debe ser “organizada”. Señalar algunas consecuencias de esta afirmación para nuestras organizaciones. • Benedicto XVI afirma que la Iglesia no puede renunciar a tener obras sociales específicas. Pero, cuanto más obras sociales, ¿tanto mejor? Definir criterios para discernir tipo de obras y dimensión de las mismas. • Respecto a los criterios señalados, ¿cómo está la situación de las PS-Caritas diocesanas en Ecuador? • La acción social de la Iglesia no puede ser como la de cualquier otra ONG. De los rasgos distintivos que se apuntan en la Encíclica, ¿cuáles es más urgente fortalecer en nuestras PS-Caritas?