1 / 21

Representación humana en el arte

Representación humana en el arte. NM2 (2° medio) Artes Visuales La representación humana en las obras de arte. Primeras representaciones humanas. Banda de cazadores. Pintura sobre roca, KwaZulu-Natal, Sudáfrica.

ofira
Download Presentation

Representación humana en el arte

An Image/Link below is provided (as is) to download presentation Download Policy: Content on the Website is provided to you AS IS for your information and personal use and may not be sold / licensed / shared on other websites without getting consent from its author. Content is provided to you AS IS for your information and personal use only. Download presentation by click this link. While downloading, if for some reason you are not able to download a presentation, the publisher may have deleted the file from their server. During download, if you can't get a presentation, the file might be deleted by the publisher.

E N D

Presentation Transcript


  1. Representación humana en el arte NM2 (2° medio) Artes Visuales La representación humana en las obras de arte

  2. Primeras representaciones humanas Banda de cazadores. Pintura sobre roca, KwaZulu-Natal, Sudáfrica. Entre las primeras representaciones del hombre se cuentan las figuras lineales de las pinturas de las cuevas prehistóricas, diagramas esquemáticos del físico humano, como las que todavía encontramos en el arte bosquimano de África del Sur y, en todas partes, en los dibujos de los niños. “Mujeres que danzan”, pintura de la roca de KwaZulu-Natal, Sudáfrica. El dibujo muestra a mujeres portando algunas prendas tradicionales de las tribus africanas de esta zona: delantales de cuero y pulseras de cáscara de avestruz en la rodilla.

  3. Representaciones egipcias La pintura egipcia, como se muestra en estos tres relieves, pese a la sensación de movimiento de sus figuras, busca establecer un máximo control sobre la representación del cuerpo humano, estableciendo un cánon rígido que prohibía incorporar cambios en el diseño físico de las imágenes. Los egipcios introdujeron en sus representaciones, esencialmente lineales, una sensación de movimiento al presentar el cuerpo a la vez de frente y de perfil. Tanto la pintura como la escultura y la momificación funeraria egipcia, tenían el sentido de preservar la imagen del difunto y sus posesiones para que su alma pudiera pervivir para siempre. Imagen de la reina Nefertari (a la izquierda) junto a la diosa Hathor. Pintura mural de la tumba de Nefertari en el Valle de las Reinas. Obsérvese las dos manos izquierdas de la reina.

  4. Escultura griega preclásica La escultura griega arcaica mostró una rigidez y una estilización similares a la egipcia, pero la figura griega clásica evolucionó a partir de los originariamente rígidos e impersonales kouroi. Atletas (Kuros) preclásico (M. de Atenas). Evoca modelos egipcios. Rigidez en la anatomía, avanzando una pierna y con los puños pegados a los muslos. Muchacha (Kore) preclásica (M. de Atenas). Conserva restos de la policromía y van siempre vestidas, señalando el avance en el dominio de la anatomía.

  5. Escultura griega clásica, anatomía en acción A mediados de siglo V a.C., en tiempos de Pericles, se concreta el clasicismo griego, gracias a la obra de tres grandes escultores: Mirón, Policleto y Fidias. Mirón es particularmente recordado por su Discóbolo, en el que triunfa el estudio de la anatomía en acción y en el que, conforme a los principios de la inmutabilidad clásica, el esfuerzo físico no afecta a al serenidad expresiva del rostro. Título: Discóbolo, 450 a.C. Autor: Mirón Museo de las Termas de Roma

  6. Escultura griega clásica, concepto de belleza Luego, con Policleto y el dominio de la fundición en bronce, encontramos por primera vez el concepto de la belleza basada en el idealismo de las proporciones del cuerpo humano. Policleto es recordado por dos famosas esculturas, el Doríforo, portador de una lanza, y el Diadúmenos, poniéndose la diadema del triunfo. Ambas esculturas, como la mayor parte de las obras griegas, las conocemos a través de copias romanas. Título: Doriforo, 440 – 30 a.C. Autor: Policleto Museo Arqueológico de Nápoles Características: mármol, 212 cm. altura Título: Diadúmeno, 430 – 20 a.C. Autor: Policleto Museo Nacional de Atenas Características: mármol

  7. Representación humana en Roma En el primer milenio del cristianismo, la reacción ante la celebración pagana de la forma física significó que el cuerpo volvía a convertirse en una cifra, en una frágil cáscara mortal cuyo elemento esencial, el alma, pronto escaparía hacia la auténtica realidad de la vida después de la muerte. Cuando, tras un prolongado periodo de distanciamiento y zozobra, los artistas europeos empezaron a centrar de nuevo su atención en el cuerpo, no impulsaron al principio un resurgir del ideal griego, sino que, con un criterio mucho menos lisonjero, reprodujeron unas figuras humanas normales, incluso con sus defectos. Detalle de un mosaico romano mostrando escenas de baile. Estatua de Augusto

  8. El retrato romano Capítulo esencial de la escultura romana es el referente al arte del retrato, pues partiendo de las caracterizaciones individualizadas del periodo de la República, se alcanza el idealismo de los retratos imperiales de los siglos I y II d.C., en sus tres versiones de imagen: togata, es decir, como patricio; thoracata, con la indumentaria militar, o apoteósica, desnudo como una divinidad. Busto, de Mérida, (M. De Mérida). S. I d.C. Retrato de un realismo que tiende a la caracterización. “Cabeza colosal de Constantino”, h. 315 d. C. Autor: anónimo En la actualidad, esta gigantesca cabeza del emperador romano, tallada en un trozo de mármol de 216 cm. de altura, se encuentra en el Palacio de los Conservadores de Roma.

  9. Del Medioevo al Renacimiento “Joven dama”, 1505. Para esta época, el estilo de Durero muestra las influencias del color y la calidez que ha recibido en Venecia de pintores como Bellini. En este retrato resaltan la sensualidad, el idealismo y un nuevo manejo de la luz, que el artista ha aprendido. La transición del arte medieval al del Renacimiento queda reflejada en la evolución de Durero. Uno de sus dibujos primerizos, fechado en 1493 y que representa una robusta muchacha campesina, es perfectamente creíble. “Desnudo femenino”, h. 1493. Autor: Alberto Durero El realismo y la naturalidad son las notas más destacables en este dibujo, que no resiste comparación con los dibujos posteriores del artista, tras su viaje a Italia y su contacto con el ideal del cuerpo clásico. Trece años después, en Italia, otros estudios – uno en cada cara del papel– ilustran una concepción distinta de la mujer. En uno de ellos, se ha trazado una armadura geométrica dentro de la figura. La segunda imagen, más trabajada y basada en estas proporciones calculadas, se convierte en un compromiso encantador entre lo real y lo ideal.

  10. Durero y el ritual de la unión mística Durero también da cuenta del ritual y la ceremonia que ha presidido la unión mística de macho y hembra de la que arranca toda vida y que en el arte cristiano es representado por la historia de Adán y Eva. Precisamente ese es el nombre de una de sus obras más famosas que data de 1507. Adán y Eva, como la unión de la pareja terrenal, obtiene con Durero una factura clásicamente perfecta en la belleza de los cuerpos y serena a pesar de la presencia de la serpiente. Las elegantes y esbeltas figuras de Durero se remontan a una interpretación clásica del cuerpo humano como un módulo de proporción, que podría relacionarse geométricamente con las formas básicas del cuadrado y del círculo.

  11. Jan Van Eyck, Los esposos Arnolfini Antes que Durero, en la pintura flamenca de Jan Van Eyck, Adán y Eva como modelo de la unión de cualquier pareja, quedan traducidos a términos burgueses en el célebre cuadro Los esposos Arnolfini (1434). Aunque decorosamente vestida, la pareja está rodeada por los atributos de un paraíso terrenal, inventariado en un decorado doméstico amorosamente detallado, lucidamente definido por la incidencia de la luz, los testigos que se reflejan en el espejo y por las simetrías exquisitas de la estructura de la obra.

  12. El David de Miguel Ángel Con el David (1501-1504) de Miguel Ángel Buonarroti, el arte occidental encuentra el paradigma del tema de la figura humana. Fruto del redescubrimiento renacentista de la creencia griega que asociaba la perfección del espíritu con la perfección física, esta colosal escultura de casi 4 metros de altura, fue diseñada para la plaza de la Signoria de Florencia. El David representa al joven pastor judío que se apresta a salvar a su pueblo dando muerte al gigante Goliat, usando para ello una piedra y una honda. La postura es relajada, con el torso bellamente esculpido, la honda reposando sobre el hombro, mientras sobre el muslo descansa la mano derecha que sostiene la piedra, tallada, al igual que la cabeza, agresivamente a mayor escala que el resto del cuerpo. El desnudo heroico, su tensión y su mirada llena de provocación reflejan el sentimiento del artista hacia la gloria física del cuerpo y el valor masculino.

  13. Rafael Sanzio, figura humana y desnudo En la cultura humanista de Occidente, el desnudo asume un significado esencial en el arte. Una de las obras representativas de esta variación de la representación de la figura humana la encontramos en Las tres Gracias (1504-1505), de Rafael Sanzio. Estudio sobre el cuerpo femenino desde tres ángulos diferentes, Las tres Gracias fue pintado en tiempos en que todavía no estaba permitido pintar mujeres desnudas al natural. Sin embargo, muestra una confiada asimilación de modelos clásicos en un imagen idealizada, pero sensual y de gran perfección física.

  14. Tintoretto, desnudos voluptuosos La delicadeza de la obra de Rafael, dista mucho de la voluptuosa y madura radiación que Tintoretto infundiría, más adelante en el mismo siglo XVI, en Susana y los viejos (1550), un tema abiertamente erótico en el que nosotros, los espectadores, nos hallamos implicados al espiar junto con los ancianos la desnudez de Susana. Por la exuberancia de sus carnes, el desnudo de Tintoretto no se ajusta a la proporción clásica, pero, con todo, está idealizado.

  15. Rembrandt, la vulnerable condición humana La tendencia voluptuosa de Tintoretto, parece disminuir si avanzamos hacia el Norte, ya que la fascinación por la realidad de la carne con todas sus imperfecciones va en aumento desde Umbría (Rafael) a Venecia (Tintoretto) para llegar a Holanda y alcanzar al gran maestro de lo no ideal, Rembrandt. Betsabé, de Rembrandt, sugiere como tal vez ningún otro desnudo de la historia del arte, lo vulnerable de la condición humana a partir de la contemplación de un cuerpo, no necesariamente femenino. Es una imagen ciertamente erótica, pero que repudia al espectador voyeur y reclama amor más que lascivia. Este desnudo está muy lejos de ser un objeto sexual.

  16. Rubens, el desnudo como objeto Los pintores decorativos del Barroco del s. XVII, sobre todo Rubens, están expuestos a la acusación de presentar principalmente mujeres como objetos de deseo masculino, pero la exuberancia física de las doradas amazonas de Rubens parece más bien un resultado natural de la inagotable energía de su estilo. Título: El juicio de Paris, 1635 - 38. Autor: Peter Pauls Rubens Museo: Galería Nacional de Londres Características: óleo en madera

  17. Courbet, desnudo como alegoría de lo moderno En gran parte del arte académico del XIX las referencias clásicas se convierten en poco más que un halo de respetabilidad que se superpone al erotismo de las ninfas. Gustav Courbet, archienemigo del clasicismo académico, utilizó el desnudo más directamente como foco de su alegoría de la vida moderna en El estudio del artista, un foco radiante en el centro de la tela.

  18. Revolución contra el arte figurativo Sólo con la revolución contra el arte figurativo, pareció que el desnudo perdía su categoría como centro del mundo. Desintegrado primero por Picasso, que experimenta plenamente con la luz, la forma y la línea en Desnudo Femenino en un sillón, logrando reconciliar la representación no literal con una voluptuosa insinuación de la opulencia corporal, el desnudo se convirtió en manos de Umberto Boccioni en una colección de planos que se movían a través del espacio y llegó a la abstracción en un estudio de cilindros puros por obra de Constantin Brancusi. “Mujeres arreglándose”, 1956 Pablo Picasso Óleo sobre lienzo Musée Picasso, París

  19. Representación abstracta de la figura humana En El bebedor, consigue la sensación de volumen mediante el color, y emplea el amarillo que se va modificando dándonos unas tonalidades marrones. Cuando miramos el rostro del Bebedor percibimos un sentimiento de melancolía que se expresa en su postura inclinada y en sus ojos cerrados. Brancusi accede hacia una escultura de mayor estilización formal y volumétrica con El beso, acercándose a las formas puras e impersonales gracias a la eliminación de lo accesorio. Título: El bebedor Autor: Umberto Boccioni Pinacoteca de Brera Características: óleo sobre lienzo Título: El beso, 1908 Autor: Constantin Brancusi

  20. Diosas negras en la pintura de Willem de Kooning A partir del informe tumulto de la pintura de acción (action painting), en la década de 1950 surgieron, abriéndose paso a la fuerza para hacer acto de feroz presencia, aquellas hembras elementales, vitales como figuras neolíticas de la fertilidad, pintadas por Willem de Kooning. De esta obra dijo su autor: "(Woman I) hizo algo por mí: eliminó la composición, el orden, las relaciones, la luz, toda esa charla absurda sobre la línea, el color y la forma...". Título: Woman I, 1950 – 52 Autor: Willem de Kooning Museo de Arte Moderno de Nueva York Características: óleo sobre lienzo

  21. Fuentes utilizadas para esta presentación • www.artehistoria.com • José María de Azcárate Ristori et al.: Historia del Arte, Grupo Anaya S.A., 1990. • Nueva enciclopedia temática Planeta, Volumen “Arte y filosofía”, Editorial Planeta, 1992.

More Related