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EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL PARQUE DE LA TACONERA

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL PARQUE DE LA TACONERA. Información para el profesor. De la Prehistoria a la Historia.

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EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL PARQUE DE LA TACONERA

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  1. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL PARQUE DE LA TACONERA Información para el profesor

  2. De la Prehistoria a la Historia Desde sus orígenes Pamplona muestra una decidida voluntad de ejercer su hegemonía sobre el territorio circundante. El emplazamiento sobre el Arga, estratégico, aparece ocupado desde los primeros tiempos. La romanización echa raíces en el siglo I antes de Cristo, cuando la ciudad romana se instala sobre el primitivo poblado vascón. Aquí, en el 75 antes de Cristo el general Pompeyo establece un campamento que, con el tiempo, sería Pamplona, "la ciudad de Pompeyo". La cristianización del territorio y la presencia cultural de Roma propiciarán la consolidación de Pamplona como capital política y religiosa. Excavaciones en torno a la catedral han puesto de manifiesto la existencia de una ciudad desarrollada y dotada de servicios. Navarra en general, y de manera especial Pamplona, en los siglos VI y VII fueron un constante objetivo militar para la monarquía visigoda, que trató de controlar, con escaso éxito, el territorio.

  3. Las tropas musulmanas llegaron temprano a Pamplona, en el año 714, aunque su presencia fue efímera, ya que prefirieron arraigar en la Ribera, particularmente en la comarca de Tudela, donde los musulmanes permanecieron durante 400 años, concretamente hasta 1119. Carlomagno, dentro de su política de expansión territorial, a la vuelta de una expedición a la Zaragoza musulmana, ocupó Pamplona y destruyó sus murallas en el año 778. Inmediatamente después, en Roncesvalles, cuando estaba a punto de abandonar la tierra de los vascones, sufrió una clamorosa derrota que frustró su proyecto de constituir una zona de influencia carolingia en el valle del Ebro, similar a la Marca Hispánica de Cataluña.

  4. Reino de Pamplona Tras los episodios visigodos, musulmanes y carolingios, en la segunda mitad del siglo IX la ciudad se afianza en el emergente núcleo cristiano, que al igual que en Aragón y Asturias, se configura como elemento de oposición frente al Islam instalado en el territorio de la monarquía visigoda. La dinastía Jimena, en el siglo X, vertebra este movimiento social y político y da lugar al Reino de Pamplona, así llamado originariamente y que así se llamará en los dos siglos siguientes, hasta que en 1164 tomó el título de Reino de Navarra. Con este cambio de denominación se pretendía subrayar la soberanía del territorio, del conjunto de Navarra, y marcar distancias frente a la corona de Castilla, a la que en algún momento los monarcas navarros habían prestado vasallaje. En la Pamplona medieval predomina la autoridad del obispo, en tanto que el monarca tiene una corte itinerante, como es habitual en esta época. De hecho durante más de 300 años, de finales del siglo X hasta 1323, permanecerá bajo la autoridad del obispo. Mientras tanto, el rey vive a compás de las coyunturas militares y políticas, y establece su corte itinerante en otras poblaciones del reino antes que en Pamplona, donde aunque también tiene palacio no se encuentra cómodo, pues su jurisdicción puede entrar en colisión con la episcopal.

  5. Pamplona unida: 1423 La Pamplona medieval no es una, sino tres. Aquí existen, a duras penas, tres núcleos urbanos diferenciados jurídica y socialmente. Cada uno de ellos tiene sus propias autoridades municipales, sus ordenanzas y sus murallas. El primitivo poblado vascón, llamado Iruña, después romanizado, alberga a los navarros, a los pobladores autóctonos; es el barrio de la Navarrería. En el burgo de San Cernin —San Saturnino, en castellano— se ha establecido el influyente grupo de francos, burgueses, comerciantes, en buena parte procedentes de Francia de donde han traído su lengua y sus devociones. La población de San Nicolás constituye el tercer núcleo urbano de Pamplona, con una sociedad más heterogénea en su procedencia y condición social, que actuará como fermento de la futura Pamplona. La división en burgos se mantendrá a lo largo de los siglos XIII y XIV, con su secuela de conflictos y violencia que frena el desarrollo de la ciudad. La tensión alcanza su mayor intensidad en 1276, por la llegada de una dinastía extranjera al trono navarro, los Capetos, reyes de Francia y las tropas francesas asaltan el barrio de la Navarrería, matan a sus habitantes y arrasan las propiedades. El obispo, que ha padecido con especial virulencia el saqueo, pierde su tradicional hegemonía sobre la ciudad, que pasará definitivamente bajo control del monarca.

  6. La llegada de la casa de Evreux al trono de Navarra en 1328 abre una época de consolidación política y de desarrollo económico y cultural. Carlos III el Noble, pone fin a la secular división de los tres barrios pamploneses en 1423 al decretar su unión bajo una sola autoridad municipal y bajo el mismo escudo heráldico. Al fin la ciudad supera sus enfrentamientos fratricidas e inicia un periodo de desarrollo del que da testimonio el conjunto arquitectónico de la Catedral, en el que destacan el claustro del gótico final y el soberbio sepulcro, esculpido por artistas borgoñones, en el que reposan Carlos III el Noble y su esposa Leonor de Castilla.

  7. Ciudad fronteriza La crisis política que sacude Navarra durante el siglo XV, condensada en la guerra civil que encarnizadamente mantienen agramonteses y beaumonteses, incide directamente en la capital del Reino. Esta coyuntura de extrema debilidad y de caos social es aprovechada por Castilla para invadir Navarra y poner sitio a la capital. Al rendirse Pamplona en 1512 se rinde el Reino; y sus reyes —Juan de Albret y Catalina de Foix— se han de refugiar en sus señoríos del otro lado de los Pirineos, en territorio francés, donde suspirarán y conspirarán por una restauración que no llegará. Lo intentaron más de una vez, la última en 1521, cuando pusieron cerco a Pamplona. Aquí, al servicio del virrey castellano, combatía Ignacio de Loyola que resultará herido en el lugar donde hoy se levanta una capilla en su honor, cerca del Palacio de Navarra. A partir de este revés el noble guipuzcoano cambiará su vida, dejará las armas y creará un ejército espiritual, la Compañía de Jesús. Inmediatamente se le unirá Francisco de Javier, un noble navarro, estudiante en la Universidad de París, cuya familia paradójicamente había militado al lado de los reyes navarros del exilio y, por consiguiente, frente al bando en el que había luchado Ignacio de Loyola.

  8. Tras la conquista de Castilla, la capital del Reino adquiere un nuevo valor estratégico como plaza fortificada frente a la permanente amenaza de invasión del monarca francés, el entonces enemigo pertinaz de la corona castellana. Importantes obras de fortificación se sucederán a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII con el propósito de convertir la ciudad en un bastión infranqueable frente al temido ataque del otro lado de la frontera pirenaica. Pero Pamplona no se agotará en esta función militar y desarrollará su vocación de capitalidad política y espiritual. Aquí se congregarán las instituciones políticas, entre las que ocupará el primer lugar el Virrey, que había sustituido a los monarcas autóctonos, y junto al cual actúan el Consejo de Navarra, suprema instancia judicial del Reino; la Cámara de Comptos, que ejerce de tribunal de cuentas; y la Diputación del Reino, con funciones ejecutivas emanadas de las Cortes de Navarra. Las Cortes se reunirán con frecuencia en la capital del Reino a lo largo de su dilatada existencia, que en se prolongará hasta 1828.

  9. La nueva ciudad Pamplona permanecerá encerrada en sus murallas hasta los inicios del siglo XX. La población vivirá constreñida, reducida a un espacio cada vez más angosto que le impedirá afrontar los retos de una sociedad que comienza a abandonar las formas de vida y de trabajo del Antiguo Régimen. Al fin, en 1905, las murallas comienzan a caer, desde la Taconera al Labrit, para permitir el crecimiento ordenado hacia el Sur. Así surgió el Segundo Ensanche —el primero, una tímida expansión urbanística en torno a la Ciudadela, se había producido en 1888—. Desde la Plaza del Castillo hacia el Sur se abrieron nuevas calles, planteadas con un esquema riguroso, a la manera del aplicado por Cerdá en el Ensanche de Barcelona. A mediados del siglo XX, con el inicio de la industrialización, surgen o se reactivan en torno a la población histórica barrios destinados a recoger a los inmigrantes llegados en su mayoría del entorno rural. Es el caso de la Chantrea, al pie de la ciudad, al otro lado del río; de la Rochapea y de San Jorge, cerca de la estación de ferrocarril; y de la Milagrosa, en el flanco Sur. La ampliación del término municipal culminó en 1998 con la incorporación de Mendillorri, una moderna zona residencial, y la trama urbana se expande actualmente en nuevas urbanizaciones, como Ezcaba y Buztintxuri.

  10. Al mismo tiempo que la ciudad se desarrolla en la segunda mitad del siglo XX, los pequeños municipios del entorno, hasta entonces dedicados al campo, súbitamente se transforman en lugar de residencia de la nueva población industrial. Así sucedió, por ejemplo, en Noain, Cizur, Barañáin, Ansoain, Berriozar, Burlada y Villava. En la actualidad Pamplona, superada la transición a la sociedad industrial, se presenta como una ciudad de tamaño medio, equilibrada. Muestra un crecimiento contenido, reparte su actividad entre la industria y los servicios, goza de singular prestigio en los campos de la sanidad y de la educación, y crece en sintonía con unas pautas urbanísticas ejemplares.

  11. La Taconera Cuando en el siglo XII se crea el burgo de San Cernin y el de San Nicolás, aquellos campos aislados se ven invadidos por edificaciones y murallas, y los terrenos que rodean ambos burgos son bautizados con el nombre de la Taconera. En el poema de Aneliers (1276) se nombra ya y comprendía los actuales jardines del mismo nombre, calle de las Navas de Tolosa, Ensanche Viejo, Paseo de Sarasate y terrenos próximos de su parte sur. En cuanto a la etimología, la palabra Taconera quiere decir en euskara de las puertas hacia fuera o hacia allí. La palabra se compone de ateak -puertas-, en -de- y arat -hacia allí, fuera-. Mientras existieron las murallas medievales, era un campo áspero, cubierto de matas y hierbas. A finales del siglo XVI se derribaron las viejas murallas, desde la Plaza del Castillo hasta San Lorenzo, rellenándose a su vez los fosos, y durante el siglo XVII se fue configurando el parque de la Taconera y fue entonces cuando el Ayuntamiento pensó en transformarlo en parque.

  12. Monumentos en la Taconera

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