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las mejores peluquerias

¿Cuántas veces hemos pronunciado esta frase en nuestra vida? ¿Y cuál es el primer pensamiento que nos viene cuando la pronunciamos? ¿Obligación, cumplimiento con un hábito, aventura, sorpresa, placer, estar entre amigos?

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Presentation Transcript


  1. Me voy a la peluquería ¿Cuántas veces hemos pronunciado esta frase en nuestra vida? ¿Y cuál es el primer pensamiento que nos viene cuando la pronunciamos? ¿Obligación, cumplimiento con un hábito, aventura, sorpresa, placer, estar entre amigos? Todos deberíamos llegar a un centro de peluquería anunciando contentos: “me he dado una hora y vengo a relajarme, a que me dejéis lo máximo de guapo o guapa y salir contento”. Y en muchos centros de peluquería, esto es posible. Por lo que es importante pedir opiniones a los amigos de su experiencia a la hora de cortarse el pelo, para probar y probar hasta dar con el centro que se adapte mejor al carácter de cada uno. La intimidad de la peluquería Nada más entrar, es bueno dejarse relajar con los aromas a champú y cremas naturales que acostumbran a impregnar muchos centros. Los sonidos amistosos, de atención entre personas, de agua, secadores, invitan también al relax. El hecho de dejar el abrigo, la prenda exterior, y colocarse una bata invita a olvidarse del mundo del que uno llega y a adentrarse en un universo corporal vinculado al placer y alejado del pensamiento. Como muchos técnicos orientales, la peluquería invita también a dejar los pensamientos fuera. Envolverse en toallas que huelen a limpio es el siguiente paso placentero. Apoyarse rodeados de mullido algodón y poner la cabeza, clave de nuestras vidas, en manos de un profesional que va a lavarla y mimarla, es un acto de confianza, de pérdida de control, que nos remite a épocas infantiles en que se cuidaban de nuestros lavados. Es un buen momento para cerrar los ojos y sentir, sentir, sentir. El cabello lavado parece haber expulsado los restos que pudieran quedar de las obligaciones y preocupaciones del día y nos lleva, envuelto en toalla, a una nueva etapa en nuestro tiempo íntimo en la peluquería. Frente a frente en la peluquería Ahora nos sentamos frente a frente ante el espejo y nos miramos. La bata oculta nuestra ropa, pañuelos, aquello que nos viste y contribuye a crear la imagen de nosotros mismos. Vemos nuestra cara y nuestro pelo mojado que cae, sin gracia, con sus meses de crecimiento, sus puntas abiertas, su corte olvidado. Es otro gran momento: mirarnos, reconocernos. Ahora somos nosotros con nosotros mismos, nada más. Inmediatamente después, nos interesamos por saber qué va a hacer el peluquero de nuestro cabello. Se lo mira, lo toca, y empieza el turno de preguntas. No es lo mismo ir a la peluquería en invierno que en primavera, verano u otoño, porque no nos sentimos igual y porque cada estación tiene sus propias “leyes”. Así que para el peluquero o la peluquera es importante conocer nuestros deseos y necesidades: si nos sentimos preparados para un nuevo corte o preferimos mantenernos en nuestro estilo habitual, si vamos a tener tiempo para secarlo y moldearlo o es el momento de un corte práctico que no necesite marcar. Si hemos visto algún peinado que nos inspire, si deseamos protegernos frente al frío o evitar el calor.

  2. También es el momento de las sugerencias. Muchas veces no pensamos en ideas o soluciones que la peluquería realiza cada día y que pueden ser buenas para nosotros. Tratamientos de hidratación, mechas de color, manicura, liftings…, un buen centro de peluquería está siempre atento a las necesidades de la piel y el cabello en cada temporada. Artística peluquería El inicio del corte del cabello es el momento mágico de la visita a la peluquería. Ver cómo el profesional, después de estudiarlo, empieza a sujetarlo y cortarlo en distintas direcciones, cómo va cayendo el extremo maltrecho y la lacia caída empieza a adquirir ondas, dinamismo. Por más que uno trata de imaginar en este momento cómo quedará al final del proceso, es imposible. Una pieza de creación es siempre un montón de caos, de piezas sueltas hasta que se consigue el equilibrio final y se completa. Un cuadro no es más que pinceladas sueltas hasta que expone su imagen en su totalidad. ¡Y no hablemos de una pieza de música! Nuestro cabello es en estos momentos una serie de mechones en desorden, de diferentes largos, que sólo el peluquero ve en su conjunto tal y como quedará. El secado completa el proceso con la caricia del aire caliente en la cabeza y en el pelo. El nuevo corte ya empieza a asomar y con él, la imagen de una misma a la que estamos acostumbrados, renovada.¡Gracias, peluquería! Si te ha gustado este artículo, visítanos en: http://www.peluqueriasbcn.com

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