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El segundo imperio El imperio de MAXIMILIANO
Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena • Segundo hijo del archiduque Francisco Carlos y su esposa Sofía de Baviera • Nació el 6 de julio de 1832 en el palacio de Schoenbrün, muy cerca de Viena. Hermano de Francisco José, emperador de Austria, la educación de ambos fue confiada a un preceptor, el conde de Bombelles, quien les inculcó las ideas liberales que les acompañarían durante su vida.
Ambos fueron educados para gobernar, pero Maximiliano, al no ser el primogénito, tenía pocas posibilidades de hacerlo. • Llegó a dominar los idiomas alemán, inglés, francés, checo, búlgaro, magyar e italiano, además de hablar español y de aprender algo de náhuatl en México.
Ocupó diversos cargos en el Imperio austriaco, pues fue oficial de la marina de guerra, y llegó a ser comandante en jefe de la flota en 1854 • Durante su estancia en Portugal se enamoró de María Amalia de la casa de Braganza, que desgraciadamente murió de un mal pulmonar. Fue en ese entonces cuando viajó a París a conocer los planes de política exterior de Napoleón III.
Viajes • En uno de sus viajes conoció a la princesa Carlota Amalia, hija del rey Leopoldo I de Bélgica, con quien contrajo muy convenientes nupcias el 27 de julio de 1857, él de 25 años y ella de 17. Esto le permitió obtener riqueza de la que carecía y gobernar la Lombardía y Venecia, donde tuvo que enfrentar las rebeliones independentistas de los patriotas italianos, encabezados por CamilloCavour canciller del Piamonte.
En México se libraba una guerra a muerte entre liberales y conservadores. Un grupo reducido de los conservadores consideraba que una solución para los problemas del país sería el establecimiento de una monarquía, la que confiaron al emperador francés Napoleón III, quien, con el pretexto de cobrar viejas deudas había invadido México, país que según el senador francés Michel Chevalier tenía grandes yacimientos de oro en Sonora. También era atractiva la idea de construir un canal en el Istmo de Tehuantepec que uniera a ambos océanos.
En 1854, el conde francés Gastón de Raousset-Boulbon había pagado con su vida su intento de crear un nuevo país con los estados de Sonora, Sinaloa, Durango y Chihuahua. Ahora el momento era propicio porque México estaba sumido en el caos económico y Estados Unidos dividido internamente en la guerra de Secesión.
A instancias de su esposa Eugenia de Montijo, el emperador francés se decidió por Maximiliano, el hermano del emperador de Austria Francisco José, quien estaba casado con Carlota, hija de Leopoldo I, rey de Bélgica y sobrina de la reina Victoria de Inglaterra. También era una manera de reconciliación con Austria, tras la guerra de 1859 que condujo a la reunificación de Italia.
Con esa propuesta de Napoleón III, un grupo de la Junta de Notables, que se había constituido en Regencia en la ciudad de México, viajó al castillo de Miramar para ofrecer la corona al archiduque Fernando Maximiliano de Habsburgo en 1863. Encabezados por José María Gutiérrez Estrada, integraban el grupo José Manuel Hidalgo, amigo íntimo de la emperatriz Eugenia, el padre Francisco Javier Miranda, Antonio Escandón, socio de la Casa Jecker, el ingeniero Joaquín Velázquez de León y el general de origen francés Adrián Woll, entre otros.
El 3 de octubre de ese mismo año, la comisión llegó a Miramar. Maximiliano estuvo dispuesto a aceptar, siempre y cuando el ofrecimiento de la corona estuviera respaldado por la nación mexicana.
“Para que yo pueda tomar a mi cargo una empresa rodeada por tantos obstáculos será preciso, antes de todo, que yo esté bien seguro del consentimiento y de la cooperación de la nación. Y no podría yo prestar el mío sin que una manifestación nacional compruebe, en forma indudable, el deseo del país para colocarme en su trono”.
“Cuando el gobierno de Washington salga victorioso de la guerra civil que hoy por hoy divide a su patria, no permanecerá indiferente ante una monarquía establecida al sur de sus fronteras. Las potencias marítimas europeas no han calibrado lo que supone atentar contra las ideas e instituciones democráticas de los Estados Unidos... No meta vuestra Alteza las manos en esa charca si no quiere sacarlas manchadas de barro y salpicar con ello su limpio historial.”
“asumo el poder constituyente con que ha querido investirme la nación... pero sólo lo conservaré para crear en México un orden regular y para establecer instituciones sabiamente liberales... me apresuraré a colocar la monarquía bajo la autoridad de leyes constitucionales, tan luego como la pacificación del país se haya conseguido completamente.”
De rodillas y con la mano derecha sobre la Biblia, ante el sacerdote de Lacroma, Maximiliano expresó en español su juramento "La empresa que se me confía es grande, pero espero triunfar con la ayuda de Dios y el apoyo de todos los buenos mexicanos. Nosotros probaremos, así lo espero, que una libertad bien entendida se concilia perfectamente con el imperio del orden; yo sabré respetar la primera y hacer respetar el segundo. Yo Maximiliano, emperador de México, juro ante Dios por los santos evangelios procurar por todos los medios que estén a mi alcance el bienestar y prosperidad de la nación, defender su independencia y conservar la integridad de su territorio".
Para contar con el apoyo del ejército francés, Maximiliano contrajo con Napoleón III una obligación de 175 millones de francos, de los cuales sólo recibió 8 y el resto se destinó al pago del adeudo mexicano a los franceses, intereses y gastos de guerra; además, renunció a sus derechos de sucesión de la corona austriaca; a cambio contaría con 28,000 soldados franceses. En un tratado secreto se estableció que el ejército de ocupación ascendería a 38,000 soldados, cuyo número se iría reduciendo a partir de 1865.
Ese mismo día inició su gobierno y dispuso que los servicios religiosos fueran gratuitos, y que toda correspondencia con Roma pasara por la censura del gobierno antes de ser entregada. Estableció una monarquía parlamentaria y fijó su residencia en el Castillo de Chapultepec, al que bautizó Castillo de Miravalle porque miraba al valle; después mandó trazar un camino que le conectase al centro de la ciudad (el actual Paseo de la Reforma).
Maximiliano ejerció el poder ejecutivo sin un legislativo electo y trató de seguir una política de conciliación nacional. • Su gobierno quedó integrado por personalidades de seis nacionalidades: austriacos, belgas, franceses, húngaros y mexicanos (casi la mitad). Formaban un grupo multicultural que nunca llegó a integrarse, pues muchos requerían de traductores para entenderse entre sí, de modo que reñían, formaban camarillas, se entorpecían y saboteaban las iniciativas de quienes consideraban sus enemigos.
Maximiliano decepcionó a los militares cuando trató de formar una guardia rural mexicana y un ejército imperial propio con voluntarios austriacos y belgas. Los militares conservadores esperaban manejar a su antojo al nuevo emperador. • El malestar se incrementó porque quiso reducir a 18 el número de generales mexicanos, en tanto que ascendió de grado a los oficiales y jefes franceses. Su gabinete mexicano tampoco se sintió a gusto cuando nombró un gabinete paralelo de extranjeros con mayor poder efectivo. Además, en misiones diplomáticas irrelevantes, envió a los dos generales conservadores principales Miramón y Márquez a Berlín y Estambul respectivamente.
Expidió una ley agraria protectora de los campesinos e indígenas, que incluía medidas tales como restringir las horas laborales y abolir el trabajo de los menores, cancelar las deudas de los campesinos que excedieran los 10 pesos y prohibir toda forma de castigo corporal.
Fin del segundo imperio Fusilamiento de Maximiliano
Habiendo viajado a Orizaba, en noviembre de 1866, siguiendo instrucciones de Napoleón III, Maximiliano convocó a un Congreso Nacional con la participación de todos los partidos, para decidir la continuación o no del Imperio, y en caso afirmativo, la formación de leyes para consolidarlo.
La resistencia de los juaristas, el no reconocimiento del gobierno de los Estados Unidos, la retirada del ejército de Bazaine y las negociaciones que Francia había iniciado con los estadounidenses para instaurar un nuevo gobierno en México con el retiro de las tropas francesas y la neutralidad de los Estados Unidos, eran suficientes razones para que Maximiliano abdicara. De hecho, se dijo que su presencia en Orizaba era porque en noviembre de 1866 embarcaría a Europa
En enero siguiente, Bazaine lo conminó a retirarse frente a una Junta de 35 notables, pero finalmente la junta se pronunció con el voto de 26 de sus miembros por continuar la defensa del Imperio • El 5 de febrero de 1867, los generales conservadores Miramón y Márquez auxiliaron a Maximiliano en la reorganización del ejército mexicano imperial. Pero las derrotas ante los juaristas forzaron a Maximiliano a abandonar la capital del país el 13 de febrero siguiente, a asumir el mando de su ejército, a nombrar una regencia y a instalarse, junto con el general Tomás Mejía, en la ciudad de Querétaro para enfrentar la embestida de los republicanos juaristas. • La plaza cayó el día 15 de mayo y Maximiliano fue hecho prisionero y conducido a una celda del convento de Capuchinas. Al llegar al convento regaló su caballo al general Vicente Riva Palacio, por las consideraciones que había tenido con él: “recibidlo como una memoria de este día”.
Maximiliano, Miramón y Mejía fueron fusilados el 19 de junio de 1867, en el Cerro de las Campanas, Querétaro. Ante el pelotón de su fusilamiento, Maximiliano honró a Miramón colocándolo al centro, dio a cada uno de los soldados del pelotón de fusilamiento un “Maximiliano” (moneda de oro con su efigie con valor de veinte pesos) y dijo sus últimas palabras.
“Voy a morir por una causa justa, la de la independencia y libertad de México. ¡Qué mi sangre selle las desgracias de mi nueva patria! ¡Viva México!” Empuñó un crucifijo: “Los perdono a todos y que todos me perdonen”.
El 28 de noviembre de 1867, los restos de Maximiliano fueron trasladados a su auténtica patria; la misma fragata Novara, que lo había traído esperanzado a Veracruz, transportó su cuerpo ya sin vida de regreso a Europa. • Desde 1868 sus restos reposan en la Cripta Imperial de la Iglesia de Capuchinas de Viena.
Por su parte, el escritor español José Zorrilla, exdirector del Teatro Imperial, dedicó a la nación mexicana los siguientes versos amargos en su libro El Drama de México: ¡Ojalá seas yankee y luterana; porque para llegar hasta ese día has de arrojar la lengua castellana, la religión del hijo de María, y tu ruin libertad republicana en el vil lodazal de tu anarquía; y sin fuerza, sin honra y sin altares, entregarás al yankee tus hogares!