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“Sor Rita”

Miguel-A. “Sor Rita”. 152 segundos. Una joven asturiana desde pequeña había soñado con ser monja. Tras ingresar en una orden religiosa, la mandaron a un convento en un lugar remoto de la provincia de Cádiz, donde todo el mundo hablaba con el típico ceceo.

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“Sor Rita”

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Presentation Transcript


  1. Miguel-A. “Sor Rita” 152 segundos.

  2. Una joven asturiana desde pequeña había soñado con ser monja. Tras ingresar en una orden religiosa, la mandaron a un convento en un lugar remoto de la provincia de Cádiz, donde todo el mundo hablaba con el típico ceceo. Cuando llegó, se quedó sorprendida al ver cómo los habitantes del pueblo llamaban a las monjas “Zor María” o “Zor Tereza”. Era un ceceo tan peculiar que no pudo reprimir una risita inicial.

  3. En aquel convento estuvo más de nueve años, con las monjitas, dedicada a formarse para tomar su votos. Al profesar, las aspirantes son bautizadas con un nuevo nombre para su vida religiosa.

  4. La Madre Superiora bautizó a las recién iniciadas: "Tú, hija, te llamarás Ana, Sor Ana". "Tú, hija, te llamarás Luisa, Sor Luisa". Y cuando le tocó a la muchacha en cuestión, le dijo: - Tú, hija, te llamarás Rita, Sor Rita.

  5. Por ello, a través de un sacerdote que viajaba al Vaticano, decidió solicitar un cambio de nombre ante las más altas autoridades eclesiásticas. Al cabo de unos meses, le enviaron el pasaje y todo lo necesario para ir a cambiarse el nombre a Roma. Llegó al Vaticano. Le indicaron que el cambio de nombre se realizaría en una ceremonia donde ella tomaría, al azar, de una cajita una papelera conteniendo un nombre.

  6. Antes de comenzar la ceremonia, el sacerdote oficiante explicó: - Hija, te hemos dado la oportunidad de cambiar tu nombre ante Dios. Pero debes saber que este nuevo nombre que tomes del papelito de la caja será el definitivo. - Sí, Padre -contestó Sor Rita pensando que no había nada peor en esta vida que llamarse zor-rita.

  7. - De acuerdo -añadió el sacerdote-. Encomiéndate a Jesús, y toma un nombre de la caja. Sor Rita toma el papelito, y, sin leerlo, se lo entregó al sacerdote. Este lo leyó, y le dijo: - Hija, ¡de hoy en adelante serás Sor Raimunda!.

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