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CELEBRACIÓN DEL DÍA DE LA LECTURA EN ANDALUCÍA

CELEBRACIÓN DEL DÍA DE LA LECTURA EN ANDALUCÍA. Miércoles 16 de diciembre de 2009 I.E.S. “Christine Picasso” RECITAL DE POEMAS DE AUTORES ANDALUCES. 1. JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS. 2. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ. JARDINES GALANTES Hay un oro dulce y triste en la malva de la tarde

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CELEBRACIÓN DEL DÍA DE LA LECTURA EN ANDALUCÍA

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  1. CELEBRACIÓN DEL DÍA DE LA LECTURA EN ANDALUCÍA Miércoles 16 de diciembre de 2009 I.E.S. “Christine Picasso” RECITAL DE POEMAS DE AUTORES ANDALUCES

  2. 1. JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS

  3. 2. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ • JARDINES GALANTES Hay un oro dulce y triste en la malva de la tarde que da realeza a la bella suntuosidad de los parques. Y bajo el malva y el oro se han recogido los árboles verdes, rosados y verdes de brotes primaverales.

  4. En el cáliz de la fuente solloza el agua fragante, agua de música y lágrima, nacida bajo la hierba entre rosas y cristales... ...Ya el corazón se olvidaba de la vida...; por los parques todo era cosa de ensueño, luz de estrellas, alas de ángeles...

  5. Sólo había que esperar a los luceros; la carne se hacía incienso y penumbra por las sendas de rosales... Y de repente, una voz melancólica y distante ha temblado sobre el agua en el silencio del aire. Es una voz de mujer y de piano, es un suave bienestar para las rosas soñolientas de la tarde; una voz que me va haciendo llorar por nadie y por alguien en esta triste y dorada suntuosidad de los parques.

  6. 3. MANUEL MACHADO • MISTERIO En sueños te conocí y, del amor peregrino, he adivinado el camino para llegar hasta ti. Tras de aquel sueño corrí con el dulce y loco empeño de ser tu esclavo y tu dueño... Pero aún no me contaste por qué camino llegaste a penetrar en mi sueño.

  7. 4. SALVADOR RUEDA • LA SANDÍA Cual si de pronto se entreabriera el día despidiendo una intensa llamarada, por el acero fúlgido rasgada mostró su carne roja la sandía. Carmín incandescente parecía la larga y deslumbrante cuchillada, como boca encendida y desatada en frescos borbotones de alegría.

  8. Tajada tras tajada señalando, las fue el hábil cuchillo separando, vivas a la ilusión como ningunas. Las separó la mano de repente, y de improviso decoró la fuente un círculo de rojas medias lunas.

  9. RIMA XXV Cuando en la noche te envuelven las alas de tul del sueño y tus tendidas pestañas semejan arcos de ébano, por escuchar los latidos de tu corazón inquieto y reclinar tu dormida cabeza sobre mi pecho, ¡diera, alma mía, cuanto poseo: la luz, el aire y el pensamiento! 5. GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

  10. Cuando se clavan tus ojos en un invisible objeto y tus labios iluminan de una sonrisa el reflejo, por leer sobre tu frente el callado pensamiento que pasa como la nube del mar sobre el ancho espejo, ¡diera, alma mía, cuanto deseo: la fama, el oro, la gloria, el genio!

  11. Cuando enmudece tu lengua y se apresura tu aliento, y tus mejillas se encienden y entornas tus ojos negros, por ver entre tus pestañas brillar con húmedo fuego la ardiente chispa que brota del volcán de los deseos, ¡diera, alma mía, por cuanto espero, la fe, el espíritu, la tierra, el cielo.

  12. 6. LUIS CERNUDA • TE QUIERO Te quiero. Te lo he dicho con el viento, jugueteando como animalillo en la arena o iracundo como órgano tempestuoso; te lo he dicho con el sol, que dora desnudos cuerpos juveniles y sonríe en todas las cosas inocentes;

  13. te lo he dicho con las nubes, frentes melancólicas que sostienen el cielo, tristezas fugitivas; te lo he dicho con las plantas, leves criaturas transparentes que se cubren de rubor repentino; te lo he dicho con el agua, vida luminosa que vela un fondo de sombra;

  14. te lo he dicho con el miedo, te lo he dicho con la alegría, con el hastío, con las terribles palabras. Pero así no me basta: más allá de la vida, quiero decírtelo con la muerte; más allá del amor, quiero decírtelo con el olvido.

  15. 7. BLANCA DE LOS RÍOS • TÚ Y YO Soñé contigo en dulce desvarío, y despierta a los rayos matinales, escribí con el dedo en los cristales tu nombre sobre gotas de rocío; y al desgarrar el congelado velo a la lumbre del sol, vi, cielo mío, que era tu nombre azul el mismo cielo.

  16. Yo soy la pobre flor que en el estío sobre el ardiente polvo se consume: sé tú la blanca perla de rocío, y yo te daré a cambio mi perfume. Si es mar de llanto la existencia mía, tú eres rayo de sol; mírate en ella, y en tanto que amanece eterno día, si yo la noche soy, sé tú mi estrella.

  17. 8. RAFAEL PÉREZ ESTRADA • ES PRIMAVERA Hasta en el ascensor florecen los almendros. Es primavera. En la oficina el papel calco se ha puesto verde. Es primavera. He abierto la boca y me tragué una golondrina. Es primavera. He regalado el día de hoy, se lo llevó prendido en la solapa. Es primavera.

  18. También daré el día de mañana, quizás regale pasado. Es primavera. Porque en el corazón me ha salido un lunar, una rama de geranio en la nariz y un brote de azahar en el oído. Es primavera. Se apolilló el paraguas, me tapo con un girasol. Es primavera.

  19. En la camisa se entrelazó una mariposa. Es primavera. Se me olvidaron todos mis poemas menos éste, y he guardado la tristeza con naftalina.

  20. 9. JOSÉMORENO VILLA • LOS CONTRARIOS Un mirlo se paró en el almendro: en busca de lo blanco, lo negro. Todos vamos, con ansia de complemento, si somos tierra, en busca de cielo;

  21. si somos aire, en busca de encierro; si somos quietud, en busca de tormento; si somos fuerza, en busca de blando misterio.

  22. 10. FEDERICO GARCÍA LORCA • ROMANCE DE LA PENA NEGRA Las piquetas de los gallos cavan buscando la aurora cuando por el monte oscuro baja Soledad Montoya. Cobre amarillo su carne, huele a caballo y a sombra. Yunques ahumados sus pechos, gimen canciones redondas.

  23. - Soledad, ¿por quién preguntas • sin compaña y a estas horas? • - Pregunte por quien pregunte, • dime: ¿a ti qué se te importa? • Vengo a buscar lo que vengo, • mi alegría y mi persona. • - Soledad de mis pesares, • caballo que se desboca, • al fin encuentra la mar • y se lo tragan las olas.

  24. No me recuerdes el mar, • que la pena negra brota • en las tierras de aceituna • bajo el rumor de las hojas. • - ¡Soledad, qué pena tienes! • ¡qué pena tan lastimosa! • Lloras zumo de limón • agrio de espera y de boca.

  25. - ¡Qué pena tan grande! Corro • mi casa como una loca, • mis dos trenzas por el suelo, • de la cocina a la alcoba. • ¡Qué pena! Me estoy poniendo • de azabache, carne y ropa. • ¡Ay, mis camisas de hilo! • ¡Ay, mis muslos de amapola!

  26. - Soledad: lava tu cuerpo • con agua de las alondras, • y deja tu corazón • en paz, Soledad Montoya. • *** • Por abajo canta el río, • volante de cielo y hojas. • Con flores de calabaza, • la nueva luz se corona. • ¡Oh, pena de los gitanos! • Pena limpia y siempre sola. • ¡Oh, pena de cauce oculto, • y madrugada remota!

  27. CANCIÓN Me pierdo en mi soledad y en ella misma me encuentro, que estoy tan preso en mí mismo como en la fruta está el hueso. Si miro dentro de mí, lo que busco veo tan lejos, que por temor a no hallarlo más en mí mismo me encierro. Así, por dentro y por fuera se equilibra mi destierro: dentro de mí, por temor; fuera, por falta de miedo. Y entre mis dos soledades, igual que un fantasma hueco, vivo el límite de sangre, sombra y fiel de mis deseos. 11. EMILIO PRADOS

  28. Bien sé yo que en la balanza que pesa mi sentimiento, al platillo del temor es al que yo más me aprieto. Pero lo que busco en él de tal manera lo anhelo, que sólo quiero alcanzarlo cuando esté libre del cuerpo. Hoy mi soledad me basta, que en ella sé lo que espero, lo que por ella he perdido y lo que con ella tengo.

  29. FIN La luna con un puñal desgarró la piel del aire. La tierra por esa herida desbordó ríos sin sangre. Ya no se escucha el latir del corazón de los mares. Sin alma quedó la tierra: ¡qué palidez en los árboles! Hombres sedientos clamaban, incendiando las ciudades. Miles de muertes pequeñas en aquella muerte grande. Fin del mundo. Otros planetas. Nuevos ríos, nuevos mares, almas nuevas encarnando en las miseriosas márgenes. 12. MANUEL ALTOLAGUIRRE

  30. DESTINO Entre ti, soledad, me busco y muero; en ti, soledad, mi vida sigo; vencida por tus brazos voy contigo y allí te aguardo donde ya no quiero. Desde siempre en mi calle yo te espero, y amante de mis noches te persigo; si alguna vez, dolida, te maldigo, desde tu ausencia, triste, desespero. Me diste la esperanza de tenerte en mi dolor. Guiada por tu mano subí los escalones de la muerte. Aquí donde a tu sombra soy crecida, el tiempo, tuyo y mío, va cercano, dejándome la sangre ya cumplida. 13. ELENA MARTÍN VIVALDI

  31. CANCIÓN FINAL ¡Y qué se me importa a mí que la helada se deshiele! ¡Y qué se me importa a mí que los pájaros no vuelen! ¡...Y que los barcos más barcos sólo por la mar naveguen, si tengo en ciernes un campo de margaritas de nieve! 14. JOSÉ MARÍA HINOJOSA

  32. LAS MOSCAS Vosotras, las familiares, inevitables golosas, vosotras, moscas vulgares, me evocáis todas las cosas. ¡Oh, viejas moscas voraces como abejas en abril, viejas moscas pertinaces sobre mi calva infantil! Moscas de todas las horas, de infancia y adolescencia, de mi juventud dorada; de esta segunda inocencia, que da en no creer en nada. ¡Moscas del primer hastío en el salón familiar, las claras tardes de estío en que yo empecé a soñar! 15. ANTONIO MACHADO

  33. Y en la aborrecida escuela, raudas moscas divertidas, perseguidas, perseguidas por amor de lo que vuela. Yo sé que os habéis posado sobre el juguete encantado, sobre el librote cerrado, sobre la carta de amor, sobre los párpados yertos de los muertos. Inevitables golosas, que ni labráis como abejas, ni brilláis cual mariposas; pequeñitas, revoltosas, vosotras, amigas viejas, me evocáis todas las cosas.

  34. VIVIR Lleva el placer al dolor y el dolor lleva al placer; ¡vivir no es más que correr eternamente alrededor de la esfinge del amor! Esfinge de forma rara que no deja ver la cara...; mas yo la he visto en secreto, y es la esfinge un esqueleto, y el amor en muerte para. 16. ÁNGEL GANIVET

  35. 17. VICENTE ALEIXANDRE • UNIDAD EN ELLA Cuerpo feliz que fluye entre mis manos, rostro amado donde contemplo el mundo, donde graciosos pájaros se copian fugitivos, volando a la región donde nada se olvida. Tu forma externa, diamante o rubí duro, brillo de un sol que entre mis manos deslumbra, cráter que me convoca con su música íntima, con esa indescifrable llamada de tus dientes.

  36. Muero porque me arrojo, porque quiero morir, porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera no es mío, sino el caliente aliento que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo. Deja, deja que te mire, teñido del amor, enrojecido el rostro por tu purpúrea vida, deja que mire el hondo clamor de tus entrañas donde muero y renuncio a vivir para siempre.

  37. Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo, quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente que regando encerrada bellos miembros extremos siente así los hermosos límites de la vida. Este beso en tus labios como una lenta espina, como un mar que voló hecho un espejo, como el brillo de un ala, es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo, un crepitar de la luz vengadora, luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza, pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.

  38. 18. CONCHA LAGOS • POR VOLVERLO A ESCUCHAR Urgente la presencia te reclamo, eje te quiero de mí todavía, la espuma de tu orilla por la mía ascendiendo sedienta tramo a tramo. Prolongado oleaje del te amo que de mi playa aleje la agonía. Por volverlo a escuchar deshojaría hasta el último sueño de mi ramo.

  39. Vuelve y vuelve otra vez, vuelve a cantarme, repíteme el compás a cada hora, quédate detenido en mi presente. Hoy sé que una campana va a sonarme anunciando la vuelta de otra aurora, la razón de esta lucha por mi frente.

  40. 19. LUIS ROSALES • VIVIR PARA VER Todo era alegre en el claro resplandor de la mañana, y al mirarte sentí el llanto borrándome la mirada.

  41. Llorar y ver son virtudes que un mismo sentido enlaza como acompaña en la nieve el silencio a la pisada. Todo era alegre, y sentía, con la visión, la distancia. Le di descanso a mis ojos: ¡de sólo mirar, lloraban!

  42. 20. RAFAEL ALBERTI • LA PALOMA Se equivocó la paloma. Se equivocaba. Por ir al norte, fue al sur. Creyó que el trigo era agua. Se equivocaba.

  43. Creyó que el mar era el cielo; que la noche, la mañana. Se equivocaba. Que las estrellas, rocío; que la calor, la nevada. Se equivocaba. Que tu falda era tu blusa; que tu corazón, su casa. Se equivocaba. (Ella se durmió en la orilla. Tú, en la cumbre de una rama)

  44. * Estuvieron representados todos los grupos de clase.* Participaron los profesores del Equipo de Apoyo a la Biblioteca, y los del Departamento de Lengua y Literatura* Se escuchó música de : Manzanita, Ana Belén, Joan Manuel Serrat, Mª Dolores Pradera y Los Sabandeños.

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