Download
1 / 6
E N D
Miguel-A. “Historias para no dormir”
Hacia 1967, en TVE, al filo de la media noche, emitían la serie de terror “Historias para no dormir”. En casa no teníamos televisor. En el pueblo había un teleclub parroquial. Y era impensable que el cura dejara ver tal serie, clasificada con dos rombos (para mayores de18 años), a un muchacho de 12. No obstante, lo vi en una ocasión que fui unos días a casa de un familiar. Como nadie se iba a la cama... ¡pues, yo tampoco!. Con mi visión de 52 años, podría calificar aquello de pequeñez. Pero he de reconocer que a mis 12 años, sí me retrasó el sueño aquel día.
Sucedió una madrugada del 31 de octubre. El tipo estaba haciendo autostop a la orilla de la carretera en medio de una oscura y tenebrosa noche de tormenta. Pasó un tiempo, calado hasta los huesos, pero nadie paraba a recogerlo. La tormenta era tan fuerte que apenas se alcanzaba a ver a tres metros de distancia. De repente, vio como un coche negro se acercaba lentamente, y al final se detenía ante él. Sin dudarlo, por lo precaria de la situación, sube al coche, y cierra la puerta. Al acomodarse en el asiento trasero, se da cuenta, con asombro que no hay nadie en el vehículo.
Seguidamente, el coche comienza a moverse suave y pausadamente. El tipo mira hacia la carretera y ve con horror que el automóvil se dirige inexorablemente hacia una curva. Asustado, comienza a rezar implorando evitar el trágico destino. No termina de salir de su espanto, cuando justo antes de llegar a la curva, entra una mano tenebrosa por la ventanilla del conductor, y mueve el volante hacia la dirección correcta. Paralizado por el terror, se aferra con toda sus fuerzas al asiento, e inmóvil e impotente ve cómo, entre truenos y relámpagos, va sucediendo lo mismo a cada curva del camino.
El tipo, aterrorizado, sacando fuerzas de flaqueza, abre la puerta, salta del coche hacia la cuneta, y va corriendo, sin parar y a toda velocidad, hasta la población más cercana. Todo empapado, ve una luz en un local, y entra. Es una taberna. Se desmaya nada más entrar. Lo reaniman, y le dan un whisky. Una vez reanimado, les empieza a contar a todos los presentes la horrible experiencia que acababa de vivir. Se hizo el silencio ante el asombroso relato. El terror se reflejaba en todos los rostros. El miedo asomaba por todos los rincones del lugar.
Al cabo de una media hora, llegan dos tipos, todo mojados, hasta los huesos. Se acercan a la barra, y piden dos copas de coñac. Entonces, uno de ellos mira hacia atrás, y le dice a su compañero: - ¡Mira, Juan! ¡Mira dónde está el hijo de puta que se ha subido al coche cuando lo veníamos empujando!.
