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E N D
La catedral de León, de estilo gótico clásico francés, fue iniciada en el siglo XIII. Se asienta sobre restos romanos, lo que dificultó la buena cimentación de los pilares. La acumulación de humedades y la filtración de aguas ocasionaron graves problemas a los arquitectos. Por otra parte, la mayoría de los sillares de la catedral son de piedra de mala calidad, poco resistente a los agentes atmosféricos. La gran dificultad para llevar a cabo esta construcción dio lugar a una leyenda, que más que una leyenda, era una justificación a los muchos problemas a los que tuvieron que enfrentarse los distintos arquitectos que pasaron por la ciudad.
La leyenda cuenta que un topo gigante, al que nadie había visto nunca, salía durante la noche y con sus potente hocico iba destruyendo todos los cimientos que los canteros habían colocado el día anterior.
Hartos de no terminar su trabajo se decidieron a poner un cepo gigante con el que dar caza al animal. Éste quedó atrapado y cuando se acercaron vieron que se trataba de un enorme topo, el más grande que jamás habían visto.
Los trabajadores lo mataron y colgaron su piel en la puerta principal. Desde entonces en la puerta de San Juan cuelga un enorme pellejo oscuro que dicen que era del “topo destructor”.
En los años noventa se realizaron estudios para conocer la verdadera naturaleza del pellejo del topo. Según los expertos, es solamente un caparazón de una tortuga laúd gigante, cuyo origen es aún incierto, aunque se cree que se trataría de la ofrenda realizada por algún hombre de poder a la catedral.
