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San Josemaría Escrivá

San Josemaría Escrivá. 26 de Junio.

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San Josemaría Escrivá

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Presentation Transcript


  1. San Josemaría Escrivá 26 de Junio

  2. Cuando el obispo de Madrid mandó a Roma, en 1932, el curriculum del Fundador del Opus Dei, decía: “Notas distintivas de su carácter son la energía y la capacidad de organización y gobierno, el pasar oculto y sin ruido, el mostrarse sumamente obediente a la jerarquía eclesiástica; y señal especialísima de su labor sacerdotal es fomentar de palabra y por escrito, en público y en privado, el amor a la Santa Madre Iglesia y al Romano Pontífice”.

  3. Y este obispo llegó a decir a un político que fue a quejarse, sin conocerle, de las actitudes de don Josemaría: “No le quepa a usted duda. es un santo a quien veremos canonizado en los altares.” Lo que don Josemaría buscaba en el Opus Dei era: “la perfección cristiana de sus miembros, por la santificación del trabajo” Escuchémosle a él mismo

  4. ¡Hijos míos! Automático

  5. Aspiraciones

  6. Encuentro con Cristo

  7. santificarnos

  8. Ver con claridad

  9. Dios llama a servir

  10. desde las tareas comunes

  11. Laboratorio

  12. Quirófano,

  13. Cuartel

  14. Cátedra universitaria

  15. Fábrica

  16. Taller

  17. Campo

  18. Familia

  19. Hacer Click Dios nos espera

  20. San Josemaría nació en Barbastro (Huesca, España) el 9 de Enero de 1902.

  21. Fue bautizado en la catedral de Barbastro el 13 de Enero

  22. Su padre, don José, era empresario, pudiendo vivir holgadamente en la casa. Su madre, Doña Dolores, procedía de nobleza lejana y llevaba con orden la casa y los empleados. Lo importante, para Josemaría, es que eran muy cristianos, nunca les vio reñir entre ellos y le formaron en las diversas devociones: rezo del rosario, sabatina, montar el nacimiento, reparto de limosnas a los pobres. Tenía una relación de gran confianza y amistad con su padre. Le educaban con firmeza, no cediendo a los caprichos.

  23. A los 2 años tuvo una gran enfermedad, meningitis, de modo que estuvo a punto de muerte. Sus padres hicieron una novena a Ntra. Sra. del Sagrado Corazón, prometiendo que llevarían al pequeño, si sanaba, ante la imagen de la Virgen que se veneraba en Torreciudad. El niño sanó y en mula, por caminos muy ásperos, llevaron sus padres al niño para ofrecerlo a la Virgen. El santo lo tendría muy presente toda su vida.

  24. Asistía a la escuela de párvulos de los escolapios. El papa san Pío X fomentaba que se hiciese la primera comunión desde que el niño tuviera ya uso de razón. Así que la madre de Josemaría le preparó para que pudiese hacer su primera confesión. Al arrodillarse el pequeño, como el sacerdote no le veía, tuvo abrir la puertezuela para ver al penitente. Como penitencia le puso que su madre le diera un huevo frito.

  25. Comenzaba el bachillerato y llegaron las desgracias sobre la familia. Tenía tres hermanitas pequeñas y en poco tiempo murieron las tres. Quedó sólo su hermana mayor, Carmen. Al mismo tiempo el negocio de su padre, por causas ajenas y traidoras, se venía a pique. Llegó a la quiebra. En su cabeza de adolescente surgía la idea: ¿Por qué, Señor? Y buscaba un rayo de luz. La familia tuvo que marchar a Logroño donde don José pudiera ser empleado en unos almacenes.

  26. Cuando tenía quince años vivió un suceso transcendental en su vida. Al ir al colegio, vio en la nieve unas huellas de pies descalzos. Eran las de un padre carmelita que hacía poco se había instalado pobremente en Logroño. Josemaría se conmovió y se preguntó: “Si otros hacen tantos sacrificios por Dios y por el prójimo, ¿no voy a ser yo capaz de ofrecerle algo?” Sintió una llamada de Dios, aunque no sabía para qué.

  27. Esa inquietud le hizo renovar su vida de piedad: oración, mortificación, comunión diaria. Él dice: “Comencé a barruntar el Amor”. Era como una luz, pero él se sentía en tinieblas. El padre carmelita, con quien consultó, le propuso entrar en la orden del Carmen. Entre las dificultades veía sobre todo dos: No le atraía la vida conventual, y le preocupaba la situación económica de su familia. Se veía obligado a ayudarles, si a su padre le pasase algo malo. Pensó entrar en el seminario, como medio de poderse identificar con Cristo, dadas las circunstancias personales.

  28. El problema fue cuando tuvo que decírselo a su padre, que no lo asimilaba, pues había puesto muchas esperanzas en otro porvenir de su hijo. Dice san Josemaría que le vio llorar. El santo desde entonces comenzó a recitar una oración que diría muchas veces en su vida: “Señor, que vea”. En Noviembre de 1918 comenzaban las clases en el seminario. Era un edificio antiguo con pocas comodidades. Josemaría comenzó como alumno externo durmiendo en casa.

  29. En Febrero de 1818 Josemaría tuvo un hermanito. Lo consideró como una respuesta de Dios para poderse entregar más libremente a su servicio. Él fue el padrino de su hermano y su hermana Carmen la madrina. Aunque era alumno externo en el seminario, sin obligaciones el fin de semana, ayudaba en la catequesis y vivía en intensa vida de piedad. Debía superar la “lástima” que le tenían antiguos compañeros de bachillerato.

  30. Para complacer a su padre, que quería que estudiase derecho, convenía terminar la teología en Zaragoza. Allí tenía algunos tíos. Ingresó el 28 de Sept. de 1920. El seminario era un viejo caserón y dejaba mucho que desear en el sentido higiénico, a lo que estaba acostumbrado en casa. También sufría por los compañeros, algunos de poca cultura. Le llamaban “el soñador”. Por ese ser como distinto de otros, el mismo rector tenía un juicio poco favorable. Pero en los actos religiosos se le notaba “muy piadoso” y se mostraba muy servicial con los compañeros.

  31. Pronto cambió de parecer el rector y llegó a oídos del obispo el conjunto de virtudes de Josemaría, de modo que en Septiembre de 1922 le confirió la tonsura, adelantándolo unos meses para que pudiera tener el cargo de inspector (ayudante del rector), cargo que tuvo hasta ser ordenado de presbítero. El rector confiaba de tal manera en él que prácticamente le dejaba el seminario en sus manos. Por su cargo tenía más libertad para sus visitas al Santísimo a horas de la noche, para visitar a la Virgen en el Pilar y para comenzar estudios de Derecho Civil, como alumno no oficial.

  32. Algo en que se mostraba diferente de otros era en el concepto del sacerdocio. Para muchos el ser sacerdote era una “carrera” para vivir. Por lo tanto aspirarían a parroquia mejor y, si fuese posible, a canonjía. Josemaría comprendía que ir al sacerdocio era ir a una alegre donación de todo el ser para Dios. No era una carrera, sino un apostolado. Pero además sentía que el sacerdocio era como parte integral de otra llamada, que a veces intuía, pero que estaba fuera de su alcance. Enton-ces su oración preferida era: “Señor, que vea y que se haga tu voluntad”. Esto sobre todo en los largos ratos ante el Santísimo, con quien hablaba como con el mejor amigo.

  33. El 27 de Noviembre de 1924 recibió un telegrama diciendo que se padre estaba gravemente enfermo. Pero el rector le dijo que había muerto. Cuando llegó a casa estaba amortajado. Lloró y rezó. Le contaron que su padre, que parecía estar bien, al salir de casa dio un grito y se desmayó. El médico no pudo hacer nada. El párroco le dio los últimos sacramentos. Prometió hacer las veces de padre con los de su familia, especialmente de su hermanito que no tenía los seis años. Después del entierro le entregaron la llave del ataúd; pero la tiró al río como acto de desapego a lo humano.

  34. La ordenación sacerdotal fue el 28 de Marzo de 1925, en la iglesia de san Carlos, por don Miguel de los santos. Su familia vivía con él en Zaragoza en un modesto piso. Esto mismo fue causa de tormentos, pues otros familiares no veían bien que esa familia, venida a menos o a pobre, estuviera cerca de ellos, en Zaragoza. Él seguía buscando luz en el Señor y ofreciéndose enteramente a su servicio.

  35. La primera misa la celebró en la Santa Capilla del Pilar. Una misa rezada y sencilla con sus familiares más cercanos y pocos amigos. Era como una misa de luto y de dolor por su padre.

  36. Aquel mismo día recibía el primer destino: Perdiguera. Era un pueblo de unos 800 habitantes, no lejos de Zaragoza, aunque con muy malas comunicaciones. Tenía párroco, pero estaba ausente por enfermo. Así que fue como regente auxiliar. Obedeció con prontitud y al día siguiente de la primera misa salía hacia allí. Lo primero que tuvo que hacer fue limpiar la iglesia para poder decir la misa. Y pronto se dio al apostolado: quería visitar todas las familias, preparar a los niños para la primera comunión. Y por las tardes exponía el Santísimo, rezaba el rosario, los jueves hora santa. Y esperaba muchas horas en el confesonario. Cada vez se acercaban más personas.

  37. Antes de los dos meses volvía a Zaragoza. Su trabajo apostólico lo ejercía ayudando en la iglesia de los jesuitas. Al mismo tiempo quería terminar las clases de derecho, pensando en honrar a su padre. A algunos compañeros les daba clase de latín. Siempre pensando llevarles hacia Cristo. Por eso de algunos era compañero, amigo, confesor y director espiritual. La principal fuente de energías espirituales era la Santa Misa. Y seguía pidiendo: “Señor, que vea”.

  38. El 19 de Abril de 1027 fue a Madrid. Quería hacer el doctorado en derecho, como último homenaje a su padre. Residía en una casa sacerdotal, donde la mayoría eran sacerdotes mayores. Decía misa en la iglesia de san Miguel. Las Damas Apostólicas tenían un Patronato de enfermos. Viendo el celo sacerdotal de don Josemaría, pidieron que fuese su capellán. Ahora disponía de mucha actividad benéfica y apostólica. Aunque no estaba obligado, se entregaba con amor a los pobres y enfermos de la casa y a otros muchos pobres y enfermos de los barrios bajos de la capital. Llevó a su familia a Madrid y, para poder sostenerles, daba clases particulares.

  39. Se reunía a veces con amigos sacerdotes. Les hablaba de la necesidad de hacer apostolado con los intelectuales. Con los compañeros mostraba sinceridad al hablar y jovialidad, que era expresión de la alegría interior. En el Patronato la iglesia era pública. Un estudiante de derecho, que a veces le ayudaba en misa, decía: “Se producía en él como una especie de transfiguración… Cada palabra tenía un sentido profundo y un acento entrañable… Parecía desprendido de su contorno humano y como atado por lazos invisibles a la Divinidad”.

  40. Una de las labores principales en el Patronato de enfermos era visitar enfermos; pero no sólo los de casa. Había días que tenía que caminar unos 10 kms. para visitar a los enfermos que tenía en una lista. Una de sus meditaciones frecuentes eran las palabras de Jesús: “He venido a poner fuego a la tierra ¿y qué quiero sino que arda?” Y se ofrecía al Señor. Y se preguntaba cómo era posible cristianizar la sociedad. Iba anotando las ideas que fluían en su mente y que el Señor le iba mandando. Entreveía alguna nueva fundación; pero no sabía qué podía ser. Y se ponía a la entera disposición del Señor. Era el año 1928 y, aprovechando el espacio al final de los exámenes de Septiembre y el comienzo del curso, pensó hacer ejercicios espirituales. Tenía 26 años.

  41. Era el 2 de Octubre. San Josemaría estaba en su habitación leyendo las notas sobre gracias que Dios le había dado. De repente sintió una gracia especial, como una respuesta directa a su oración: “Señor, que vea”. Sintió como una iluminación de lo que sería el Opus Dei (la Obra). Se arrodilló y dio gracias al Señor. Captó de manera indecible la vocación del cristiano llama-do a la santificación de su persona y su trabajo. Y vio que la esencia del Opus Dei sería promover el designio divino de la llamada universal a la santidad. Sintió en el centro de su alma una invitación para aceptar un encargo divino. Sintió una inquietud; pero al mismo tiempo el “no temas” del Señor, dando seguridad ante la fidelidad y la entrega.

  42. Al mismo tiempo oyó resonar el voltear de las campanas de la iglesia de Ntra. Sra. de los Ángeles de Cuatro Caminos. Era su fiesta: 2 de Octubre. Esas campanas quedaron impresas en su espíritu como una gracia de Dios. Esa fecha, 2 de Octubre de 1928, quedó como fecha de la fundación del Opus Dei. Comenzaba entonces un proceso largo y trabajoso. Fue redactando notas y documentos sobre el mismo tema: “Llamada universal a la santidad y búsqueda de la plenitud de vida cristiana en medio del mundo y a través del trabajo profesional”. Por su parte se entregaba a Dios en una gozosa respuesta de servicio.

  43. El 24 de Marzo de 1930, en una carta, da a conocer al mundo la misión divina que le ha encomendado el Señor. “La llamada universal a la santidad es una muestra clara del amor infinito del Señor… Todos son invitados… La santidad no es cosa de privilegiados… La vida corriente, ordinaria, puede ser medio de santidad… A Dios hay que descubrirle en las tareas corrientes y ordinarias… Cualquier actividad, vivificada en unión con Cristo, hecha con espíritu recto, amor al prójimo, con intención de dar gloria a Dios, queda ennoblecida y adquiere valor sobrenatural”. Este mensaje necesita una insti-tución para propagarlo. Quienes pertenezcan deben responder con el ejemplo y la doctrina. Pero actuarán como fieles corrientes, iguales a los demás ciudadanos, con los que tienen en común costumbres, profesión y preocupaciones sociales. Serán como levadura para conducir la masa hacia Dios.

  44. San Josemaría se veía muy poca cosa para empresa tan grande. Humanamente no tenía prácticamente nada. Se había ido despojando de todo para que se viera mejor que era obra de Dios. Comenzó a buscar, entre los jóvenes conocidos, quienes pudieran recibir y transmitir el mensaje universal de santidad., Salía con ellos de paseo y les exponía sus ambiciones espirituales. A varias, personas que llevaban vida santa, les pedía oraciones y sacrificios. Al principio no pensaba admitir mujeres en el Opus Dei; pero el 14 de Febrero de 1930, después de la comunión, vio la necesidad o conveniencia de la sección femenina de la Obra.

  45. Don Josemaría había formado un buen grupo de jóvenes y hombres leales a la Obra de Dios. Les daba ejercicios y continuaba su formación, esparcidos ya por diversos lugares. Pero el 18 de Julio de 1936 comenzaba la guerra civil española. El panorama religioso externo cambió totalmente. Los sacerdotes eran perseguidos y había que esconderse, hasta tener que salir de su propia casa. Pudo ir donde algún amigo; pero tenía que cambiar pronto. Siempre vestido de seglar. Tuvo que esconderse en un psiquiátrico (el director era amigo), haciéndose pasar por un enfermo mental.

  46. Por fin pudo refugiarse en la embajada de Honduras. Allí se ganó la amistad de todos y consiguió que le nombrasen “intendente de la embajada” con papeles hondureños. De esta manera podía salir con más libertad por Madrid. Comenzó a visitar, con mucha cautela, a algunos del Opus Dei. Les daba la meditación y la comunión, que siempre llevaba en una carterita con la bandera hondureña. A algunos que querían entrar en la Obra les dio ejercicios espirituales. También a unos jóvenes estudiantes. Cada día la plática era en sitio diferente. Y lo mismo con un grupo de mujeres. Siempre puesto en las manos de Dios.

  47. La situación era tal que, si quería que la Obra progresara, debería pasar a la otra zona de España, la de los nacionales, donde había libertad religiosa. Así se lo dijeron sus “hijos” con quienes consultó. Hubo mucha oración para ello. Por fin tomó la decisión de evadirse. El único camino era conseguir papeles para poder ir a Valencia; luego a Barcelona; y después vendría lo más difícil. Era el 8 de Octubre de 1937 cuando pudo salir hacia Valencia. Iba con unos pocos del Opus. Allí pudo decir misa en casa de un amigo y hasta confesarse con el portero de la casa, que era un sacerdote escapado de la muerte.

  48. En Barcelona lo difícil era encontrar un experto para pasar los Pirineos. Experto significa: que supiese el camino, independiente y leal. Había que dar una buena cantidad de dinero. Hubo que esperar. Por fin el 19 de Noviembre salían en tren hacia Seo de Urgel, luego a otro lugar hasta donde había que comenzar a caminar. El sufrimiento de san Josemaría era muy grande. Parte por lo que costaba caminar de noche y esconderse de día. Y parte por un doble sufrimiento moral: El recuerdo de los que había dejado en Madrid como era su propia familia, madre y hermanos, y los de la Obra que debían seguir escondidos. Lo peor eran las dudas en el alma.

  49. El sufrimiento en el alma estaba en no estar cierto si estaba cumpliendo la voluntad de Dios. ¿Debía esperar y atender en lo que podía y hasta dar la vida por Cristo o debía seguir por el bien futuro? El haber dejado a los suyos le hacía llorar; pero el ansia de Dios le hacía seguir. La angustia no le dejaba dormir. Pedía a Dios un signo tangible. Llegaron a una iglesia toda quemada, entró y encontró, entre las ruinas, una rosa de madera dorada. La tomó como un regalo de la Virgen, su rostro cambió y siguió el camino con alegría, siempre ayudando a los demás a pesar de los sacrificios.

  50. Era el 2 de Diciembre de 1937 cuando por la mañana oyeron el tañido de una campana. Era como la sensación de quien recobra la libertad. Habían llegado a Andorra, el pequeño estado independiente entre España y Francia. Pudieron hacer una visita al Santísimo en la iglesia. A la mañana siguiente celebraba la misa, sin tener que ocul-tarse, con toda la liturgia y la paz para los “mementos”. Todavía pasaron muchas calamidades hasta que pudieron pasar por Francia y llegar a España por la zona de los “nacionales”. Comenzaba otra vida.

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