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Los sacramentales

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Presentation Transcript


    1. Los sacramentales

    2. Los sacramentales La consagración de vírgenes

    3. La consagración de vírgenes En el Pontifical anterior al Vaticano II la consagración de las vírgenes se presentaba como una celebración específicamente monástica; por otra parte, el derecho reservaba su uso únicamente en favor de las monjas de votos solemnes.

    4. La consagración de vírgenes El ritual de esta consagración había llegado a caer en desuso total cuando en 1868 dom Guéranger tuvo la feliz iniciativa, muy pronto imitada en diversos monasterios, de restablecerlo entre las benedictinas de Santa Cecilia de Solesmes.

    5. La consagración de vírgenes Sin embargo, se trata de una acción litúrgica que interesa a la Iglesia entera: subraya el papel de la virginidad y su significación en la economía cristiana, al mismo tiempo que es un lugar teológico importante para la teología del matrimonio.

    6. La consagración de vírgenes Juntamente con las misas del común de vírgenes y las leyendas de las santas vírgenes y mártires de la antigüedad, hay que buscar en la Liturgia de la velatio virginum el ideal de la virgen cristiana tal como lo ha admirado y vivido en la tradición de la Iglesia.

    7. La consagración de vírgenes Por ello, la constitución Sacrosanctum Concilium (n. 80) quiso someter a revisión el rito de la consagración de vírgenes, cuya utilización se ha extendido a los institutos seculares y a mujeres que viven en el mundo.

    8. La consagración de vírgenes Significación del rito: la virgen cristiana, esposa de Cristo Los textos de la primera literatura cristiana nos revelan que había cristianas que practicaban la continencia perfecta aun viviendo en el mundo. Incluso después de la institución de agrupaciones de vida común, siguieron existiendo continentes y vírgenes que permanecían en el mundo sin adoptar el género de vida monástica.

    9. La consagración de vírgenes Y todavía siguió dándose este caso después que la Iglesia hubo sancionado con un rito la decisión maduramente deliberada de una mujer de consagrarse a la continencia.

    10. La consagración de vírgenes Las menciones explícitas más antiguas de una celebración especial para la consagración de vírgenes datan del siglo IV, entre el 350 y el 400. El papa Liberio consagra, en la basílica de San Pedro de Roma, a la hermana de san Ambrosio, Marcelina.

    11. La consagración de vírgenes Una carta del papa Siricio precisa que la velatio se hará en Navidad, Epifanía y Pascua; el obispo dirige algunas palabras a la virgen y le entrega un velo semejante al de las casadas. Así, pues, desde el primer esbozo del Ritual el obispo se reserva el derecho de presidir la consagración de vírgenes.

    12. La consagración de vírgenes El obispo hace las veces de Cristo, y la consagración de una virgen se considera como los desposorios de Cristo y de la que le consagra su virginidad. Los términos “esponsales” y “desposorios” recurren frecuentemente bajo la pluma de los Padres cuando hablan de las vírgenes consagradas, y esto ya desde el siglo III.

    13. La consagración de vírgenes En el siglo IV es corriente para designarlas la denominación de sponsa Christi. El ritual de la consagración muestra que no se trata de una mera comparación: en efecto, toma sus usos del Ritual del matrimonio.

    14. La consagración de vírgenes Sabemos que la Liturgia del matrimonio cristalizaba usos de la civilización antigua y consistía esencialmente en la velatio de la esposa, a la que acompañaba una oración de bendición durante la celebración de la Eucaristía. El Ritual de la consagración de vírgenes fue compuesto según un esquema idéntico: lo observamos ya en la carta del papa Siricio.

    15. La consagración de vírgenes La consagración de vírgenes en los Sacramentarios romanos El primer formulario litúrgico de esta consagración aparece en el Sacramentario de Verona. Si hay consagración de vírgenes en la fiesta de los santos Pedro y Pablo, se prevé un Hanc igitur propio en el canon de la misa.

    16. La consagración de vírgenes Entre las misas de septiembre, con el título Ad virgines sacras, hallamos una oración: Respice, Domine, propitius... y una larga plegaria de bendición: Deus castorum corporum benignus habitator.

    17. La consagración de vírgenes Los testimonios del siglo V prueban que las vírgenes recibían un velo. El Sacramentario Gelasiano propone un formulario, probablemente de origen franco, para bendecir no ya precisamente el velo sino unos vestidos distintivos.

    18. La consagración de vírgenes La consagración de vírgenes en el Ritual de 1970 El concilio Vaticano II ordenó la revisión del rito de la consagración de vírgenes. Esta voluntad de renovación respondía a los deseos de ciertos obispos y de ambientes religiosos. Se trataba de mantener la solemnidad de la ceremonia pero alejándola del fasto, sin que perdiera riqueza ni amplitud.

    19. La consagración de vírgenes Había que evitar las repeticiones, eliminar ciertos elementos no adaptados a nuestra época. En cambio, el Ritual experimentó un verdadero enriquecimiento bíblico y ciertos textos eucológicos, corrompidos a través de los siglos, encontraron su frescor original.

    20. La consagración de vírgenes Al ordenar el rito de un modo claro y fácil de comprender se quería conservar la significación auténtica de esta celebración: celebra las bodas entre Cristo y la que le consagra su virginidad.

    21. La consagración de vírgenes Aunque se tuvieron que suprimir ciertas fórmulas de carácter nupcial un poco incomodas para nuestros contemporáneos, de ningún modo se quiso eliminar el tema fundamental de los desposorios de Cristo.

    22. La consagración de vírgenes Sin embargo, el Ritual restablece una situación antigua y renueva la mentalidad en que puede celebrarse. En efecto, sabemos que en la Iglesia primitiva la virgen consagrada vivía en el mundo, fuera de cualquier institución religiosa. Esta posibilidad ha sido recuperada.

    23. La consagración de vírgenes El capítulo I del Ritual se refiere más bien a las mujeres que viven en el mundo y a las que forman parte de los institutos seculares, mientras que en el capítulo II se dirige a mujeres que entran en la vida monástica.

    24. La consagración de vírgenes Los Prænotanda, en el n. 4, restablecen una situación primitiva y amplían considerablemente la utilización del Ritual. Puede extrañar el hecho de que la consagración se reserve a las que viven en el mundo, a los institutos seculares y a las monjas y no, en cambio, a las demás religiosas. Es una situación actual, que podría modificarse en el futuro.

    25. La consagración de vírgenes Pero el Ordo de la consagración de vírgenes es innovador al permitir la consagración en los casos en que no hubo matrimonio o en que la mujer que desea consagrarse no ha vivido en una vida de desorden conocida en su ambiente. Por lo tanto, el Ritual exige una virginidad formal y jurídica pero no, como insinuaba el Pontifical de Guillermo Durando, una integridad física.

    26. La consagración de vírgenes Sin embargo, los Prænotanda, en el n. 5, recuerdan las cualidades de tenacidad, constancia, integridad, prudencia y sabiduría que son necesarias para poder acceder a la consagración.

    27. La consagración de vírgenes El Ordo, tal como se presenta, puede adaptarse a las Iglesias locales, a las diversas comunidades monásticas o institutos seculares.

    28. La consagración de vírgenes Este Ordo tiene que ser un instrumento de santificación y de servicio de la Iglesia y, por lo tanto, debe poder adaptarse según las circunstancias, de acuerdo con los principios ofrecidos por la constitución del concilio Vaticano II sobre la Liturgia.

    29. Los sacramentales Profesión religiosa

    30. Profesión religiosa La profesión religiosa en Occidente Hasta la aparición del Ordo professionis religiosæ (OP), las distintas órdenes y congregaciones religiosas utilizaban un ritual propio más o menos original y vinculado a su género de vida.

    31. Profesión religiosa El Ordo professionis religiosæ no pretende anular dichos rituales. Promulgado el 2 de febrero de 1970, se presenta como una ley marco, que debe ser respetada pero que permite numerosas adaptaciones.

    32. Profesión religiosa Al pedir el estudio semejante Ritual, el concilio Vaticano II no quería en modo alguno suprimir los rituales locales, pero era consciente de que algunos de ellos contenían oraciones o ritos compatibles con una verdadera Liturgia.

    33. Profesión religiosa Por eso el nuevo Ritual se muestra severo con la profesión hecha en el momento de la comunión: la prohíbe absolutamente para los nuevos Rituales que se vayan creando; se invita a los institutos que lo hacían a que abandonen esa práctica poco conforme al sentido exacto de la Liturgia.

    34. Profesión religiosa El Ordo dedica la parte IV de sus Prænotanda a estudiar la adaptación del Ritual a los distintos institutos. En dicha adaptación, se distinguirán siempre los votos temporales de los votos perpetuos. Salvo derecho particular (aquí también habrá que utilizar la persuasión para hacerlo cambiar), la profesión se hará durante la misa y después del evangelio o el Credo.

    35. Profesión religiosa La profesión monástica en Oriente La Liturgia oriental ofrece una gran variedad en sus distintos rituales de profesión religiosa. No podemos estudiarlos todos ahora. Sin embargo, tienen una estructura común que nos permitirá hacernos una idea bastante exacta del Ritual oriental y de su contenido teológico.

    36. Profesión religiosa Momento y lugar de la profesión Aunque la profesión no se hace siempre durante la celebración eucarística, sin embargo siempre está vinculada al altar. El Pseudo Dionisio nos da la prueba de que en su época y en su Iglesia existía una integración de la profesión en la celebración eucarística; por desgracia no es posible situar exactamente estos usos en el tiempo y en el espacio: sería difícil precisar más allá de datar estos textos entre los siglos V y VI.

    37. Profesión religiosa En ellos hallamos una descripción breve, aunque suficiente, de los ritos. El sacerdote está en el altar y recita algunas invocaciones sobre el monje, que está de pie detrás de él. Después de consagrarlo, el sacerdote le pregunta si está decidido a vivir la vida monástica.

    38. Profesión religiosa El nuevo monje ratifica sus compromisos y el sacerdote traza sobre él la señal de la cruz, le corta los cabellos invocando la Santísima Trinidad, le quita el vestido y le impone otro nuevo, le da el beso de paz con todos los que están presentes y le da la Eucaristía. En los escritos de Dionisio sobre el bautismo hay analogías de términos y de ritos con la vida monástica, de la que no se sabe dónde se vivió ni bajo que Regla. Obsérvese que es el presbítero y no el obispo quien recibe la profesión y consagra al monje.

    39. Los Sacramentales Dedicación de una iglesia y de los altares

    40. Dedicación de una iglesia y de los altares La dedicación de una iglesia es en primer lugar una fiesta del pueblo de Dios, que será llamado a reunirse en la misma cada Domingo para la celebración de la Eucaristía.

    41. Dedicación de una iglesia y de los altares Las primerísimas dedicaciones de basílicas cristianas, inmediatamente después de la paz de la Iglesia, eran ya exultantes de alegría, según el testimonio del historiador Eusebio:

    42. Dedicación de una iglesia y de los altares Juntos, hombres y mujeres de todas las edades, con toda la fuerza del pensamiento, con la alegría del espíritu y del alma, glorificaban al autor de los bienes, por medio de oraciones y acciones de gracias. La fiesta de la dedicación halla eco en la ciudad porque está arraigada en la tradición popular.

    43. Dedicación de una iglesia y de los altares El paganismo conocía la dedicación de un templo, de un altar, de un teatro, de una ciudad. El Antiguo Testamento conoció también las dedicaciones de estelas (Gen 28,18), de altares (Num 7,10.11.84.88), de casas (Dt 20,5), y sobre todo las dedicaciones sucesivas del templo, la primera que celebró Salomón (2 Re 8,1-66) y la segunda en tiempo de Esdras (Esd 6,15-18).

    44. Dedicación de una iglesia y de los altares El pueblo judío celebra también, cada año, la fiesta de Hanukah, el aniversario de la purificación del templo y de la dedicación del nuevo altar de los holocaustos por Judas Macabeo (1 Mac 4,36-59).

    45. Dedicación de una iglesia y de los altares Cuando en la edad media la Liturgia cristiana de la dedicación quiera enriquecer su simbolismo, no dejará de referirse a todo ese substrato bíblico.

    46. Dedicación de una iglesia y de los altares El ritual antiguo de la dedicación El ritual antiguo de la dedicación de una iglesia consiste en primer lugar en la celebración de la Eucaristía, a la que muy pronto se añadió la deposición de las reliquias de los mártires debajo del altar.

    47. Dedicación de una iglesia y de los altares A través de la evocación enfática de los ritos de la dedicación de las primeras iglesias por Eusebio podemos adivinar que, en la primera parte del siglo IV, la dedicación de una iglesia consistía únicamente en la celebración de la Eucaristía:

    48. Dedicación de una iglesia y de los altares Una amplia Liturgia de la palabra, que incluía “la audición de las palabras que Dios nos ha transmitido”, el “canto de los salmos!”, y varias homilías pronunciadas por los obispos presentes, precedía a “la celebración de liturgias divinas y místicas”, “símbolos inefables de la pasión del Salvador”.

    49. Dedicación de una iglesia y de los altares Cincuenta años más tarde, san Juan Crisóstomo dirá: “El altar tiene eso de maravilloso, que, siendo por su naturaleza una simple piedra, queda santificado porque recibe el cuerpo de Cristo”.

    50. Dedicación de una iglesia y de los altares Cuando se extiende el uso de poner reliquias de los mártires debajo del altar, esa disposición se verá durante mucho tiempo como un feliz complemento, pero no como una obligación.

    51. Dedicación de una iglesia y de los altares La deposición de las reliquias de los mártires Muy pronto la Iglesia se dio cuenta del vínculo que une al sacrificio de Cristo el de sus testigos, los mártires. El Apocalipsis lo había ya puesto de manifiesto “vi al pié del altar la almas de los degollados por causa de la Palabra de Dios y del testimonio que mantuvieron” (Ap 6, 9).

    52. Dedicación de una iglesia y de los altares La deposición de las reliquias de mártires debajo del altar no es más que la expresión ritual de la toma de conciencia de la significación del martirio. Aparece a mediados del siglo IV.

    53. Dedicación de una iglesia y de los altares En el 386 san Ambrosio cuenta a su hermana Marcelina cómo colocó los restos de los mártires Gervasio y Protasio, que acababa de descubrir, en la Basílica en la que tenía previsto hacerse enterrar un día. Antes de depositar los cuerpos de los mártires debajo del altar, Ambrosio había celebrado una vigilia de oración con gran afluencia del pueblo.

    54. Dedicación de una iglesia y de los altares La celebración de la dedicación en la alta edad media Mientras que la Liturgia antigua de la dedicación era de una gran sobriedad, este rito no tardó en recibir añadidos importantes, tanto en Galia como en Oriente. A partir de siglo XI Roma integró elementos a su primitiva tradición y la celebración de la dedicación se convirtió en el rito más fastuoso de la Liturgia de Occidente.

    55. Dedicación de una iglesia y de los altares La Liturgia galo franca de la dedicación En Galia la deposición de las reliquias de los mártires iba precedida de la consagración del altar, rito lleno de simbolismo y de reminiscencias bíblicas. Así como el creyente se convierte en templo de Dios al recibir sucesivamente los sacramentos de bautismo, confirmación y Eucaristía, convenía que el altar fuera lavado con agua y ungido con el santo crisma antes de estar dispuesto para que un el mismo se celebrara el banquete del Señor.

    56. Dedicación de una iglesia y de los altares El Ordo franco de mediados del siglo VIII añade numerosos ritos: el obispo golpea las puertas antes de entrar; traza en el interior el alfabeto sobre el suelo, añade sal y cenizas a la mezcla de agua y vino, multiplica las aspersiones y las unciones mientras un presbítero va dando vueltas sin cesar al altar incensándolo. Toda la ceremonia está sumergida en un salmodia casi continua, que constituye su mistagogía.

    57. Dedicación de una iglesia y de los altares La Liturgia bizantina de la dedicación El testimonio más antiguo de la Liturgia bizantina de la dedicación se remonta también al siglo VIII; pero ciertos usos que describe, como la unción del altar, está ya atestiguado en Bizancio en el siglo VI e incluso, en Siria a mediados del siglo IV.

    58. Dedicación de una iglesia y de los altares La dedicación se celebra en dos días. El primer día, el patriarca realiza los ritos de lustración del altar con el agua bautismal y lo consagra con el myron (santo crisma), luego despliega un mantel sobre la mesa y la inciensa con profusión, así como el santuario, mientras el obispo hace la unción Crismal sobre todas las columnas de la iglesia. La oración de la dedicación concluye el conjunto de los ritos, que se realizan con la sola presencia del clero.

    59. Dedicación de una iglesia y de los altares El segundo día, el pueblo es convocado para participar en la vigilia junto a las reliquias de los mártires y en su traslado festivo a la iglesia que celebra sus encenias. El Patriarca deposita las reliquias en su tumba y celebra la Eucaristía, la “Divina Liturgia”.

    60. Dedicación de una iglesia y de los altares La Liturgia romana de la dedicación En el siglo VIII el Ordo romano de la dedicación (Ordo 42), permanece fiel a la tradición local, como lo muestra su título: Ordo quomodo in sancta romana ecclesia reliquiæ conduntur, pero ha sufrido ya influencias exteriores, francas y orientales.

    61. Dedicación de una iglesia y de los altares El obispo acude a la iglesia en que se han depositado las reliquias y se canta una primera letanía. Coloca luego las reliquias en una patena (indicio de la pequeñez de sus dimensiones), las entrega un presbítero, y la procesión se dirige hacia la iglesia que se va a consagrar.

    62. Dedicación de una iglesia y de los altares El obispo entra solo en el edificio con algunos ministros. Bendice el agua, derrama crisma en la misma y fabrica el cemento que servirá para sellar el sepulcro. Luego “bautiza el altar” con el agua bendita, y se vuelve al exterior, donde se canta una segunda letanía.

    63. Dedicación de una iglesia y de los altares Se entra otra vez en la iglesia al canto de una tercera letanía. El obispo pone las reliquias sobre el altar, unge lo ángulos del sepulcro con el crisma, coloca las reliquias en el mismo, junto con tres partículas del cuerpo de Cristo y tres granos de incienso.

    64. Dedicación de una iglesia y de los altares Después de sellar la tapadera, hace una unción encima con el crisma y unge también las cuatro esquinas de la mesa. Finalmente despliega un mantel sobre el altar y asperje toda la iglesia. Realizados todos estos ritos se empieza la celebración de la misa.

    65. Dedicación de una iglesia y de los altares Los fastos de la dedicación del siglo XI hasta el XX Con el Ordo 42 se produce la fusión de las tradiciones romanas y franca estando ésta totalmente penetrada de influencia oriental.

    66. Dedicación de una iglesia y de los altares Los siglos siguientes no añadirán nada substancial, pero desarrollarán cada uno de los ritos, multiplicando las aspersiones lustrales, las unciones, las incensaciones, con el acompañamiento de antífonas y salmos cada vez más numerosos, hasta el punto de convertir la dedicación en el rito más largo de la Liturgia romana.

    67. Dedicación de una iglesia y de los altares Con el Pontifical del siglo XIII, en uso hasta 1961, se necesitaba más de media jornada para realizar todos los ritos con toda su amplitud.

    68. Dedicación de una iglesia y de los altares La dedicación según el Pontifical romano germánico del siglo X El Pontifical Romano Germánico de mediados del siglo X, contiene dos ceremoniales de la dedicación. El primero realiza una fusión entre el Ordo 41 y el Ordo 42, cuyo texto copia literalmente añadiéndola apenas dos oraciones. El segundo desarrolla el ritual precedente añadiéndole numerosos textos.

    69. Dedicación de una iglesia y de los altares La dedicación según el Pontifical Romano (1595) El Pontifical Romano de 1595 reproduce casi sin ningún cambio el que había compuesto el obispo de Mende Guillermo Durando a fines del siglo XIII. A él, pues, hay que atribuir la últimas modificaciones de la Liturgia romana de la dedicación.

    70. Dedicación de una iglesia y de los altares La simplificación de 1961 No estamos ya en los tiempos en que todo el pueblo podía dedicar largas horas a la celebración de la Liturgia y la repetición de los mismos gestos cansa la atención en lugar de alimentar la plegaria.

    71. Dedicación de una iglesia y de los altares Por ello hacía tiempo que se deseaba una simplificación del Ordo de la dedicación cuando el Papa Pío XII tomó la decisión de realizarla. El nuevo Ordo fue promulgado por Juan XXIII en 1961. Sus autores no quisieron optar entre el mantenimiento o la supresión de los ritos amalgamados en el Ordo medieval.

    72. Dedicación de una iglesia y de los altares Se contentaron con suprimir todas las repeticiones y reducir la amplitud de los gestos simbólicos, a veces en detrimento del mismo símbolo. Ello se advierte en la supresión de crisma por toda la mesa del altar. La racionalidad venció a la poesía. Por lo menos el Ordo destaca la importancia de la misa que “forma parte de todo el rito consecratorio”, pero no se atreve a imponer al obispo la obligación de celebrarla personalmente.

    73. Dedicación de una iglesia y de los altares El nuevo Ordo Romano de la dedicación (1977) El Ordo dedicationis ecclesiæ et altaris promulgado por el Papa Pablo VI en 1977 obedece a ciertos principios que conviene descubrir antes de analizar los ritos.

    74. Dedicación de una iglesia y de los altares Los principios rectores del nuevo Ordo En primer lugar se quiso restituir efectivamente la celebración de la Eucaristía su papel principal en la dedicación de una iglesia. En efecto, la Eucaristía es “el rito máximo y el único necesario” (Prænotanda 15), según la tradición.

    75. Dedicación de una iglesia y de los altares Por esto los ritos de unción, de ofrenda del incienso y de iluminación se han insertado entre la Liturgia de la palabra y la de la Eucaristía, perteneciendo cada una de las dos partes de la misa a la esencia de la dedicación.

    76. Dedicación de una iglesia y de los altares Al principio de la Liturgia de la palabra el obispo inaugura solemnemente la proclamación de la Palabra de Dios en el nuevo edificio, presentando el Leccionario al pueblo antes de entregarlo al lector. En cuanto a la celebración de la Eucaristía convierte verdaderamente el altar en la mesa del Señor.

    77. Dedicación de una iglesia y de los altares Se ha devuelto toda su dignidad a la traslación de las reliquias de los santos dejándola facultativa, conforme, una vez más, al uso antiguo. Esta es verdaderamente significativa cundo se pueden enterrar bajo el altar reliquias notables y auténticas de un mártir o de otro santo; pero carece de grandeza si se trata de reliquias ínfimas o inauténticas.

    78. Dedicación de una iglesia y de los altares La misma autenticidad exigen los ritos simbólicos de la dedicación. Al renunciar a la acumulación de los símbolos y a la representación de los mismos gestos, se ha querido restituir todo su valor significante a los símbolos del agua, del aceite perfumado, de incienso, de la luz. Las palabras que acompañan los gestos ilustran su relación con el misterio de la Iglesia.

    79. Dedicación de una iglesia y de los altares El desarrollo de la celebración La dedicación de una iglesia postula la participación de toda la comunidad cristiana llamada a reunirse en la misma cada Domingo. Por ello se celebra preferentemente en el día de Señor. Es presidida por el obispo rodeado de los presbíteros encargados de la comunidad, que concelebran con él.

    80. Dedicación de una iglesia y de los altares Cuando las condiciones lo permiten, la celebración se abre con una procesión que parte del exterior. Ésta incluye eventualmente el traslado de las reliquias. En la puerta de la iglesia, los responsables de su construcción la entregan simbólicamente al obispo quien la confía después al sacerdote encargado y a los fieles.

    81. Dedicación de una iglesia y de los altares Luego entran todos en la iglesia cantando el salmo 23. El obispo se sitúa en la sede de la presidencia y bendice el agua con la que asperje a la vez al pueblo, las paredes y el altar. Mientras se canta el Vidi aquam o un canto bautismal. El Gloria in excelsis y la colecta cierran los ritos iniciales.

    82. Dedicación de una iglesia y de los altares El obispo entrega al lector el Leccionario deseando que “resuene siempre en esta casa la palabra de Dios” y se proclama la primera lectura que consiste en el relato de la primera “Liturgia de la Palabra” celebrada en Jerusalén. Después de la homilía y el Credo, se cantan las letanías de los santos y el obispo procede, si ha lugar, a la deposición de las reliquias en el sepulcro, que es sellado por un albañil. Se cantan las antífonas Sub altare Dei y Corpora sanctorum con el salmo 14.

    83. Dedicación de una iglesia y de los altares Luego dice la oración de la dedicación, desarrolla la teología del misterio de la Iglesia, cuyo signo es la iglesia edificio, y evoca todos los beneficios que los hombres vendrán a buscar en la casa de Dios. De hecho, esta oración constituye una repetición del prefacio eucarístico que, en el proyecto inicial, hacía de la plegaria eucarística la única oración de consagración del edificio y de actualización del sacramento del cuerpo y de la sangre de Cristo.

    84. Dedicación de una iglesia y de los altares Terminada la oración de la dedicación, el obispo derrama el santo crisma en el centro y en las cuatro esquinas de la mesa del altar, y puede extenderlo por toda la superficie, en signo de superabundancia, pidiendo que “este altar y esta casa... expresen con una señal visible el misterio de Cristo y de la Iglesia”.

    85. Dedicación de una iglesia y de los altares Luego practica doce o cuatro unciones en las paredes, mientras se canta el salmo 83. Pueden ayudarlo unos presbíteros para realizar este rito. Viene en seguida la incensación del altar y de la iglesia.

    86. Dedicación de una iglesia y de los altares Se coloca sobre el altar un pebetero o un montón de incienso mezclado con cerillas, que es encendido por el obispo: “Así como esta casa se llena de suave olor, que en tu iglesia se aspire el aroma de Cristo.” Mientras el obispo inciensa el altar, unos presbíteros recorren la iglesia para incensar al pueblo y el edificio.

    87. Dedicación de una iglesia y de los altares Se canta el salmo 137. Se procede finalmente al revestimiento e iluminación del altar. En la misma iglesia se encienden numerosos cirios. El obispo, con un cirio encendido en la mano, dice: “Brille en la iglesia la luz de Cristo para que todos los hombres lleguen a la plenitud de la verdad.” Mientras se encienden todas las luces de la iglesia.

    88. Dedicación de una iglesia y de los altares Todos los ritos anteriores han tenido como finalidad preparar el altar para que sea la mesa del Señor. La concelebración de la Eucaristía, bajo la presidencia del obispo, sustituye los signos con la realidad del sacramento. Adviértase la importancia del formulario del prefacio.

    89. Dedicación de una iglesia y de los altares Después de la comunión con el cuerpo y la sangre del Señor, se puede inaugurar la capilla en que se guardará la Eucaristía, llevando la Santa Reserva en una procesión idéntica a la del jueves santo.

    90. Los Sacramentales Las Bendiciones

    91. Las Bendiciones Bendecir (benedicere, eulogein) es decir una palabra buena, dirigida a Dios en el nombre de los hombres o a los hombres en nombre de Dios. Es alabar al Señor, invocarlo, y recibir de él una manifestación de su presencia atenta a nuestro lado.

    92. Las Bendiciones El doble movimiento de la bendición llena la Liturgia. La bendición en sentido de la alabanza se expresa esencialmente en la Eucaristía y la Liturgia de las Horas. La bendición de las personas y las cosas se extiende tanto a la existencia cotidiana como el ciclo del año y marca las grandes etapas de la vida del cristiano.

    93. Las Bendiciones El presente capítulo no tratará de las bendiciones inherentes a la celebración de la Eucaristía y de los demás sacramentos o al desarrollo del año litúrgico. También hemos presentado ya las bendiciones que confieren un ministerio o que establecen en un estado de vida consagrada, o la de la dedicación de iglesias y altares.

    94. Las Bendiciones Al lado de estas bendiciones mayores, hay multiplicidad de otras bendiciones. Unas afectan directamente a las personas, otras a los lugares donde se ejerce la actividad multiforme de los cristianos; las hay que se aplican a objetos colocados en las iglesias o destinados a favorecer la piedad de los fieles.

    95. Las Bendiciones Al constituir así una amplia colección de bendiciones, la Iglesia recoge una herencia eucológica y un conjunto de costumbres populares, que arraigan en la Biblia y le han sido transmitidas a lo largo de los siglos.

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