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“¡No te quejes!”

Miguel-A. “¡No te quejes!”. Dedicado, con cariño, a mi amiga Lía Dálvit, de Buenos Aires. (3/5/2007). Un hombre estaba harto de tener que ir a trabajar todos los días, mientras su esposa se quedaba en casa. Quería que ella se diera cuenta de sus dificultades. Por ello, oró así:

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“¡No te quejes!”

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Presentation Transcript


  1. Miguel-A. “¡No te quejes!” Dedicado, con cariño, a mi amiga Lía Dálvit, de Buenos Aires. (3/5/2007).

  2. Un hombre estaba harto de tener que ir a trabajar todos los días, mientras su esposa se quedaba en casa. Quería que ella se diera cuenta de sus dificultades. Por ello, oró así: - Señor, voy a trabajar cada día durante 8 horas, mientras mi esposa se queda en casa tranquila. Quiero que sepa por lo que tengo que pasar a diario. Concédeme intercambiar mi cuerpo con ella por un día.

  3. Dios, en su infinita sabiduría, le concedió el deseo al hombre. A la mañana siguiente, se despertó como mujer. Se levantó... hizo el desayuno para su cónyuge... despertó a los niños... les vistió... les dio de desayunar... los llevó al colegio... volvió a casa... recogió la ropa sucia... puso la lavadora... fue al supermercado... no tenía suficiente dinero, y pasó por el Banco... regresó a casa... guardó los víveres comprados... limpió la caca del gato... bañó al perro.... corrió a hacer las camas... sacó la ropa de la la lavadora... la tendió para secarse... limpió el baño... barrió y fregó la cocina.

  4. Salió corriendo a recoger a sus hijos al colegio... tuvo una discusión con ellos... sacó leche y galletas para la merienda de los niños... les organizó para que hiciesen la tarea... colocó la tabla de planchar... se puso a planchar mientras veía la televisión... luego, peló las patatas, y preparó la ensalada, la carne, y puso el arroz a cocinar para la cena.

  5. Cuando su cónyuge llegó preguntando por la cena, ésta ya estaba lista y servida. Tras cenar, recogió la mesa, y fregó los platos sucios... bañó a los niños, y los acostó. Ya estaba exhausto. Se fue a la cama... donde estaba esperándolo el cónyuge para hacer el amor... lo cual logró hacer sin quejarse.

  6. A la mañana siguiente se despertó e, inmediatamente, se arrodilló al lado de la cama, y oró así: - Señor, no sé en qué estaba pensando. Estaba equivocado al envidiar a mi esposa por poder quedarse en casa todo el día. Por favor, Señor, vuélvenos a cambiar. - Hijo mío -le respondió Dios-, creo que has aprendido la lección. Sería un placer para mí volver a poner las cosas como estaban. Sin embargo, vas a tener que esperar nueve meses. ¡Anoche quedaste embarazado!.

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