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“¡Ni contigo... ni sin ti...!”

Dedicado a Cristina, mi chica, en su cumpleaños, 18-04-2007. Miguel-A. 47 seg. (Juan Legido). “¡Ni contigo... ni sin ti...!”.

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“¡Ni contigo... ni sin ti...!”

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Presentation Transcript


  1. Dedicado a Cristina, mi chica, en su cumpleaños, 18-04-2007. Miguel-A. 47 seg. (Juan Legido) “¡Ni contigo... ni sin ti...!”

  2. Cuenta una leyenda que, al principio del mundo, cuando Dios decidió crear a la mujer, encontró que había agotado todos los materiales sólidos en el hombre, y no tenía más a su disposición. Ante este dilema y, después de profunda meditación, hizo lo siguiente:

  3. Tomó la redondez de la luna, las suaves curvas de las olas, la tierna adhesión de la enredadera, el trémulo movimiento de las hojas, la esbeltez de la palmera, el tinte delicado de las flores, la amorosa mirada del ciervo, la alegría del rayo de sol, y las gotas del llanto de las nubes, la inconstancia del viento, y la fidelidad del perro, la timidez de la tórtola, y la vanidad del pavo real, la suavidad de la pluma del cisne, y la dureza del diamante, la dulzura de la paloma, y la crueldad del tigre, el ardor del fuego, y la frialdad de la nieve.

  4. Mezcló tan desiguales ingredientes, formó a la mujer, y se la dio al hombre.

  5. Después de una semana, vino el hombre, y le dijo: - Señor, la criatura que me diste, como compañera, me hace desdichado. Quiere toda mi atención. Nunca me deja solo. Charla intensamente. Llora sin motivo. Se divierte en hacerme sufrir. Y vengo a devolvértela, porque NO PUEDO VIVIR CON ELLA.

  6. - ¡Bien! -contestó Dios-, y tomó a la mujer.

  7. Pasó otra semana. El hombre volvió, y le dijo a Dios: - Señor, me encuentro muy solo desde que te devolví a la criatura que hiciste para mí. Ella cantaba y jugaba a mi lado. Me miraba con ternura, y su mirada era una caricia, Reía, y su risa era música. Era hermosa a la vista, y suave al tacto. Devuélvemela, porque NO PUEDO VIVIR SIN ELLA. Ni contigo ni sin ti / tienen mis males remedio; / contigo, porque me matas/ y sin ti, porque me muero.

  8. Envía esto a todas las extraordinarias mujeres que conozcas, y a todos los hombres, para que nunca duden de la calidad de las mujeres que los rodean.

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