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  1. “Año de la recuperación y consolidación de la economía peruana” FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD Estigma y Discriminación en el Sistema de Salud DOCENTE: MTRO. ROCIO TITO PACHECO ASIGNATURA: ANTROPOLOGÍA: HOMBRE, CULTURA Y SOCIEDAD GRUPO: 1BB ESTUDIANTES: Liz Shandal Calero Tunqui Isabel Chuquichampi Quispe Mashiel Milagro Herrera Luza Mildret Yoria Mamani Huaman 2025-II Cusco - Perú “Año de la recuperación y consolidación de la economía peruana”

  2. FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD Creencias Culturales Sobre La Causa Y Tratamiento De Las Enfermedades Comunes En Las Sociedades DOCENTE: MTRO. ROCIO TITO PACHECO ASIGNATURA: ANTROPOLOGÍA: HOMBRE, CULTURA Y SOCIEDAD GRUPO: 1BB ESTUDIANTES: Liz Shandal Calero Tunqui Mildret Yoria Mamani Huaman 2025-II Cusco - Perú

  3. Estigma y Discriminación en el Sistema de Salud El estigma y discriminación en el sistema de salud arraiga desde distintos puntos. Se dice que la diversidad de clases sociales ha incrementado la desigualdad y la discriminación, específicamente aquellos que tengan que ver con la raza y las clases sociales, aunque muchos lo relacionan a la pobreza, es decir donde hay pobreza hay más discriminación, además que se realza la inferioridad social. Antiguamente se decía que quien tiene la piel más clara tenía mayor estatus social y está relacionada también al poder económico, estos tenían el privilegio de acceder a una atención de calidad no solo en el sistema de salud sino en distintos otros servicios a lo largo del tiempo esto fue cambiando, pero no se eliminaron por completo por lo cual sigue persistiendo en la sociedad actual, aunque en menor medida no considerablemente óptimo para el desarrollo de la sociedad. Se tienen estudios no científicos donde los estudios por parte de las ciencias sociales han demostrado que la población en América Latina tiende a ser una población bastante discriminatoria debido a la influencia de varias ideologías y las prácticas del mestizaje, una mezcla biológica-cultural. Respecto al ámbito académico se han observado problemáticas de discriminación con las mujeres con el hecho de ser parte como profesionales de la salud cosa que en la actualidad se encuentra en gran medida ausente. Se puede afirmar que la dominación y la subordinación, y al mismo tiempo, la discriminación y la exclusión son el resultado de un estereotipo que en el Perú pesa sobre el indígena quechua hablante; el hecho de ser considerados salvajes e incultos que no tienen sentimientos ni capacidad de pensar ni decidir, por otro lado, los usuarios también contribuyen a su propia subordinación. discriminadas visualizan a los profesionales de la salud como seres superiores por pertenecer al mundo del castellano y esto no es así, pero tenemos que recalcar que no todo el personal de salud es así. Es decir, sobrevaloran sus prácticas alimenticias, estilos de vestir, así como el espacio en el que trabajan: una oficina y no una chacra. Esta visión contribuye a que ellos en parte se sientan impotentes al momento de reclamar y obtener una buena atención en el servicio de salud y, en muchos casos, por no decir la mayoría de veces, se consideran menos importantes para evitar un posible conflicto. El estigma y las discriminaciones en el sistema de salud tienen raíces históricas profundas En la antigüedad, se asociaban a las enfermedades con la culpa o la vergüenza esta utilizadas a la sumisión de la población durante el regimen nazi, llevando a la persecusion de personas con enfermedades mentales. Pongamos un ejemplo, vayamos al año 1939 durante la primera y verano, enfermeros, médicos y parteras fueron llamadas en silencio por el ministerio interior de Rich, donde se les pidió que reporten a todos los niños y bebés nacidos con discapacidades o daños físicos, la gravedad de estas no importaba, lo único que era tomado en cuenta era que tengan alguna enfermedad, eso era el requisito para la ‘Eutanasia’. Pero esto no se queda aquí, Hitler, Philip Bhouler y Karl Brandt idearon el proyecto T4, el cual consistía en enviar cuestionarios de preguntas camuflados a diferentes centros de salud, con la única finalidad era recopilar datos estadísticos, donde las personas con enfermedades mentales, discapacidades o no alemanes, eran enviados a los hospitales para luego enviarlos a las cámaras de gas, muriendo alrededor de 250,000 personas hasta el final de la SGM. Tomemos en cuenta a ‘Las mujeres y medicina’, en muchas culturas consideradas como las parteras, curanderas o herbolarias, siendo los pilares de la salud, en la antigua Roma, Grecia y Egipto estas eran las que acompañaban en los partos ya que sabían cómo tratarlos a base de sus conocimientos y experiencias, tradición y aprendizaje Esto se debe a que personas

  4. comunitario, haciendo uso de la fitoterapia (uso de plantas o hierbas) para enfermedades, tratamientos y belleza. Pongamos el ejemplo de Peseshet en el antiguo Egipto, la primera médica documentada, a Agnodice en Grecia, que se vestía de varón para estudiar medicina descubriéndola tiempo después, y en Roma a las ‘Matronas’ que empezaron a desplazarlas de ese ámbito. Pasando de sanadoras a ‘BRUJAS’, en el siglo XIII fueron sacadas por completo de ese mundo ya que los hombres médicos las vieron como competencia y las empezaron a vincular con magia negra y tratos con entes demoníacos, y al ser una época donde la religión era la autoridad estas acusaciones eran usadas para el control de género y social. Se estima que alrededor de 40-60 mil mujeres fueron asesinadas por la publicación de ‘Malleus Maleficarum’ un ‘manual’ para cazar brujas. Pero luego vieron que el cuerpo de la mujer podía ser aprovechado y fueron vistas como ‘Objeto y no sujeto’, ya que surgió la idea aristotélica de que la mujer era un hombre incompleto a causa de su imagen débil, sumisa y subordinada, apologizando el cuerpo femenino a histeria, diagnosticados con ansiedad, nerviosismo, insatisfacción, etc. la cura siendo manicomios, opiáceos, duchas frías y ‘masajes pélvicos’. Además, en otros contextos enfermedades como la lepra llevaron a que las personas fueran apartadas de la sociedad. En el antiguo Egipto, India, Grecia y Roma, era considerado como impureza, karma negativo y contaminados física y moralmente, a pesar del conocimiento médico de ese tiempo, no se hizo el esfuerzo de tratar la enfermedad, en cambio lo que sí se hizo fue desterrarlos y marginarlos. “Esta es la ley para la plaga de la lepra del vestido de lana o de lino, o de urdimbre o de trama, o de cualquier cosa de cuero, para que sea declarada limpia o inmunda” eso nos dice Levítico 13-28, en la edad media la lepra fue estigmatizada por los creyentes, asociándolo con la impureza, pecado, y castigo divino, llegando hasta a hacer rituales funerarios para expulsarlos de la comunidad, fundándose más de 2 mil en el siglo XIII en Europa, no para tratarlos sino para aislarlos, y en muchos de los casos otras enfermedades fueron hechas pasadas como lepra, maximizando el nivel de discriminación. Muchos de los médicos se negaban a tratarlos por miedo al contagio, y en cambio usaban las donaciones para ellos mismos, reforzando la idea de que la exclusión era parte del tratamiento. Desde la aparición del VIH/SIDA en los años ochenta, históricamente, estos se han percibido no sólo como un problema médico, sino también como un fenómeno ligado a valores culturales y religiosos, donde los pacientes eran culpabilizarse por su enfermedad. Esto provocó exclusión, negación de atención y discriminación incluso dentro del sistema de salud. Con la introducción de los tratamientos antirretrovirales en los años noventa, la calidad de vida mejoró notablemente, la enfermedad estuvo rodeada de temor, mitos y rechazo social. Al ser inicialmente considerada una “sentencia de muerte” y asociada a grupos marginados (población homosexual, usuarios de drogas inyectables, trabajadoras sexuales), se reforzaron estigmas morales y prejuicios sociales. Farmer propone el concepto central de “violencia estructural”, que describe cómo las desigualdades sociales, políticas y económicas afectan directamente a la salud y la vida de los pobres. Para él, las enfermedades y muertes en comunidades empobrecidas no son “accidentes biológicos”, sino resultados de sistemas injustos que producen sufrimiento evitable. En la actualidad, a pesar de los avances biomédicos que permiten a las personas con distintas enfermedades llevar una vida saludable, el estigma sigue siendo uno de los

  5. mayores obstáculos para acceder los servicios de salud que se supone son derechos y estas por discriminación no se han de respetar. Campillay y Monárdez (2019) señalan que este estigma se manifiesta en diversas dimensiones: rechazo social, discriminación en los servicios de salud, baja autoestima, aislamiento y temor a revelar el diagnóstico. Los autores destacan que los profesionales de la salud, al reproducir prejuicios sociales, pueden convertirse en agentes de discriminación, generando barreras de acceso a la atención, vulnerando derechos humanos y debilitando la confianza en el sistema sanitario. Por ejemplo, de acuerdo con estudios revisados por los autores, la discriminación hacia las personas con VIH no se limita a actitudes individuales, sino que está arraigada en estructuras sociales, legales y culturales que perpetúan desigualdades y discriminación. El estigma y la discriminación en el sistema de salud representan un problema estructural que limita el derecho a la atención digna y equitativa. Para comprenderlo, es necesario reconocer que el estigma no es un fenómeno individual aislado, sino una construcción social que se reproduce en las instituciones. Como señala Erving Goffman (1963), el estigma deteriora la identidad de las personas al clasificarlas como “diferentes” o “inferiores”, lo que en el ámbito sanitario se traduce en prácticas de exclusión. Diversos estudios muestran que ciertos grupos como “Personas que viven con VIH, mujeres indígenas o personas con discapacidad enfrentan barreras para acceder a servicios de salud de calidad” (OPS, 2020). Este hecho evidencia la persistencia de sesgos y supuestos prejuiciosos en el personal de salud y en las políticas públicas. Al contrastar las investigaciones, se observa que, mientras algunos autores destacan el déficit de recursos como causa principal de la discriminación, otros enfatizan la reproducción de desigualdades sociales dentro de las instituciones sanitarias. Frente a ello, consideramos que la discriminación en salud no puede explicarse solo por limitaciones económicas, sino también por estructuras de poder que legitiman prácticas excluyentes. Por tanto, la solución no debe limitarse a aumentar presupuestos, sino a implementar programas de formación con enfoque en derechos humanos e interculturalidad. De este modo, se fomenta un cambio de actitudes en los profesionales de la salud y se garantiza el respeto a la dignidad de todos los pacientes. El estigma y la discriminación que persisten en el sistema de salud no surgen de manera aislada, sino que responden a causas sociales, culturales e institucionales que se han ido consolidando a lo largo del tiempo. Muchos prejuicios relacionados con la pobreza, el género, la orientación sexual, la discapacidad o el origen étnico se reproducen dentro de los hospitales y centros de atención, influyendo en la forma en que los profesionales tratan a los pacientes. A esto se suma la falta de formación en derechos humanos e interculturalidad, así como la existencia de estructuras de poder que legitiman desigualdades. Como afirma Nancy Krieger (2001), las inequidades en salud no son naturales, sino el resultado de “procesos sociales que distribuyen sistemáticamente riesgos y oportunidades”. En este sentido, comprender las causas del estigma y la discriminación permite no solo entender el problema, sino también pensar en estrategias de cambio más efectivas. Las causas principales son la desinformación, persistencia de mitos sobre las formas de transmisión de diferentes enfermedades, lo que genera miedo, rechazo y dificulta la prevención adecuada. Perjuicios morales y sociales, Asociación de la enfermedad con conductas “inmorales” o estigmatizadas, provocando discriminación, aislamiento social y que muchas personas eviten acudir a los servicios de salud. Falta de información ética en profesionales de la salud, ausecia de capacitación en bioética, derechos humanos e interculturalidad, lo que puede llevar a malos tratos, vulneración de la dignidad y falta de

  6. empatía hacia los pacientes. Desigualdades sociales y económicas, pobreza, falta de educación, ruralidad, pertenencias a grupos vulnerables, lo que limita el acceso a servicios de salud, aumenta la incidencia de enfermedades y profundiza las brechas sociales. Barreras institucionales, leyes insuficientes, protocolos ineficaces contra la discriminación, falta de apoyo psicosocial y confidencialidad limitada generando obstáculos en la atención, falta de programas efectivos y desprotección de los más vulnerables. El estigma y la discriminación dentro del sistema de salud no solo afectan el trato que reciben las personas, sino que también generan resultados negativos que se reflejan en su bienestar y en la calidad de la atención médica. Cuando un paciente es juzgado por su origen, su condición económica, su orientación sexual o por una enfermedad estigmatizada, muchas veces se siente rechazado o desvalorizado, lo que lo lleva a evitar acudir a los centros de salud. Esto trae como consecuencia que su situación se agrave y que aumente la desconfianza hacia los profesionales y las instituciones sanitarias. Además, el problema no queda solo en lo individual, ya que la discriminación reproduce desigualdades y debilita la salud pública, afectando a toda la sociedad. Por estas razones, es importante reconocer las consecuencias del estigma en la salud para poder plantear cambios reales y efectivos en la atención médica. Estas consecuencias se pueden manifestar cuando notamos actitudes de la siguiente manera: sentimientos de soledad, vergüenza, baja autoestima, miedo a pedir ayuda. entre otro podemos hallar casos como en el acceso a salud, retraso en diagnósticos, abandono de tratamientos, falta de adherencia a los medicamentos. En la salud pública, mayor propagación de enfermedades infecciosas como tuberculosis o VIH debido al silencio y el miedo. En la sociedad, perpetuación de desigualdades y reproducción de estereotipos. En los derechos humanos: Vulneración de principios básicos como la dignidad, la igualdad y la privacidad Frente al problema del estigma y la discriminación en el sistema de salud, es necesario plantear diversas alternativas de solución que contribuyan a reducir las desigualdades y garantizar un trato digno a todos los pacientes. Una de ellas consiste en desarrollar campañas educativas permanentes, orientadas a informar a la población sobre la transmisión y el tratamiento de enfermedades, con el objetivo de derribar mitos y disminuir temores. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2018), la educación en salud es clave para transformar percepciones negativas y generar comunidades más inclusivas. Asimismo, resulta fundamental promover la formación humanizada de los profesionales de la salud, incorporando en los planes de estudio universitarios cursos de bioética, comunicación empática y enfoque intercultural. Tal como señala Paul Farmer (2003), no se puede hablar de un sistema de salud justo sin profesionales conscientes de que la inequidad en salud es una forma de violencia estructural que debe ser enfrentada. Otra alternativa de solución es la creación de protocolos institucionales claros que sancionen cualquier acto de discriminación en hospitales y centros de atención, garantizando al mismo tiempo la confidencialidad y el respeto hacia los pacientes. En la misma línea, la atención intercultural debe ser una prioridad, reconociendo y valorando las lenguas originarias y las costumbres de cada comunidad. Según Krieger (2001), los procesos sociales distribuyen riesgos y oportunidades de manera desigual, lo que hace necesario fortalecer las políticas de equidad en salud. En conclusión, el estigma y la discriminación en el sistema de salud tienen raíces históricas profundas, vinculadas a prejuicios sociales, culturales y morales que se han perpetuado

  7. con el tiempo. A pesar de los avances biomédicos y normativos, estas actitudes persisten en la actualidad, especialmente en el ámbito sanitario, afectando con mayor fuerza a grupos vulnerables como personas con VIH, comunidades indígenas, mujeres y personas con discapacidad. Las principales causas identificadas son la desinformación, la reproducción de prejuicios sociales, las desigualdades estructurales y la insuficiente formación ética e intercultural de los profesionales de la salud. Estas prácticas generan consecuencias graves, que se reflejan en el deterioro de la salud individual, en un impacto negativo en la salud pública, en la vulneración de los derechos humanos y en la pérdida de confianza hacia las instituciones sanitarias. Por ello, las alternativas desolución deben plantearse desde un enfoque integral que combine la educación y sensibilización de la población, la implementación de protocolos claros contra la discriminación, el fortalecimiento del acceso equitativo, el apoyo psicosocial a los pacientes y la incorporación de una visión intercultural en la atención. Solo así será posible avanzar hacia un sistema de salud inclusivo, equitativo y respetuoso de la dignidad de todas las personas. Referencias bibliográficas: Ñopo, H., Chong, A., & Moro, A. (Eds.). (2011). Discriminacion en América Latina: Una Perspectiva Económica. The World Bank. Campillay, M., & Monárdez, M. (2019). Estigma y discriminación en personas con VIH/SIDA, un desafío ético para los profesionales sanitarios. Revista de Bioética y Derecho, (47), 171– 188. Link, B. G., & Phelan, J. C. (2001). Conceptualizing stigma. Annual Review of Sociology, 27(1), 363–385. Organización Mundial de la Salud. (2017). Discrimination in health care. Organización Mundial de la Salud (OMS). (2021). Informe mundial sobre equidad en salud. Ginebra: OMS Goffman, Erving. Stigma: Notes on the Management of Spoiled Identity. New York: Simon & Schuster, 1963. Simon & Farmer, Paul. Infections and Inequalities: The Modern Plagues. Berkeley: University of California Press, 1999. Krieger, Nancy. Theories for Social Epidemiology in the 21st Century: An Ecosocial Perspective. International Journal of Epidemiology, Vol. 30, No. 4, 2001, pp. 668–677. Schuster+2Biblioteca de Princeton+2

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