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DESCUBRIR Y RECUPERAR LA VIDA DESDE EL BAUTISMO

DESCUBRIR Y RECUPERAR LA VIDA DESDE EL BAUTISMO. ¿Qué significa para nosotros, que fuimos bautizados de pequeños, vivir desde la realidad del bautismo?.

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DESCUBRIR Y RECUPERAR LA VIDA DESDE EL BAUTISMO

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Presentation Transcript


  1. DESCUBRIR Y RECUPERAR LA VIDA DESDE EL BAUTISMO

  2. ¿Qué significa para nosotros, que fuimos bautizados de pequeños, vivir desde la realidad del bautismo?

  3. La vida desde el bautismo significa vivir de modo más consciente y auténtico, vivir desde otra dimensión, desde la dimensión de la gracia y no del cumplimiento, ser libre frente a las expectativas del mundo, obrar recurriendo al manantial interior y no sólo desde mis fuerzas.

  4. El hecho de que esté bautizado me plantea continuamente preguntas: • ¿Qué significa ser una persona humana? • ¿Quién soy verdaderamente? • ¿De dónde vengo? • ¿Hacia dónde voy? • ¿Qué quiero hacer de mi vida? • ¿Cuál es el misterio de mi vida? • ¿Qué significa ser cristiano? • ¿Cómo entiende Jesucristo mi vida? • ¿Qué me quiere decir él hoy? • ¿Qué posibilidades existen hoy para vivir en comunión con Jesucristo? ¿Cómo me distingo de los que no han sido bautizados?

  5. ESTOY BAUTIZADO HE SIDO BAUTIZADO

  6. Cada vez que dudamos de nosotros mismos o experimentamos sentimientos de inferioridad, cuando no nos aceptamos, el recuerdo del bautismo –como aceptación incondicional por parte de Dios– debería ayudarnos a aceptarnos y amarnos a nosotros mismos.

  7. LA FUENTE DE LA VIDA El bautismo nos dice que no sólo somos hijos de nuestros padres, sino también hijos de Dios. No solamente poseemos las características que hemos heredado de nuestros padres, sino que en nosotros fluye también la vida divina.

  8. Cuando ya nada fluye en nosotros. Todo es mera rutina. Cuando nos sucede esto, el recuerdo del bautismo podría poner de nuevo en movimiento nuestra vida íntima.Podríamos entrar en contacto nuevamente con la fuente interior. El bautismo quiere volvernos a sensibilizar, para que la vida pueda empezar a fluir de nuevo.

  9. EN COMUNIDAD Estar bautizado no sólo significa vivir de la fuente divina, sino también vivir en comunión con Jesucristo ¿De qué manera marca este hecho nuestra vida, la percepción de nosotros mismos? Meditar sobre nuestro bautismo significa, que nunca nos sentimos solos, con nosotros y dentro de nosotros está Jesucristo. No debemos pensar a toda costa siempre en él ni tenemos que leer sin parar la Biblia para ponernos en contacto con él. Él está en nuestro interior.

  10. EL AGUA BENDITA El agua bendita quiere mantenernos despierta la experiencia de que en nosotros corre la fuente del Espíritu Santo, que no nos hemos secado ni quemado, sino que en nosotros corre continuamente el agua vivificante de Dios que nos refresca y renueva. El agua bendita es también un símbolo de que en el bautismo hemos sido totalmente lavados y purificados.

  11. Cuando nos signamos con el agua bendita vislumbramos lo que significa estar totalmente puro, permeable a Dios, crecer libres de toda perturbación que falsea la imagen originaria de Dios en nosotros, purificados de nuestro pasado y de nuestra culpa, las manchas que se han grabado a lo largo de la historia de nuestra vida desaparecen.

  12. Nos signamos con la cruz en la frente, en el pecho, del hombro izquierdo al derecho, reconociendo con este gesto que la vida y el amor de Dios discurren en nuestros pensamientos, en nuestra vitalidad y en nuestra sexualidad, en el nivel inconsciente y en el consciente y que todo lo que hay en nosotros ha sido aceptado y amado incondicionalmente.

  13. REVESTIRSE DE CRISTO En el bautismo nos hemos revestido de Cristo. Esto suena a menudo como una frase devota, pero que no afecta a nuestra vida. Descubramos su significado observando como lo viven los que tradicionalmente lo han vivido. Por ejemplo, en la tradición religiosa era costumbre que el sacerdote, al revestirse con sus ornamentos sagrados, recitase respectivamente la siguiente oración: «Me he revestido con las vestiduras de la salvación». Al ponerse la estola decía: «Me visto con el vestido de la inmortalidad».

  14. A lo largo del año litúrgico hay dos festividades que nos recuerdan sobre todo nuestro bautismo:la fiesta del bautismo del Señor, el primer domingo después de la Epifanía, y la noche de Pascua.El sacerdote, en la fiesta del bautismo de Jesús, al inicio de la eucaristía, rocía a todos los fieles con agua bendita al tiempo que toda la asamblea canta el antiguo himno Asperges me «Rocíame con el hisopo, Señor, y quedaré limpio. Lávame, y quedaré más blanco que la nieve».

  15. En la noche pascual el sacerdote bendice el agua bautismal. Introduce tres veces el cirio pascual en el agua, diciendo: «Te pedimos, Señor, por tu querido Hijo, que descienda sobre esta agua la fuerza del Espíritu Santo, para que todos los que han sido sepultados con Cristo en su muerte, mediante el bautismo resuciten con Él a la vida eterna». Después de la Vigilia Pascual, pueden llevar consigo a casa el agua bendecida. Les debe recordar durante todo el tiempo de Pascua, que han resucitado con Cristo, que en ellos la vida ha vencido también a la muerte.

  16. SACIARSE EN LA FUENTE DE LA FUERZA DEL ESPÍRITU

  17. Tomar conciencia de que estamos ungidos con Espíritu Santo, de que el Espíritu está en nosotros, es descubrir su Fuerza en la confirmación, es lo mismo que vivir según el Espíritu. Pero, ¿qué quiere decir vivir según el Espíritu de Dios?

  18. VIVIR SEGÚN LA LIBERTAD DEL ESPÍRITU La experiencia más importante de los que viven según el Espíritu es, para Pablo, la libertad: «Ya no pesa, por tanto, condenación alguna sobre los que viven en Cristo Jesús. La ley del Espíritu vivificador te ha liberado por medio de Cristo Jesús de la ley del pecado y de la muerte» (Rom 8,lss). El Espíritu Santo nos libera de las cadenas de nuestra psique, en las que volvemos a caer una y otra vez.

  19. El Papa Juan Pablo II decía que nos movemos en una Cultura de muerte. Esta dependencia nos conduce a malograr nuestra vida. Pecado quiere decir fallar la meta, salirme del reino, y caer en esclavitudes, no acertar con nuestros esfuerzos al logro de nuestras esperanzas, no acertar en el blanco. Estos esquemas de vida significan la muerte. Nos apartan de la auténtica vida. Dejarse guiar por el Espíritu nos libera por dentro. Esta sería la experiencia más intensa de Pablo en su encuentro con Jesucristo: «Porque el Señor es Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad» (2Cor 3,17).

  20. Quien constantemente tiene que satisfacer las expectativas de los demás para sentirse plenamente persona, es un esclavo. Confiere a los demás poder sobre él. Quien vive según el Espíritu no da poder a los demás. El Espíritu que está dentro de nosotros mismos, nos libera del poder de aquellos que nos quieren infiltrar escrúpulos de conciencia, que nos quieren hacer dependientes de ellos, que nos quieren oprimir bajo la imagen que ellos se han hecho de nosotros.

  21. VIVIR SEGÚN LA FUERZA DEL ESPÍRITU Reflexionemos un pequeño fragmento de los Hechos para mostrar cómo se puede configurar nuestra vida en concreto según la dynamis, la fuerza del Espíritu. Los discípulos hacen esta oración: «"Y ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos anunciar tu palabra con toda libertad. Manifiesta tu poder para que se realicen curaciones, señales y prodigios en el nombre de tu santo siervo Jesús". Al terminar su oración, el lugar en que estaban reunidos tembló; todos quedaron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a anunciar la palabra de Dios con toda valentía» (He 4,29-31). La palabra griega valentía / osadía es parresia. Parresia es la libertad de hablar, el valor para decir con libertad lo que siento en el corazón.

  22. Muchas veces, en nuestro hablar, nos dejamos condicionar por las expectativas de los demás. No decimos lo que tenemos dentro, sino lo que va a gustar a los otros, lo que nos hace amables a los ojos de los demás, lo que nos hace aparecer bajo una luz favorable. Por esto, nuestras palabras han perdido su fuerza. Nuestras palabras no obran nada, únicamente se adaptan. Vivir según la fuerza del Espíritu significaría decir aquello que siente nuestro corazón, lo que Dios nos inspira, sin un falso respeto ante la opinión de los demás.

  23. Vivir según la fuerza del Espíritu quiere decir que nos dejemos impregnar por el Espíritu Santo. Cuando me preparo para un diálogo con una persona que viene a pedir consejo, no tengo que exigirme el acierto en mis consejos ni tengo que pretender solucionar los problemas del otro con mi inteligencia. Escucho al otro y confío en que el Espíritu me indicará cómo tengo que reaccionar y qué tengo que decir. Esto me libera de la opresión de «acertar» y de «rendir». Esto me lleva una y otra vez a la constatación de auténticos milagros de sanación.

  24. El recuerdo de nuestra confirmación, SU FUERZA, nos tiene que animar a dar espacio a la fuerza del Espíritu dentro de nosotros. También hoy se realizan signos y prodigios, más de los que a veces creemos: cuando un encuentro resulta verdaderamente positivo, cuando algo nos toca el corazón, cuando el afligido percibe el consuelo del que le asiste, cuando uno que se desprecia a sí mismo descubre su propia dignidad y vuelve a experimentar la alegría de vivir. Con todo, el Espíritu Santo no sólo obra a través de nuestras capacidades, sino del mismo modo obra a través de nuestras debilidades.

  25. Cuando el Espíritu nos hace vibrar, también se mueven dentro de nosotros los viejos esquemas mentales. La rigidez cede y nace nueva vida. Somos sacudidos y nos despiertan de nuestro sueño. Descubrimos que nos habíamos instalado en la superficie de nuestra vida. La vibración provocada por el Espíritu Santo dentro de nosotros, nos pone en contacto con nuestras profundidades interiores. Y nos damos cuenta, de que esta vibración, alcanza a los demás.

  26. VIVIR SEGÚN LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO La tradición, apoyada en Pablo y en la promesa del Espíritu en Isaías 11,2ss., ha considerado siete dones del Espíritu: el espíritu de sabiduría, de entendimiento, de consejo, de ciencia, de fortaleza, de temor de Dios y de piedad. Siete es siempre el número de transformación, el que transforma lo terrenal en divino. Estos siete dones describen a la persona humana que vive según el Espíritu Santo.

  27. Cada persona tiene su propio don. Para saber cuál es mi don personal basta con contemplar mi historia existencial. Mis heridas se pueden convertir en dones. Me hacen sensible ante los demás. Mis cualidades pueden mostrarme mis dones. Uno sabe escuchar, otro toma la iniciativa, tiene ideas, es creativo, mueve algo. Otro sabe aguantar interiormente, es fiel, se puede contar siempre con él. Otro sabe dar nombre a los conflictos y resolverlos. Otro, en fin, es capaz de reconciliar las dos partes en litigio y unir lo que estaba dividido.

  28. Podemos estar seguros de que es el Espíritu Santo quien nos confía un don concreto. Él nos pondrá en contacto con nuevas posibilidades y cualidades. Y después de un tiempo podemos mirar hacia atrás con agradecimiento por lo que el Espíritu ha obrado en nosotros

  29. DEJARSE CONDUCIR POR EL ESPÍRITU Para Pablo, vivir según el Espíritu quiere decir orientarse según las exigencias del Espíritu: «Si vivimos gracias al Espíritu, procedamos también según el Espíritu. No seamos vanidosos, provocándonos y envidiándonos unos a otros» (Gál 5,25ss). Vivir según el Espíritu tiene consecuencias para nuestro comportamiento. Entrenarse en nuevas actitudes es un auténtico desafío. Pablo habla de los frutos del Espíritu Santo.

  30. Los frutos son un criterio importante a la hora de saber si vivo según el Espíritu de Dios. Nos muestran dónde se ha infiltrado el espíritu del maligno. Incluso nuestra vida religiosa puede quedar afectada por el mal espíritu, en forma de miedo, estrechez, dureza y auto justificación. Hace falta un largo camino de transformación hasta que toda nuestra existencia irradie amor, amabilidad, bondad y mansedumbre.

  31. La confirmación es la iniciación a la vida adulta. El recuerdo de la confirmación quiere evitar que caiga en actitudes infantiles y cargue sobre otros la responsabilidad de mis problemas. El recuerdo de la confirmación me invita a vivir mi vida yo mismo, en lugar de sentirme víctima de mi educación o de la situación social.

  32. Para introducirnos en el Espíritu de Jesús que se expresa en los dones del Espíritu necesitamos de la meditación diaria. Para esto, «la oración de Jesús» se puede volver un camino muy importante para ejercitarnos en las actitudes de Jesús. Ante nuestros enfados, nuestra inquietud, nuestra dureza, nuestros prejuicios, intentar pronunciar la palabra: «Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí». Así, muchas veces, experimentaremos cómo nuestro espíritu malo se deshace y sentimos dentro de nosotros algo de la misericordia y del amor de Jesús.

  33. El recuerdo de la confirmación nos llena de confianza en que el Espíritu de Dios es más fuerte que el espíritu del mundo. No vivimos a merced de nuestro pasado. No estamos condenados a repetir todas las heridas de nuestra infancia. El Espíritu nos puede transformar. Únicamente tenemos que abrirnos a Él constantemente y presentarle todos nuestros aspectos no salvados todavía, para que él los penetre y los transforme.

  34. CUANDO RECORDAMOS NUESTRA CONFIRMACIÓN Para todos nosotros, la fiesta de Pentecostés es siempre una ocasión para recordar que estamos confirmados y que queremos vivir según la fuerza del Espíritu. Si celebramos Pentecostés como recuerdo de nuestra confirmación, sería un buen ritual el de escoger una tarjeta con un don del Espíritu.Este don nos acompañaría hasta la próxima fiesta de Pentecostés. Nos podríamos fijar qué nos sugiere este don, cómo influye en nuestra forma de ver la realidad y cómo nos sugiere actitudes que hasta ahora habían quedado en el olvido.

  35. El gesto de exponernos al viento es un ritual que nos recuerda al Espíritu Santo. Según la fuerza del viento nos podemos abrir para que el Espíritu de Dios saque todo el polvo acumulado en nosotros, que se lleve todo espíritu de vaciedad, de formulismo, que se ha anidado en nuestro interior, y nos refresque, o bien nos dejaremos acariciar por el Espíritu suave que nos comunica su amor, tan profundo y transformante como la voz de Dios a Elías (cfr 1Re 19,12).

  36. Vivir abiertos a la confirmación significa tomar en serio la realidad del Espíritu Santo. Si tomamos conciencia, en todo lo que hacemos, de que el Espíritu está con nosotros, en nuestra respiración, en nuestro pensamiento, en nuestra palabra, en nuestra acción, nos liberamos del peso de tener que «rendir», de sentirnos solos en nuestros afanes. Y nos da la convicción de vivir desde otra realidad más alta.

  37. La fe en el Espíritu Santo que nos ha sido otorgado en la confirmación, con el que hemos sido ungidos y sellados, nos regala la confianza y la certeza de que lograremos nuestra vida. Tal vez no responderá a las expectativas de nuestro entorno ni a la escala de valores del mundo. Pero será una vida lograda. Porque el Espíritu es prenda de la herencia prometida (cf Ef 1,14), es promesa de que Dios no me dejará de su mano protectora, de que soy posesión suya y cantaré para siempre «un himno de alabanza a su gloria» (cf Ef 1,14).

  38. Quien da espacio al Espíritu de Dios en su vida, experimentará cómo el Espíritu le fecunda, le vivifica y le otorga la verdadera libertad. Esta libertad es la que hoy tanto necesitamos todos, porque todos estamos condicionados por mil dependencias. Nuestra confirmación nos quiere recordar una y otra vez la palabra de Pablo: «Porque el Señor es Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor allí hay libertad» (2Cor 3,17).

  39. EJE SACRAMENTAL

  40. Tema 1: Fundamentación Importancia

  41. La palabra latina "sacramentum" significa etimológicamente algo que santifica (res sacrans), y equivale en griego a la voz "misterio" (musthrion: casa sacra, oculta o secreta). Del significado nominal se ve claro que el sentido de la palabra es muy amplio: significa cualquier cosa sagrada o religiosa.

  42. La Iglesia es, en Cristo, como un sacramento; o sea, signo e instrumento de la unión con Dios, y de la unidad de todo el género humano

  43. Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina (CC.1131).

  44. ELEMENTOS: 1. Es sensible 2. Es signo de otra realidad 3. Instituido por Jesucristo en su vida terrena 4. Tienen eficacia sobrenatural 5. Han sido confiados a la Iglesia

  45. El sacramento es un símbolo, un signo, que representa sensiblemente una realidad misteriosa; pero es un símbolo de otro orden. Instituido por Cristo, tiene la fuerza de contener realmente lo que significa.

  46. “Estudiar un sacramento significa comprenderlo desde una situación vital, en un contexto cultural histórico y realzado, que tiene en cuenta los datos de la realidad y el contexto social así como las reacciones y mecanismos personales y colectivos ante esta situación, detectando los fenómenos religiosos que en relación con esta situación se han dado y se dan hoy y profundizando en la riqueza de la experiencia límite que se viven en la llamada a la trascendencia o en la revelación de lo divino desde la misteriosidad de lo humano ” [1] [1] Borobio, Dionisio “Sacramentos y Etapas de la Vida” Ed. Sígueme - Salamanca 2000, pag 22

  47. La liturgia es una acción, un conjunto de signos que nos introducen en comunión con el misterio, que nos hacen experimentarlo más que entenderlo.

  48. A. ¿Qué es un signo? • Es algo que indica • Su contenido es elemental • Es vacío de presencia • Entre el significante y el significado no hay relación de comunión • Su significatividad no es verdadera Epifanía • Apunta a una realidad exterior a sí mismo • El signo no es lo que significa, nos orienta de un modo más o menos informativo. • Mensaje que designa o representa otra realidad. El humo indica la existencia del fuego El semáforo en su luz verde nos hace saber que ya podemos avanzar.

  49. B. ¿Qué es un símbolo? • Desempeña una función reveladora de sentido • Se transforma en receptáculo expresivo de la presencia • Contiene la presencia de la realidad simbolizada • Expresión de una experiencia humana. • La experiencia comporta una dimensión no racionalizable, no tematizable, como constitutivo específico: un componente no conceptualizable. • Tiene una potencia intrínseca constitutiva de la existencia humana.

  50. La experiencia del amor no se puede comunicar en profundidad, nada más que mediante expresiones simbólicas. • Significa en sentido figurado, orienta a lo que se simboliza. • Mediante el símbolo se llega a la experiencia humana. • Puede ser contemplado: remite a un más allá de sí mismo. • Supone un código socialmente admitido de comunicación. • Los símbolos configuran al hombre.

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