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Nuevo Año Litúrgico

Nuevo Año Litúrgico. 2012-2013. CICLO C. Adviento.

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Presentation Transcript


  1. Nuevo Año Litúrgico 2012-2013 CICLO C

  2. Adviento «El tiempo de Adviento posee una doble índole: es el tiempo de preparación para Navidad, solemnidad que conmemora el primer advenimiento o venida del Hijo de Dios entre los hombres, y es al mismo tiempo aquel que, debido a esta misma conmemoración o recuerdo, hace que los espíritus dirijan su atención a esperar el segundo advenimiento de Cristo como un tiempo de expectación piadosa y alegre...

  3. ... El tiempo de Adviento comienza con las primeras vísperas del domingo que coincide con el 30 de noviembre o que es el más próximo a este día y finaliza antes de las primeras vísperas de Navidad (en este año es el 28 de Noviembre). Los domingos de este tiempo reciben el nombre de domingos 1o, 2o, 3o y 4o de Adviento. Las ferias del 17 al 24 de diciembre inclusive son días destinados a una preparación más intensa de la Navidad.» (Normas Universales sobre el Año Litúrgico y sobre el Calendario, nn. 39-42).

  4. Prepararnos para el encuentro con CRISTO

  5. Tercer DomingO de ADVIENTO

  6. «¿Qué debemos hacer?

  7. CONTEMPLACIÓN ACCIÓN ORACIÓN MEDITACIÓN TERCER DOMINGO DE ADVIENTO CICLO - C - LECTURA Pasos de la Lectio Divina PREPARACIÓN

  8. AMBIENTACION

  9. Todo el ambiente que vivimos en la ciudad nos está hablando de la Navidad. La preparación de Navidad que se hace en la ciudad, incluso en nuestras familias no ayuda a preparar la «Navidad cristiana» que nosotros hemos de vivir. En el Adviento, camino de preparación, se nos van ofreciendo unas «metas a nuestra esperanza navideña»: - el primer domingo se nos afirmaba: «¡el Señor vendrá!». - el segundo domingo nos invitaba: «¡preparemos el camino para recibirlo!». - el tercer domingo, hoy, se nos dice: «¡estén alegres porque el Señor está cerca!».

  10. La proximidad del Señor trae alegría porque es portador de la paz. Nos preparamos a la celebración pidiendo perdón por todos nuestros pecados:

  11. PREPARACIÓN INVOCACIÓN AL ESPIRITU SANTO

  12. Invoquemos Al ESPIRITU SANTO

  13. Ven, Espíritu Santo, a despertar el corazón de la Iglesia, para que el Pueblo de Dios, atento a la Palabra, se prepare para recibir la venida gozosa del Hijo de Dios. Revive en nosotros la actitud con que la Iglesia, a lo largo de su vida, bajo la guía del Magisterio, ha escuchado la Palabra que la invita a estar preparada y vigilando para recibir al Señor que viene a visitar a su Pueblo.

  14. Prepáranos para encontrar en la Palabra la paz que necesitamos para apagar los odios y las discordias y poner fin a la violencia. Amén.

  15. LECTURA ¿QUÉ DICE el texto?

  16. Leamos la PALABRA

  17. PRIMERA LECTURA Sof. 3, 14-18a: «El Señor se alegrará en ti»

  18. En la 1ª lectura resuena el canto de júbilo del profeta Sofonías: «Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel... El Señor será el rey de Israel en medio de tí... (Sof 3, 14s). Esta llamada quiere despertar al pueblo de Dios del Viejo Testamento para que siga creyendo en la actualidad y el auxilio de la alianza divina tras tantos tropiezos y decepciones. Llega el tiempo en que el Señor expondrá su grandeza ante todo el mundo. Cada año, la profecía mesiánica de este tercer domingo de adviento habla del gozo de la proximidad del Señor.

  19. Pero en este ciclo C, la lectura de Sofonías está íntegramente dedicada al gozo y al entusiasmo. Es que el evangelista Lucas -que nos acompaña este año- habla con frecuencia de la alegría evangélica. Más aún: el anuncio del ángel a María está calcado sobre las palabras del profeta Sofonías. Ella es la «Hija de Sión», la nueva Jerusalén, ciudad santa donde habita Dios. Y no nos alegramos solamente nosotros; puede decirse que el mismo Señor experimenta la alegría de su obra. «¡Alegría, alegría, lágrimas de alegría!», decía Pascal, para expresar su emoción religiosa.

  20. SALMO RESPONSORIAL Is. 12, 2-6: «Griten jubilosos: qué grande es en medio de ti el santo de Israel»

  21. Como un eco de la profecía de Sofonías, el cántico de Isaías que ocupa hoy el lugar del salmo, insiste en las mismas ideas. Con este himno concluye la sección de Isaías titulada «Libro del Enmanuel» (capítulos 7-12). Su contexto es el de la guerra siroefraimita. Colocado en este punto del texto sagrado, el canto, que en su origen tal vez fuera una acción de gracias personal, sirve de epílogo a dos siglos de historia: un epílogo de alabanza.

  22. Israel y Judá han pagado, en efecto, duramente las consecuencias de la rebelión a la Palabra del Señor, de la confianza depositada en peligrosas alianzas extranjeras, de la relajación moral y religiosa. Pero ha llegado el tiempo de la consolación: los supervivientes se apoyarán en el Santo de Israel con lealtad La presencia del Señor en nuestra ciudad -en la Iglesia de Dios- es la que motiva nuestro canto de alegría.

  23. Ojalá esta FE se mantuviese siempre viva en nosotros, para no caer nunca en el miedo o en el desánimo, antes al contrario: para vivir siempre dando testimonio de la alegría que nadie podrá quitarnos.

  24. SEGUNDA LECTURA Flp. 4,4-7: «El Señor está cerca»

  25. La segunda lectura permite continuar escuchando el canto de alegría: «Estén siempre alegres en el Señor; se lo repito, estén alegres» (Flp. 4, 4). El apóstol Pablo esclarece la frase del profeta Sofonías del Antiguo Testamento, pues Dios se ha hecho visible en Cristo Jesús, de tal manera que no quede ya ningún fundamento para angustias o preocupaciones. Quien ha hallado a Cristo, ha hallado la paz.

  26. Este es el texto más clásico de este tercer domingo de Adviento, al que la tradición cristiana ha denominado «Gaudete» (Alégrense). La exhortación del Apóstol es una invitación a vivir cada día con el gozo que brota de la proximidad del Señor. No es solamente un gozo íntimo y escondido, sino una alegría testimonial, que distingue a los cristianos. Su ejemplo más perfecto es la Virgen María; ella es la que tuvo siempre más cerca al Señor.

  27. EVANGELIO: Lc. 3, 10-18: «¿Qué hemos de hacer?»

  28. EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGUN SAN LUCAS R/. Gloria a Ti, Señor. 10 Entonces le preguntaba la multitud: –¿Qué debemos hacer? 11 Les respondía: –El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; otro tanto el que tenga comida.

  29. 12 Fueron también algunos recaudadores de impuestos a bautizarse y le preguntaban: –Maestro, ¿qué debemos hacer? 13 Él les contestó: –No exijan más de lo que está ordenado. 14 También los soldados le preguntaban: –Y nosotros, ¿qué debemos hacer? Les contestó: –No maltraten ni denuncien a nadie y conténtense con su sueldo.

  30. 15 Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban por dentro si Juan no sería el Mesías, 16 Juan se dirigió a todos: –Yo los bautizo con agua; pero viene uno con más autoridad que yo, y yo no soy digno para soltarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego. 17 Ya empuña la horquilla para limpiar su cosecha y reunir el trigo en el granero, y quemará la paja en un fuego que no se apaga.

  31. 15 Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban por dentro si Juan no sería el Mesías, 16 Juan se dirigió a todos: –Yo los bautizo con agua; pero viene uno con más autoridad que yo, y yo no soy digno para soltarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego. 17 Ya empuña la horquilla para limpiar su cosecha y reunir el trigo en el granero, y quemará la paja en un fuego que no se apaga. Palabra del Señor R/. Gloria a Ti, Señor Jesús

  32.  Lucas señala tres categorías de personas que van a pedir consejo a Juan Bautista: «¿Qué debemos hacer?»: la multitud (Lc. 3,10), los publicanos (Lc. 3,12) y los soldados (Lc. 3,14). - La repuesta para la multitud es sencilla: «¡Quien tenga dos túnicas, dé una a quien no tiene; y el que tenga para comer, haga otro tanto!» (Lc. 3,11). Respuesta clara: Compartir los bienes es la condición para recibir la visita de Dios y pasar del Viejo al Nuevo Testamento.

  33. - En la respuesta para los publicanos (Lc. 3,13) y a los soldados (Lc. 3,14) Juan pide la misma cosa pero aplicada a su categoría. Los publicanosno pueden exigir más de lo permitido. El abuso por parte de los publicanos era la plaga de la sociedad de aquella época. Los soldados no pueden hacer extorsión a nadie o denunciar falsamente, deben contentarse con el salario.

  34. Cuando Lucas escribe, hacia los años ochenta, todavía había mucha gente que pensaba que Juan fuese el Mesías (cf. Hch.19,3; 13,15). Lucas cita las mismas palabras de Juan para ayudar a los lectores a colocar la persona de Juan en el conjunto de la historia de la Salvación. Juan reconoce que Jesús es el más fuerte. La diferencia entre Jesús y Juan está en el don del Espíritu que será dado a través de Jesús, porque es EL HIJO. Juan es sólo el precursor

  35. MEDITACIÓN ¿QUÉ NOS DICE el texto?

  36. Meditemos la PALABRA

  37. «¿Qué debemos hacer?» Subrayemos que el texto evangélico repite varias veces la pregunta: «¿Qué debemos e hacer?». Y Juan Bautista da respuestas adecuadas a cada situación. No contesta invitando a abandonar las tareas propias, sino indicando el modo de llevarlas a cabo como corresponde a personas realmente convertidas. La pregunta «qué debemos de hacer» indica que la conversión cristiana no implica únicamente una forma de pensar, sino también una forma de vivir.

  38. La respuesta de Juan no es, en ningún momento, una invitación a dejar la situación en que cada uno se encuentra, sino a vivirla sin pecado. Ninguna invitación, pues, a quedarse en el desierto, sino a continuar en plena historia con un espíritu de espera para cuando el Señor vuelva. En la misma línea, el mensaje de San Pablo a los Filipenses es una respuesta a esta misma pregunta: se trata de una exhortación a vivir en la alegría, por la presencia del Señor, a vivir en la paz y en la seguridad de Dios, a dar testimonio de ello en la vida y a orar con confianza.

  39. Esta lectura es clásica para este Domingo en la liturgia romana; el leccionario la ha mantenido en el ciclo C, a causa de la temática «gozosa» propia de Lucas: en el tiempo de la Iglesia, el cristiano vive la alegría escatológica que viene de la presencia y de la comunión con el Señor, en la fuerza del Espíritu y la acción sacramental. Es lo que anunciaba Sofonías: «Alégrate, Hija de Sión...». También nosotros continuamos haciéndonos la misma pregunta, y recibiendo la misma respuesta. Es que nuestro encuentro con el Señor, en su venida, sólo será gozoso si vamos acompañados de buenas obras.

  40. En el Evangelio se escucha el eco de la embajada de Juan el Bautista: el Mesías prometido en el Antiguo Testamento se encuentra ahí ya. Juan descubre al efecto su tarea, consistente en ser preparador de los caminos del Mesías para luego retirarse cuando El llegue, el cual «puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias» (Lc. 3, 16).

  41. Una cosa no hay que olvidar en la celebración cristiana del Adviento: la comunidad reunida en torno al altar eucarístico no debe recaer en el Antiguo Testamento y obrar de tal manera en sus plegarias y en su vida como si Cristo no estuviera ahí. Cristo se encuentra en el medio como el Altísimo. El tiempo del Adviento anual es, por ende, la época de la reflexión seria, donde Cristo puede tomar una más honda posesión de cada uno de los cristianos, así como de la comunidad de los elegidos y hacerse eficiente en medio de ellos.

  42. «Ven, Señor Jesús» «El pueblo estaba expectante» (Lc. 3,15) Los primeros cristianos esperaban con ansia la segunda venida del Señor: El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven! Y aquel que escuche repita: ¡Ven!» (Ap. 22,17). ¿Atiendo yo a la venida del Señor o estoy del todo inmerso en la vida material, y por tanto, atraído desordenadamente por todo lo que pasa?

  43. En la tradición cristiana Juan Bautista es el mensajero que prepara al pueblo a la primera venida del Señor Jesús, el Mesías. La Iglesia ha recibido la misma misión de preparar el camino del Señor que viene: «¡Sí, vendré pronto». Parte integrante del mensaje evangélico de Lucas es la necesidad de la conversión; «metanoia», o sea, el cambiar la propia mentalidad por el modo de pensar y obrar de Dios.

  44. Muchas veces encontramos en el Evangelio de Lucas escenas en la que la misericordia de Dios se manifiesta en Jesucristo para los pobres y los humildes de corazón (Lc. 1, 46-5; 2, 1-20; 5, 12-31; 6, 17-38). Estas escenas contrastan con el tratamiento severo reservado a los ricos y orgullosos que tienen el corazón duro y cerrado para Dios y para el prójimo necesitado (Lc. 16, 19-31; 17, 1-3). El texto que nos propone la liturgia dominical, nos presenta esta temática. El pasaje 3, 10-18, es parte de la exposición que hace Lucas de la predicación del Bautista como preparación al ministerio de Jesús.

  45. Muchas veces encontramos en el Evangelio de Lucas escenas en la que la misericordia de Dios se manifiesta en Jesucristo para los pobres y los humildes de corazón (Lc. 1, 46-5; 2, 1-20; 5, 12-31; 6, 17-38). Estas escenas contrastan con el tratamiento severo reservado a los ricos y orgullosos que tienen el corazón duro y cerrado para Dios y para el prójimo necesitado (Lc. 16, 19-31; 17, 1-3). El texto que nos propone la liturgia dominical, nos presenta esta temática. El pasaje 3, 10-18, es parte de la exposición que hace Lucas de la predicación del Bautista como preparación al ministerio de Jesús.

  46. Juan Bautista anuncia la venida inminente del día del Señor: «Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente?» (Lc 3,7). Los profetas habían anunciado la llegada de este día de ira y de salvación, como también la venida de un mensajero reconocido como Elías (Sir. 48,11), que preparase el camino delante del Señor (Mlq. 3, 1-5). En la tradición cristiana Juan Bautista es el mensajero que prepara el día de la llegada del Señor, el Mesías: «viene uno que es más fuerte que yo» (Lc. 3,16).

  47. El ministerio de Juan, de hecho, se desarrolla en un tiempo de grandes expectativas mesiánicas: «el pueblo estaba expectante» (Lc. 3, 15) y pide al Bautista que diga si era él el Mesías. Esta petición se hará también en relación a la persona de Jesús (Lc. 9, 7-9.18-21) que en seguida revela su identidad con la confirmación implícita de la profesión de fe de Pedro.

  48. ORACIÓN ¿QUÉ LE DECIMOS NOSOTROS a DIOS?

  49. Oremos con la PALABRA

  50. Oh Verbo, esplendor del Padre, en la plenitud de los tiempos, Tú has bajado del cielo, para redimir al mundo. Tu evangelio de paz nos libre de toda culpa, infunda luz a la mentes, esperanza a nuestros corazones. Concédenos la gracia de vivir y obrar según tu Voluntad, para que, guiados e instruidos por tu Palabra, sepamos cómo proceder en nuestra vida diaria.

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