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Literatura de finales del siglo XIX y principios del xx - TEXTOS

Literatura de finales del siglo XIX y principios del xx - TEXTOS. MODERNISMO y GENERACIÓN DEL 98. MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98. El MODERNISMO. INFLUENCIAS DEL PARNASIANISMO El olímpico cisne de nieve con el ágata rosa del pico lustra el ala eucarística y breve

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Literatura de finales del siglo XIX y principios del xx - TEXTOS

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Presentation Transcript


  1. Literatura de finales del siglo XIX y principios del xx - TEXTOS MODERNISMO y GENERACIÓN DEL 98

  2. MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98

  3. El MODERNISMO

  4. INFLUENCIAS DEL PARNASIANISMO El olímpico cisne de nieve con el ágata rosa del pico lustra el ala eucarística y breve que abre al sol como un casto abanico. Rubén Darío INFLUENCIAS DEL SIMBOLISMO Los claros clarines de pronto levantan sus sones, su canto sonoro, su cálido coro, que envuelve en un trueno de oro la augusta soberbia de los pabellones. Rubén Darío (Marcha Triunfal)

  5. Dáctilo: _ UU Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda • Anfíbraco: U _ U ¡Ya viene el cortejo! Ya se oyenlos claros clarines • Trocaico: _ U Rosa roja palio azul a … ESQUEMAS RÍTMICOS

  6. Primavera. Ya las azucenas floridas y llenas de miel han abierto sus cálices pálidos bajo el oro del sol. Ya los gorriones tornasolados, esos amantes acariciadores, adulan a las rosas frescas, esas opulentas y purpuradas emperatrices; ya el jazmín, flor sencilla, tachona los tupidos ramajes, como una blanca estrella sobre un cielo verde. Ya las damas elegantes visten sus trajes claros, dando al olvido las pieles y los abrigos invernales. Y mientras el sol se pone, sonrosando las nieves con una claridad suave, junto a los árboles de la Alameda que lucen sus cumbres resplandecientes en un polvo de luz, su esbeltez solemne y sus hojas nuevas, bulle un enjambre ajeno a ruido de música, de cuchicheos vagos y de palabras fugaces. Texto modernista (Rubén Darío)

  7. SALUTACION DEL OPTIMISTAÍnclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda,espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve!Porque llega el momento en que habrán de cantar nuevos himnoslenguas de gloria. Un vasto rumor llena los ámbitos; mágicas ondas de vida van renaciendo de pronto; retrocede el olvido, retrocede engañada la muerte,se anuncia un reino nuevo, feliz sibila sueña,y en la caja pandórica de que tantas desgracias surgieron encontramos de súbito, talismánica, pura, riente,cual pudiera decirla en sus versos Virgilio divino,la divina reina de luz, ¡la celeste Esperanza!Pálidas indolencias, desconfianzas fatales que a tumba o a perpetuo presidio, condenasteis al noble entusiasmo, ya veréis el salir del sol en un triunfo de liras,mientras dos continentes, abandonados de huesos gloriosos,del Hércules antiguo la gran sombra soberbia evocando, digan al orbe: la alta virtud resucita,que a la hispana progenie hizo dueña de siglos.

  8. Hora de ocaso y de discreto beso;hora crepuscular y de retiro;hora de madrigal y de embeleso,de "te adoro", de "¡ay!" y de suspiro.Y entonces era en la dulzaina un juegode misteriosas gamas cristalinas,un renovar de notas del Pan griegoy un desgranar de músicas latinas.Con aire tal y con ardor tan vivo,que a la estatua nacían de repenteen el muslo viril patas de chivoy dos cuernos de sátiro en la frente.Como la Galatea gongoriname encantó la marquesa verleniana,y así juntaba a la pasión divinauna sensual hiperestesia humana;todo ansia, todo ardor, sensación puray vigor natural; y sin falsía,y sin comedia y sin literatura...:Si hay un alma sincera, ésa es la mía.La torre de marfil tentó mi anhelo;quise encerrarme dentro de mí mismo,y tuve hambre de espacio y sed de cielodesde las sombras de mi propio abismo. Yo soy aquel que ayer no más decíael verso azul y la canción profana,en cuya noche un ruiseñor habíaque era alondra de luz por la mañana.El dueño fui de mi jardín de sueño,lleno de rosas y de cisnes vagos;el dueño de las tórtolas, el dueñode góndolas y liras en los lagos;y muy siglo diez y ocho y muy antiguoy muy moderno; audaz, cosmopolita;con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,y una sed de ilusiones infinitas.Yo supe de dolor desde mi infancia,mi juventud... ¿fue juventud la mía?Sus rosas aún me dejan la fragancia...una fragancia de melancolía...Potro sin freno se lanzó mi instinto,mi juventud montó potro sin freno;iba embriagada y con puñal al cinto;si no cayó, fue porque Dios es bueno.En mi jardín se vio una estatua bella;se juzgó de mármol y era carne viva;un alma joven habitaba en ella,sentimental, sensible, sensitiva. Y tímida, ante el mundo, de maneraque encerrada en silencio no salía,sino cuando en la dulce primaveraera la hora de la melodía... «Azul», Rubén Darío

  9. Muy influenciado por Rubén Darío, el Simbolismo y Parnasianismo • Obras con un tono decadente, cosmopolitista y con rasgos del folklore andaluz • Alma (1902), Ars moriendi (1922) Poetas: Manuel Machado

  10. VERANO Frutales cargados. Dorados trigales... Cristales ahumados. Quemados jarales... Umbría sequía, solano... Paleta completa: verano. Sonetillo de M. Machado

  11. Generación del 98

  12. Uno de los grandes poetas españoles del s.XX • Estilo personal de sencillez formal, profundidad filosófica y preocupación por España,. • Temas: España y el sentido de la vida • Estilo: antirretórico y métrica tradicional • Tres etapas: • Inicial. Modernista: Soledades (1903/1907) • Noventayochista. Campos de Castilla(1912) • Etapa final. Poesía filosófica. Nuevas canciones Poetas: Antonio Machado

  13. RECUERDO INFANTIL   Una tarde parda y fría de invierno. Los colegiales estudian. Monotonía de lluvia tras los cristales.         Es la clase. En un cartel se representa a Caín fugitivo, y muerto Abel, junto a una mancha carmín.         Con timbre sonoro y hueco truena el maestro, un anciano mal vestido, enjuto y seco, que lleva un libro en la mano.         Y todo un coro infantil va cantando la lección: «mil veces ciento, cien mil; mil veces mil, un millón».         Una tarde parda y fría de invierno. Los colegiales estudian. Monotonía de la lluvia en los cristales A. machado: Soledades

  14. Allá, en las tierras altas, por donde traza el Duero  su curva de ballesta en torno a Soria, entre plomizos cerros y manchas de raídos encinares, mi corazón está vagando, en sueños...   ¿No ves, Leonor, los álamos del río con sus ramajes yertos? Mira el Moncayo azul y blanco; dame tu mano y paseemos. Por estos campos de la tierra mía, bordados de olivares polvorientos, voy caminando solo, triste, cansado, pensativo y viejo. Campos de Castilla

  15. Yo voy soñando caminos de la tarde. ¡Las colinas doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas!... ¿Adónde el camino irá? Yo voy cantando, viajero a lo largo del sendero... -la tarde cayendo está-. "En el corazón tenía la espina de una pasión; logré arrancármela un día: ya no siento el corazón". Y todo el campo un momento se queda, mudo y sombrío, meditando. Suena el viento en los álamos del río. La tarde más se oscurece; y el camino que serpea y débilmente blanquea se enturbia y desaparece. Mi cantar vuelve a plañir: "Aguda espina dorada, quién te pudiera sentir en el corazón clavada". Campos de Castilla

  16.  A UN OLMO SECO Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido. ¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento. No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores. Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas. Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta; antes que rojo en el hogar, mañana, ardas en alguna mísera caseta, al borde de un camino; antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas; antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas,  olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida.  Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera. ANTONIO MACHADO

  17. MIGUEL DE UNAMUNO • Personaje contradictorio y marcado por un profundo sentido crítico: vida=agonía • Crisis existencial-religiosa en 1897. • Estilo apasionado. • Temas: regeneración del país y existenciales • Ensayos: Sobre el tema de España (Entorno al casticismo) o existenciales (Del sentimiento trágico de la vida). • Novelas: considera la novela como el canal adecuado para expresar sus preocupaciones, elimina elementos superfluos y analiza los conflictos existenciales de los personajes por medio del diálogo y del monólogo. Es lo que él mismo denominó nivolas: Amor y pedagogía (1902), Niebla (1913), La tía Tula (1921) y San Manuel Bueno, mártir (1930) • Fue criticado porque sus obras eran incorrectas técnicamente: inverosímiles, personajes sin identidad humana, ritmo temporal incorrecto…, pero fue así porque relegó la técnica a la temática AUTORES

  18. Miguel de Unamuno Del sentimiento trágico de la vida (fragmento) " La mente busca lo muerto pues lo vivo se le escapa; quiere cuajar en témpanos la corriente fugitiva, quiere fijarla. Para analizar un cuerpo, hay que menguarlo o destruirlo. Para comprender algo hay que matarlo, enrigidecerlo en la mente. La ciencia es un cementerio de ideas muertas, aunque de ellas salga vida. También los gusanos se alimentan de cadáveres. Mis propios pensamientos tumultuosos y agitados en los senos de mi mente, desgajados de su raíz cordial, vertidos a este papel y fijados en él en formas inalterables, son ya cadáveres de pensamientos. ¿Cómo pues, va a abrirse la razón a la revelación de la vida? Es un trágico combate, es el fondo de la tragedia, el combate de la vida con la razón. "

  19. Aquella tempestad del alma de Augusto terminó, como en terrible calma, en decisión de suicidarse. Quería acabar consigo mismo, que era la fuente de sus desdichas propias. Mas antes de llevar a cabo su propósito, como el náufrago que se agarra a una débil tabla, ocurriósele consultarlo conmigo, con el autor de todo este relato. Por entonces había leído Augusto un ensayo mío en que, aunque de pasada, hablaba del suicidio, y tal impresión pareció hacerle, así como otras cosas que de mí había leído, que no quiso dejar este mundo sin haberme conocido y platicado un rato conmigo. Emprendió, pues, un viaje acá, a Salamanca, donde hace más de veinte años vivo, para visitarme. Cuando me anunciaron su visita sonreí enigmáticamente y le mandé pasar a mi despacho-librería. […] empezó a contarme su vida y sus desdichas. Le atajé diciéndole que se ahorrase aquel trabajo, pues de las vicisitudes de su vida sabía yo tanto como él, y se lo demostré citándole los más íntimos pormenores y los que él creía más secretos. Me miró con ojos de verdadero terror y como quien mira a un ser increíble; creí notar que se le alteraba el color y traza del semblante y que hasta temblaba. Le tenía yo fascinado. –¡Parece mentira! –repetía–, ¡parece mentira! A no verlo no lo creería... No sé si estoy despierto o soñando... –Ni despierto ni soñando –le contesté. –No me lo explico... no me lo explico –añadió–; mas puesto que usted parece saber sobre mí tanto como sé yo mismo, acaso adivine mi propósito... –Sí –le dije–, tú –y recalqué este tú con un tono autoritario–, tú, abrumado por tus desgracias, has concebido la diabólica idea de suicidarte, y antes de hacerlo, movido por algo que has leído en uno de mis últimos ensayos, vienes a consultármelo. El pobre hombre temblaba como un azogado, mirándome como un poseído miraría. Niebla

  20. Miguel de Unamuno En torno al casticismo (fragmento)" Recórrense a las veces leguas y más leguas desiertas, sin divisar apenas más que la llanura inacabable donde verdea el trigo o amarillea el rastrojo, alguna procesión monótona y grave de pardas encinas, de verde severo y perenne, que pasan lentamente espaciadas, o de tristes pinos que levantan sus cabezas uniformes. De cuando en cuando, a la orilla de algún pobre regato medio seco o de un río claro, unos pocos álamos, que en la soledad infinita adquieren vida intensa y profunda. De ordinario anuncian estos álamos al hombre: hay por allí algún pueblo, tendido en la llanura al sol, tostado por éste y curtido por el hielo, de adobes muy a menudo, dibujando en el azul del cielo la silueta de su campanario. En el fondo se ve muchas veces el espinazo de la sierra y, al acercarse a ella, no montañas redondas en forma de borona, verdes y frescas, cuajadas de arbolado, donde salpiquen al vencido helecho la flor amarilla de la árgoma y la roja del brezo. Son estribaciones huesosas y descarnadas peñas erizadas de riscos, colinas recortadas que ponen al desnudo las capas de terreno resquebrajado de sed, cubiertas cuando más de pobres hierbas, donde sólo levantan cabeza el cardo rudo y la retama desnuda y olorosa. "

  21. JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ «Azorín» • Su obra es mezcla de novela y ensayo (híbridos) • Tema: el tiempo (fugacidad, fluir, eterno retorno…) y el contraste con el espacio y los sentimientos, lo cual produce tristeza y nostalgia • Estilo: preciso, frases breves yuxtapuestas (lentitud, disgregación. ruptura con el Realismo) • Léxico culto y con arcaísmos • Novelas: carecen de argumento, predomina la descripción de sensaciones y ambientes de manera impresionista, incluyen rasgos autobiográficos, reflexiones y evocaciones de paisajes: La voluntad. • Ensayo: mismos temas que en sus novelas: Alma castellana, Andalucía trágica

  22. Azorín Castilla (fragmento) " No puede ver el mar la solitaria y melancólica Castilla. Está muy lejos el mar de estas campiñas llanas, rasas, yermas, polvorientas; de estos barrancales pedregosos; de estos terrazgos rojizos, en que los aluviones torrenciales han abierto hondas mellas; mansos alcores y terreros, desde donde se divisa un caminito que va en zigzag hasta un riachuelo. Las auras marinas no llegan hasta esos poblados pardos de casuchas deleznables, que tienen un bosquecillo de chopos junto al ejido. Desde la ventana de este sobrado, en lo alto de la casa, no se ve la extensión azul y vagarosa; se columbra allá en una colina con los cipreses rígidos, negros, a los lados, que destacan sobre el cielo límpido. A esta olmeda que se abre a la salida de la vieja ciudad no llega el rumor rítmico y ronco del oleaje; llega en el silencio de la mañana, en la paz azul del mediodía, el cacareo metálico, largo, de un gallo, el golpear sobre el yunque de una herrería. Estos labriegos secos, de faces polvorientas, cetrinas, no contemplan el mar; ven la llanada de las mieses, miran sin verla la largura monótona de los surcos en los bancales. Estas viejecitas de luto, con sus manos pajizas, sarmentosas, no encienden cuando llega el crepúsculo una luz ante la imagen de una Virgen que vela por los que salen en las barcas; van por las callejas pinas y tortuosas a las novenas, miran al cielo en los días borrascosos y piden, juntando sus manos, no que se aplaquen las olas, sino que las nubes no despidan granizos asoladores. "

  23. Azorín El escritor (fragmento)" Absolutamente nada. Nada que se salga del carril cotidiano. La vida fluye incesable y uniforme; duermo, trabajo, discurro por Madrid, hojeo al azar un libro nuevo, escribo bien o mal -seguramente mal- con fervor o con desmayo. De rato en rato me tumbo en un diván y contemplo el cielo, añil y ceniza. ¿ Y por qué había de saltar de improviso el evento impensado? Trabajemos día tras día ¿Dónde está nuestro Leteo? En el afán diario. O acaso, a través de la obra hacemos ese dolor más delicado. ¡ Cincuenta años escribiendo... Desde los tres quinquenios con la pluma en la mano. Ímpetu, fervor, perseverancia, entusiasmo... Ha pasado mucho tiempo y los años cargan sobre mis hombros... Todo lo que asciende, desciende... Cuando podemos ya esperar, habiendo visto correr tanto tiempo lo ciframos en la obra cumplida. "

  24. Novelista por excelencia de la Generación del 98 • Destacó también como ensayista (obras de madurez) • Como novelista: • Concibe la novela como un «género abierto» • Técnicamente: son obras sin un plan previo, lineales fragmentarias, narradas en presente y con un narrador muy cercano. • Presentan una realidad de forma pesimista en los personajes (de acción, abúlicos) y ambientes (degradados) • Estilo vivo y sencillo: recoge la lengua viva • Busca la amenidad en el relato • Obras: Zalacaín el aventurero (1909), Camino de perfección (1902) y El árbol de la ciencia (1911) Pío Baroja

  25. Entre el puente de Segovia y el de Toledo, no muy lejos del comienzo del Paseo Imperial, se abre una hondonada negra con dos o tres chozas sór­didas y miserables. Es un hoyo cuadrangular, enne­grecido por el humo y el polvo del carbón, limitado por murallas de cascote y montones de escombros. Al llegar a los bordes de esta hondonada, el trapero se detuvo e indicó a Manuel una casucha próxima a un Tío Vivo roto y a unos columpios, y le dijo: -Esa es mi casa; lleva el carro ahí y vete descargando. ¿Podrás? -Sí; creo que sí. -¿Tienes hambre? -Sí, señor. -Bueno; pues dile a mi mujer que te dé de almorzar. Bajó  Manuel con el carro hasta la hondonada por una pendiente de escombros. La casa del trapero era la mayor de todas y tenía corral y un cobertizo adosado a ella. Se detuvo Manuel a la puerta de la casucha; una vieja le salió al encuentro. - ¿Qué quieres tú, chaval? -le dijo-. ¿Quién te manda venir aquí? -El señor Custodio. Me ha encargado que me diga usted dónde tengo que dejar lo que va en el carro. La vieja le indicó el cobertizo. -Me ha dicho también -agregó el muchacho­ que me dé usted de almorzar. - ¡Te conozco, lebrel! -murmuró la vieja.

  26. Y después de refunfuñar durante largo rato y de esperar a que Manuel descargara el carro, le dio un trozo de pan y de queso. Frente a la puerta de la vivienda, en un raso de tierra apisonado, se levantaba un Tío Vivo, rodeado de una valla bajita, octogonal, en cuyos palitroques, podridos por la acción de la humedad y del calor, se conservaban algunos restos de pintura azul. Aquellos pobres caballos del tío Vivo, pintados de rojo, ofrecían a las miradas del espectador indiferente el más cómico y al mismo tiempo el más lamentable de los aspectos; uno de los corceles, desteñido, presentaba color indefinible; otro debió de olvidad una de sus patas en su veloz carrera; algunos de ellos, en postura elegantemente incómoda, simbolizaban la tristeza humilde y la modestia honrada del buen gusto. Al lado del Tío Vivo se levantaba un caballete formado por dos trípodes, sobre los cuales se apoyaba una viga, cuyos ganchos servían para colgar columpios. La busca

  27. en río de oro. En este momento de prosperidad, el pueblo se agrandó, se limpiaron las calles, se pusieron aceras, se instaló la luz eléctrica...; luego vino la terminación del tratado, y como nadie sentía la responsabilidad de representar al pueblo, a nadie se le ocurrió decir: «Cambiemos el cultivo; volvamos a nuestra vida antigua; empleemos la riqueza producida por el vino en transformar la tierra para las necesidades de hoy.» Nada. El pueblo aceptó la ruina con resignación. -Antes éramos ricos -se dijo cada alcoleano-. Ahora seremos pobres. Es igual: viviremos peor; suprimiremos nuestras necesidades. Aquel estoicismo acabó de hundir al pueblo. Era natural que así fuese; cada ciudadano de Alcolea se sentía tan separado del vecino como de un extranjero. No tenían una cultura común (no la tenían de ninguna clase); no participaban de admiraciones comunes: sólo el hábito, la rutina, les unía; en el fondo, todos eran extraños a todos. El árbol de la ciencia, 1911. Las costumbres de Alcolea eran españolas puras, es decir, de un absurdo completo. El pueblo no tenía el menor sentido social; las familias se metían en sus casas, como los trogloditas se metían en su cueva. No había solidaridad; nadie sabía ni podía utilizar la fuerza de la asociación. Los hombres iban al trabajo y a veces al casino. Las mujeres no salían más que los domingos a misa. Por falta de instinto colectivo, el pueblo se había arruinado. En la época del tratado de los vinos con Francia, todo el mundo, sin consultarse los unos a los otros, comenzó a cambiar el cultivo de sus campos, dejando el trigo y los cereales y poniendo viñedos; pronto el río de vino de Alcolea se convirtió

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