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La Trinidad Santa

La Trinidad Santa. FORMULACIÓN DOGMÁTICA, 1. La participación de la vida de la Santísima Trinidad es el fin y la substancia de nuestra vida en Cristo. Creados, eleva- dos y redimidos para gozar de la Trinidad. Grandes esfuerzos de los cristianos para entender racionalmente

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  1. La Trinidad Santa

  2. FORMULACIÓN DOGMÁTICA, 1 La participación de la vida de la Santísima Trinidad es el fin y la substancia de nuestra vida en Cristo. Creados, eleva- dos y redimidos para gozar de la Trinidad. Grandes esfuerzos de los cristianos para entender racionalmente y expresar en lenguaje humano el misterio de la Trinidad. Ante los errores enunciados por algunos, el Magisterio, asistido por el Espíritu Santo, formuló progresivamente la doctrina de fe. Se trata de explicar racionalmente la verdad revelada de que hay tres Personas distintas en una sola naturaleza divina.

  3. FORMULACIÓN DOGMÁTICA, 2 Fe trinitaria de los primeros cristianos, 1 Didajé (antes del año 70): “Después de haber en- señado todo lo que precede, bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo...”. San Clemente romano, Carta a los Corintios (antes del año 96): “Vive Dios y vive el Señor Jesucristo y el Espíritu Santo, fe y esperanza de los elegidos”. Idem: “Los Apóstoles nos predicaron el Evangelio de parte del Señor Jesucristo; Jesucristo fue enviado de parte de Dios (Padre) (...). Por tanto, los Apóstoles (...), llenos de la certidumbre que les infundió el Espíritu Santo, partieron para dar la alegre noticia de que el Reino de Dios estaba para llegar”.

  4. FORMULACIÓN DOGMÁTICA, 3 Fe trinitaria de los primeros cristianos, 2 San Ignacio de Antioquía (+ 107), Carta a los Efesios: “Sois piedras del templo del Padre, elevadas a lo alto por la máquina de Jesucristo, que es la cruz, y ayudados del Espíritu Santo que es la cuerda”. Martirio de San Policarpo (156): “Señor Dios omnipotente: Padre de tu amado y bendecido Jesucristo (...). Yo te bendigo y te glori- fico por medio del Sumo sacerdote eterno y celestial Jesucristo, tu Hijo muy amado, por el cual sea dada la gloria a Ti junto a Él y al Espíritu Santo”.

  5. FORMULACIÓN DOGMÁTICA, 4 Los cristianos se encontraron en Oriente con numerosos mitos y creencias fantásticas con orientación sincretista. La más poderosa era el gnosticismo (de “gnosis”, conocimiento). En los siglos II y III surgieron diversas teorías gnósticas, amalgamas de ideas persas, babilónicas, egipcias y bíblicas con elementos de la filosofía platónica.

  6. FORMULACIÓN DOGMÁTICA, 5 Características del gnosticismo: 1) antropocentrismo(hombres “chispas” de la divinidad arrojadas al mundo material, y por la gnosis podrán volver a su estado inicial);2)dualismo espíritu-materia, bien-mal, luz-tinieblas (la materia procede de un demiurgo);3) los astros influyen sobre el mundo y condicionan la vida de los hombres;4) revelación (descenso de un ser superior a la materia para que el hombre cobre autoconciencia de sí mismo);5) salvación (autoliberación de la prisión corporal por la gnosis; sin sentido moral);6) visión pesimista del mundo;7) alma caída del cielo y aprisionada por un cuerpo material.

  7. FORMULACIÓN DOGMÁTICA, 6 Padres apologistas: defienden la fe de la Iglesia, mostrando su fundamento en la Revelación, su racionabilidad y su credibilidad. Arístides (+140): Cristo “es confesado como Hijo del Dios Altísimo, descendido del cielo por medio del Espíritu Santo”. San Justino (+165): El Logos procede del Padre y el Espíritu Santo ilumina a los profetas. Atenágoras (+177): defiende la fe en Dios Uno y Trino contra los que acusan a los cristianos de ateos. San Ireneo de Lyon (130-200): distingue clara-mente entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

  8. FORMULACIÓN DOGMÁTICA, 7 Escuela de Alejandría: destacan Clemente y Orígenes. Clemente de Alejandría (+211/215) defiende la unicidad de Dios frente al politeísmo pagano. Orígenes (185-255) considera la Trinidad en el marco de la econo- mía de la salvación: el Padre es el creador, el Logos es el mediador, el Espíritu Santo está presente dondequiera que hay santidad. Orígenes subraya la divinidad del Espíritu Santo. Así afirma: el Espíritu Santo “está eter- namente con el Padre y el Hijo, y como el Pa- dre y el Hijo existe siempre, existió y existirá”.

  9. FORMULACIÓN DOGMÁTICA, 8 Tertuliano, bajo el vocablo “monarquianismo”, agrupa a los que, al defender la unidad de Dios caen en el error de admitir en Dios una sola persona, un solo monarca. El monarquianismo presenta dos caminos: el adopcionista y el modalista. Monarquianismo adopcionista = Cristo sería un hombre que recibió la dignidad divina al descen- der sobre él el Espíritu de Dios. Es hijo de Dios por adopción. Teodoto de Bizancio (final del s. II): Cristo es un hombre que recibió una “dynamis” o fuerza divina en su Bautismo. Pablo de Samosata (obispo de Antioquía entre los años 260 y 280): El Hijo y el Espíritu Santo sólo serían fuerzas divinas identificadas con la Persona del Padre.

  10. FORMULACIÓN DOGMÁTICA, 9 Monarquianismo modalista Defendido por Noeto (180), Práxeas (190) y Sabelio (+260). Padre, Hijo y Espíritu Santo serían unos modos de manifestarse en la historia de la salvación el Dios unipersonal. Para Sabelio Dios se manifiesta como Padre en la creación, como Hijo en la redención y como Espíritu Santo en la santificación de los fieles. Se les llama “patripasianos” porque algunos afirman que Cristo era el mismo Padre que ha nacido, padecido y sufrido en la Cruz. El Papa Ceferino (198-217) rechazó el patripasia- nismo, y el Papa San Dionisio (259-268) conde- nó a Sabelio. Importancia de San Hipólito (+235).

  11. FORMULACIÓN DOGMÁTICA, 10 Subordinacionismo: subordina el Hijo al Padre hasta el punto de negar la divinidad del Hijo. Distinguir la subordinación real de la subordinación en los modos de expresarse (como por ejemplo en Orígenes). La primera es la herejía de Arrio (256-336). Arrio niega la generación eterna en Dios, porque aplica el concepto de generación material: si Dios engendrase, habría dos dioses. Su- bordinacionismo radical: el Hijo es una criatura hecha en el tiempo. Para él, el Verbo es un ser intermedio entre Dios y los hombres, creado por Dios para que a su vez crease el mundo.

  12. FORMULACIÓN DOGMÁTICA, 11 En el año 325 se reunió el Concilio de Nicea en presencia del emperador Constantino con más de 300 obispos. Los Padres de Nicea incorporan a la expli- cación de la fe un término que no es bíblico, aunque sí la realidad que designa: “homou- sios” (el Hijo es “consubstancial” al Padre). Nicea, en un apéndice al símbolo, condena expresiones concretas arrianas: “Los que dicen: ‘Hubo un tiempo en que no fue’ y ‘Antes de ser engendrado, no era’ y que fue hecho de la nada, dicen que el Hijo de Dios es de otra (...) sustancia o creado, o cambiable o mudable, los anatematiza la Iglesia católica”.

  13. FORMULACIÓN DOGMÁTICA, 12 No todos los obispos fueron fieles a Nicea y buscaron fórmulas de compromiso entre Nicea y Arrio: los “semiarrianos” que afir- maban que el Verbo era “semejante”, de “sustancia semejante” y no “homousios” al Padre. Dios es espíritu y la generación divina es de naturaleza espiritual. No se puede aplicar a Dios la generación material como lo hace Arrio. Contra el arrianismo: San Atanasio de Alejandría (+373) y los Padres capadocios: San Basilio (+379), San Gregorio de Nacianzo (+390) y San Gregorio de Nisa (+396), quienes perfilan los conceptos de sustancia y persona (“ousía” e “hipóstasis”).

  14. FORMULACIÓN DOGMÁTICA, 13 Un grupo enemigo de Arrio, dirigido por Macedonio (+362), obispo de Constantinopla, niega la divinidad del Espíritu Santo por no ser engendrado como el Hijo. Llamados “pneumatómacos”. San Basilio es el primero que escribe un tratado “Sobre el Espíritu Santo” en el año 375. Argu- menta por ejemplo que si el Espíritu Santo no fuese Dios, no podría hacernos partícipes de la vida divina. Constantinopla I (381) define la divinidad del Espíritu Santo y completa el símbolo de Nicea: “Y (creemos) en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre, que con el Padre y el Hijo recibe una mismaadoración y gloria, y que habló por los profetas”.

  15. PROCESIONES DIVINAS, 1 CCE 237: “La Trinidad es un misterio de fe en sentido estricto, uno de los misterios escondidos en Dios, que no pueden ser conocidos si no son revelados desde lo alto”. Letrán IV (1215): “Firmemente creemos y simple- mente confesamos, que uno solo es el verdadero Dios, eterno, inmenso e inconmutable, incomprensi- ble, omnipotente e inefable, Padre, Hijo y Espíritu Santo: tres personas ciertamente, pero una sola esen- cia, sustancia o naturaleza absolutamente simple. El Padre no viene de nadie, el Hijo del Padre sólo, y el Espíritu Santo a la vez de uno y otro, sin comienzo, siempre y sin fin. El Padre que engendra, el Hijo que nace y el Espíritu Santo que procede: consustan- ciales, coiguales, coomnipotentes y coeternos”.

  16. PROCESIONES DIVINAS, 2 Analogía = relación de semejanza entre dos o más cosas; propiedad del significado de los términos, que se opone tanto a la “univocidad” (significado igual) como a la “equivocidad” (significados distintos). Se emplea en teología para profundizar en el conocimiento de Dios. Va de lo más conocido a lo menos conocido (ej.: conocer a Dios a través del conocimiento del hombre). De Dios sabemos más lo que no es que lo que es. Camino de la afirmación, de la negación y de la eminencia. De modo analógico, conocimiento y amor que se descubre en el hombre pueden ser realidades válidas para alcanzar cierta com-prensión del ser íntimo de Dios. La procesión del Hijo como procesión por vía de entendimiento. La del Espíritu Santo pro vía de voluntad.

  17. PROCESIONES DIVINAS, 3 Procesión = hecho por el que un ser tiene su origen en otro ser. En Dios no puede haber procesión como movimiento local, pero sí como origen según la cual un hijo procede de su padre o el río de la fuente. Procesiones inmanentes: el término que procede permanece en aquél del que pro- cede (ej.: verbo interior que procede de nuestra inteligencia). Procesiones tran- seúntes: lo que procede sale fuera de aquél de quien procede (ej.: palabras que mani- fiestan nuestros pensamientos). En Dios, espiritual y simple, las operaciones son inmanentes, ad intra: sin las limitaciones de los seres creados y sin originar otro Dios.

  18. PROCESIONES DIVINAS, 4 Es verdad de fe la existencia de procesiones reales en Dios. Fundamentado en el Evange- lio: en el Bautismo de Jesús, el Padre dice: “Este es mi Hijo” (Mt 3, 17); Jesús dice que el Espíritu Santo “procede del Padre” (Jn 15, 26) y que “recibe de lo mío” (Jn 16, 16). Conocemos la existencia de las procesiones divinas por Revelación. Características de las procesiones divinas, 1 a Son inmanentes y no se distinguen de Dios: son Dios mismo. Se mantiene la identidad numérica de la esencia divina.

  19. PROCESIONES DIVINAS, 5 Características de las procesiones divinas, 2 Son reales: no son simples modos de expresar la Trinidad. El origen de ellas (una Persona divina) es real y en la sim- plicidad espiritual de Dios no cabe algo ficticio o accidente. b Son operaciones de Dios: toda procesión divina inmanente presupone una acción u operación vital que permanece dentro de Dios. Son eternas y se identifican con la esencia divina. c En analogía con las acciones del hombre, son operaciones de cono- cimiento y de amor en Dios mismo. d

  20. PROCESIONES DIVINAS, 6 Características de las procesiones divinas, 3 Tienen su origen y su término en las personas, no en la esencia divina, que en cuanto tal no es sujeto de acción. Letrán IV (1215): la esencia divina “ni engendra, ni es engendrada, ni procede; sino que el Padre es el que engendra; el Hijo el que es engendrado; y el Espíritu Santo, el que procede; de modo que las distinciones están en las personas y la unidad en la naturaleza”. e f En Dios hay sólo dos procesiones inmanentes: el Verbo procede del Padre por vía de entendimiento y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo por vía de amor. g El Hijo procede del Padre por generación eterna, el Espíritu Santo del Padre y del Hijo por espiración.

  21. RELACIONES DIVINAS, 1 Se entiende por relación la referencia de una persona o de una cosa a otra persona u otra cosa. Toda relación está constituida por tres elementos: el sujeto, el término y el fundamento. El sujeto es la persona o la cosa que se relaciona con otro (término “a quo”). El término es la per- sona o la cosa hacia la cual tiende el sujeto de la relación (término “ad quem”). El fundamento es el hecho en que se basa la relación de una persona o cosa con otro. Ejemplos de fundamentos en re- laciones interpersonales: amor conyugal, amistad, generación, etc.. Una relación es real si los tres elementos son reales. Ejemplos de relaciones no reales: entre conceptos, comparación del ente con la nada, del presente con el futuro, etc..

  22. RELACIONES DIVINAS, 2 La analogía exige despojar a las relaciones divinas del carácter accidental de las relaciones que se dan entre los hombres. En Dios no hay “accidentes” en sentido metafísico; por ejemplo no hay un antes ni un después de ser Padre. Así, al aplicar la analogía nos quedamos con lo que es una relación en sí misma (una referencia) y negamos en Dios el aspecto acci- dental de las relaciones humanas. Lo propio de la relación que con- sideramos en Dios es pura alteridad, “esse ad”. Pero las relaciones en Dios son subsistentes, no accidentes: existen en sí mismas y se identifican con la substancia divina. Los hombres tienen relacio- nes, en Dios la relación es Dios.

  23. RELACIONES DIVINAS, 3 Quien engendra es el Padre, no la sustancia, y quien espira es el Padre y el Hijo, no la sustancia. Letrán IV enseña que las tres Personas se identifican con la sustancia divina y se distinguen exclusivamente por sus relaciones de origen. “Relación” y “sustancia” son dos conceptos distintos, que en Dios se identifican. Pero las relaciones en Dios se distinguen realmente entre sí. Puesto que hay dos procesiones reales en Dios (engendrar y espirar), hay cuatro relacionesreales: Paternidad, Filiación, Espiración ac- tiva (sujeto: Padre e Hijo, y término: Espíritu Santo), y Espiración pasiva (sujeto: Espíritu Santo, y término: Padre e Hijo).

  24. RELACIONES DIVINAS, 4 Según la filosofía, dos relaciones se oponen cuando intercambian sujeto y término, siendo el fundamento el mismo. Así por ejemplo, paternidad y filiación se oponen porque el padre es sujeto de la paternidad y término de la filiación, y el hijo es sujeto de la filiación y término de la paternidad, siendo el fundamento igual (generación). Concilio de Florencia (1442): En Dios “todo es uno, donde no obsta la oposición de relación”. Vamos pues a ver cuales de las relaciones divi- nas se oponen entre sí.

  25. RELACIONES DIVINAS, 5 Vimos que en Dios se dan cuatro relaciones reales, pero no todas se oponen. Paternidad y Filiación se oponen según vimos: distinguen a Padre e Hijo. Espiración activa y pasiva se oponen según vimos: distinguen a Padre-Hijo juntos y Espíritu Santo. La Espiración activa consiste en espirar: Padre e Hijo pueden espirar al Espíritu Santo sin contradicción con el hecho de ser Padre e Hijo: la Espiración activa no se opone ni a la Paternidad ni a la Filiación. Según el Concilio de Florencia, si no hay oposi- ción, Paternidad y Espiración activa no se distinguen en Dios, como tampoco Filiación y Espiración activa: el Padre engendra al Hijo y le ama espirando al Espíritu Santo, y el Hijo es engendra- do por el Padre y le ama espirando junto con Él al Espíritu Santo.

  26. RELACIONES DIVINAS, 6 La Espiración pasiva consiste en ser espirado. El Padre no puede serlo puesto que es sin principio. El Hijo tampoco puede ser espi- rado porque ya es engendrado. Solo el Espíritu Santo puede ser espirado. Así Paternidad se opone a Espiración pasiva y Filiación también se opone a Espiración pasiva, dos oposiciones que distin- guen pues Padre y Espíritu Santo una e Hijo y Espíritu Santo otra. Por lo tanto, de las cuatro relaciones reales en Dios, sólo tres se oponen entre sí: la Paternidad, la Filiación y la Espiración pasiva coincidiendo con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

  27. RELACIONES DIVINAS, 7 Las relaciones divinas son el modelo de la vida y de las relaciones humanas. A la luz de las relaciones divinas, la Trini- dad se nos revela como la más perfecta rea- lización de la ‘comunión entre distintos’ y, como tal, es luz que ilumina las relacio- nes humanas interpersonales. Por eso, la familia es imagen de la comunión trinitaria. En la Ultima Cena, Jesús nos revela la unidadde las tres Personas divinas como origen y modelo para la unión entre los hombres: “Que todos sean uno, como Tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que también ellos sean uno en nosotros” (Jn 17, 21).

  28. PERSONAS DIVINAS, 1 En el NTno se encuentra el término “persona” para hablar de la Trinidad; pero a falta de otro más adecuado, los teólogos y el Magisterio de la Iglesia lo utilizan para designar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en su distinción real entre sí (cfr. CCE 252). Para Boecio, la persona es una “sustancia individual de naturaleza racional”. Se debe aplicar en Dios el nombre de persona depurán- dolo de las imperfecciones que adquiere en las criaturas. En Dios la palabra persona designa no a la esencia divina, sino a las tres relaciones reales intratrinitarias subsistentes y opuestas entre sí que vimos en el capítulo anterior. La esencia divina es numéricamente una.

  29. PERSONAS DIVINAS, 2 El Padre es fuente y origen de toda la Trinidad: no procede de otra persona divina ni de la esencia divina, sino que es principio sin principio. Comunica su propia esencia divina al Hijo y al Espíritu Santo de modo que constituyen con El desde toda la eternidad un único y mismo Dios. 1 En sentido genérico, es Padre de todos los hombres; en un sentido más elevado, es Padre de los bautizados; en sentido propio y exclusivo, es Padre del Hijo unigénito. Lo constitutivo de la Persona del Padre es la paternidad. 2 3 El Padre nunca estuvo sin el Hijo, ni el Hijo sin el Padre, porque se trata de una generación eterna. 4 Es la única persona de la Trinidad que no procede de otra: es “agénnetos”. Es su característica principal.

  30. PERSONAS DIVINAS, 3 En sentido propio la generación significa el origen de un ser vivo que proviene de otro ser vivo al que está unido según una razón de semejanza de natu- raleza. Se aplica en Dios analógicamente. En Dios la generación del Hijo es eterna (sin antes ni después), acto inmanente de conocimiento del Padre que engendra un concepto o Verbo, que no sólo es de la misma naturaleza que el Padre espe- cíficamente, sino numéricamente. El Hijo es imagenperfecta del Padre (origen en El y no sólo “se- mejanza” sino identidad de naturaleza). Es Unigénito.

  31. PERSONAS DIVINAS, 4 El Espíritu Santo procede del amor mutuo del Padre y del Hijo. Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios: “Creemos en el Espíritu Santo, per- sona increada, que procede del Padre y del Hijo como Amor sempiterno de ellos”. Juan Pablo II (discurso de 20-11-1985) distingue dos tipos de amor: uno, “amor esencial”, es un atributo de la esencia divina que corresponde por igual al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; el otro, “amor personal”, es propio del Espíritu Santo y lo distingue realmente de las otras dos personas divinas.

  32. PERSONAS DIVINAS, 5 El Espíritu Santo como Don En la vida íntima de Dios, el Espíritu Santo es amor y donación mutua, es nexo entre el Padre y el Hijo. En la relación de Dios con los hombres, es también la mayor donación, el mayor bien que podemos recibir los hombres, porque es recibir el amor y la vida de Dios. La divinización del hombre, su elevación sobrenatural como hijo de Dios en el sa- cramento del bautismo, es obra del Espíritu Santo: El nos introduce en el misterio de Cristo y nos llama a la santidad del Padre.

  33. PERSONAS DIVINAS, 6 CCE 247: “La afirmación del Filioqueno figuraba en el símbolo confesado el año 381 en Constantinopla. Pero sobre la base de una antigua tradición latina y alejandrina, el Papa san León la había confesado dogmáticamente el año 447 antes incluso que Roma conociese y recibiese el año 451, en el Concilio de Calcedonia, el símbolo del año 381. El uso de esta fórmula en el Credo fue poco a poco admitido en la liturgia latina (entre los siglos VIII y XI)”.=> motivo de disensión con las Iglesias ortodoxas. 867: Focio se opone al Filioque afirmando que el Espíritu Santo procede únicamente del Padre. 1054: Miguel Cerulario rompe con la Iglesia e inicia el Cisma de Oriente. Búsqueda de unión: IV Letrán (1215), II Lyon (1274), Florencia (1439).

  34. PERSONAS DIVINAS, 7 El Magisterio de la Iglesia no puede cambiar el símbolo pero puede completarlo añadiendo algunas frases o, incluso, alguna verdad de fe. La adición del Filioque es legítima: Jn 15, 26 (“el Paráclito que os enviaré”); Jn 16, 14(el Espíritu Santo “recibirá de lo mío”); Rom 8, 9 (“Espíritu de Cristo”). En cuanto a la Tradición, los griegos prefieren la fórmula “per Filium”. Ambas fórmulas expresan sustancial- mente lo mismo.

  35. PERSONAS DIVINAS, 8 Florencia (1442): “Estas tres Personas son un solo Dios y no tres dioses; porque las tres tienen una sola sustancia, una sola esencia, una sola naturaleza, una sola divinidad, una sola inmensidad, una sola eternidad, y todo es uno, donde no obsta la oposición de relación”. Idem: “Por razón de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo”. perichóresis (griegos)= circumincessio (latinos)

  36. PERSONAS DIVINAS, 9 Perichóresis:mutua inhabitación de las Personas divinas: Por razón de la esencia divina, que es la misma para las tres Personas divinas. Por razón de las relaciones: uno cualquiera de los términos que se oponen relativamente entra en el concepto del otro (no hay Padre sin Hijo, ni Padre e Hijo sin su mutuo amor o Espíritu Santo). Por razón de los orígenes o procesiones divinas que son inmanentes.

  37. MISIONES DIVINAS, 1 CCE 258: “Toda la economía divina es la obra común de las tres Personas divinas. Porque la Trinidad, del mismo modo que tiene una sola y misma naturaleza, así también tiene una sola y misma operación. ‘El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son tres prin- cipios de las criaturas, sino un solo principio’ (Florencia, 1442). Sin embargo, cada Persona divina realiza la obra común según su propiedad personal. (...) Son, sobre todo, las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo las que manifiestan las propiedades de las Personas divinas”. Se llaman propieda- des a las caracterís- ticas o notas que distinguen a una Persona de otra. Las propiedades per- sonales se identifican con las Personas y nos dan a conocer algo de su peculiaridad.

  38. MISIONES DIVINAS, 2 San Gregorio de Nacianzo: “Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen en común la naturaleza divina y el no haber sido hechos; Hijo y Espí- ritu Santo tienen en común recibir su origen del Padre. Es propio del Padre ser inengendra- do, del Hijo el ser engendrado y del Espíritu Santo el ser enviado”. Hay una diferencia entre lo que es propio y exclusivo de una Perso- na divina, y lo que es común a las tres pero se atribuye a una de ellas. Esto último se llama “apropiación”. El fundamento de una apropiación es la analogía.

  39. MISIONES DIVINAS, 3 Apropiaciones más frecuentes: 1) al Padre, en cuanto origen y fuente de toda la Trinidad, se le atribuyen la eternidad, la unidad y la omnipotencia; 2) al Hijo, en cuanto Verbo y Palabra de Dios, se le atribuyen la verdad, la sabiduría, la belleza y la igualdad; 3) al Espíritu Santo, en cuanto vínculo amoroso del Padre y del Hijo, se le atribuyen la bondad, la santidad y la felicidad terrena y eterna. Fuentes de las apropiaciones más frecuentes: - Sagrada Escritura, - Símbolos de fe, - Padres de la Iglesia, - Liturgia. Las apropiaciones nos ayudan a entender mejor la acción de las Personas divinas en nuestra alma.

  40. MISIONES DIVINAS, 4 Una misión divina es el envío de una Per- sona divina por Otra para hacerse presente de modo nuevo entre los hombres. Las misiones divinas pueden ser visibles o invisibles. Revelan la irrupción de la Trinidad en la historia, para hacernos partícipes de la salvación realizada por Cristo y elevarnos a la vida divina. La Persona enviada procede de la Persona que envía. Así el Padre no es enviado porque no procede de ninguna Persona: es principio sin principio. Se da a nuestra alma pero no es enviado. Él envía al Hijo y con el Hijo envía al Espíritu Santo.

  41. MISIONES DIVINAS, 5 Jesús ha revelado que las misiones del Hijo y del Espíritu Santo a los hombres tienen como fin producir en nosotros una nueva comu- nión entre Dios y nosotros y, en consecuencia, una nueva comu- nión de los hombres entre sí. Las misiones divinas originan una nueva relación personal entre Dios y los hombres, que transforma al hombre, le capacita sobre- naturalmente por la filiación divina, para entrar en comunión amo- rosa con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Vaticano II (Ad gentes, 2): “La Iglesia pe- regrina es, por su propia naturaleza, misio- nera, puesto que tiene su origen en la mi- sión del Hijo y la misión del Espíritu San- to según el plan de Dios Padre”.

  42. MISIONES DIVINAS, 6 Misión visible del Verbo Jn 3, 17: “Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él”; Gal 4, 4: “Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer”. La misión visible del Hijo se realiza en la Encarnación. Como toda operación “ad extra”, la Encarnación es obra de la Trinidad; pero considerada como misión en sentido propio, la Encarnación proce- de exclusivamente del Padre: sólo Él envía al Hijo. La misión com- porta la manifestación de la Persona enviada: nos da un conoci- miento de Ella misma y de la Persona de la cual procede.

  43. MISIONES DIVINAS, 7 Misiones visibles del Espíritu Santo: paloma en el Bautismo de Jesús (Mt 3, 16); nube en la Transfiguración (Mt 17, 5); soplo cuando Jesús resucitado dio a los Apóstoles el poder de perdonar los pecados (Jn 20, 22); lenguas de fuego el día de Pentecostés (Hch 2, 3-4). CCE 689: “Cuando el Padre envía su Verbo, envía también a su Aliento: misión conjunta en la que el Hijo y el Espíritu Santo son distintos pero inseparables”. Misión invisible del Hijo: inhabita en el alma en gracia. También del Espíritu Santo: “¿no sabéis (...) que el Espíritu de Dios habita en vo- sotros?” (1 Cor 3, 16). Por las misiones santifican a los hombres.

  44. ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE, 1 Economía divina = obra común de las tres Personas divinas que se nos han revelado y comunicado en la venida del Padre y en las misiones del Hijo y del Espíritu Santo. Trinidad inmanente = el misterio de la vida íntima de las tres Personas divinas consideradas en sí mismas. CCE 236: “Las obras de Dios revelan quién es en sí mismo; e inversamente, el misterio de su Ser íntimo ilumina la inteligencia de todas sus obras. Así sucede, analógicamente, entre las personas humanas. La persona se muestra en su obrar y a medida que conoce- mos mejor a una persona, mejor compren- demos su obrar”.

  45. ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE, 2 CCE 237: “La Trinidad es un misterio de fe en sentido estricto, uno de los ‘misterios escondidos en Dios, que no pueden ser co- nocidos si no son revelados desde lo alto’ (Dei Filius, 4). (...) La intimidad de su ser como Trinidad Santa constituye un mis- terio inaccesible a la sola razón e incluso a la fe de Israel antes de la Encarnación del Hijo de Dios y el envío del Espíritu Santo”. Aunque se distinguen la economía divina y la Trinidad inmanente, no pueden separarse entre ellas: las misiones divinas manifiestan en el tiempo las procesiones eternas, porque la revelación de la Trinidad a los hombres responde al ser íntimo de Dios.

  46. ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE, 3 Dios se ha revelado para comunicarnos la vida feliz de las Personas de la Trinidad y ofrecernos la salvación. La comunicación de la vida divina tiene su comienzo en la recepción del bautismo: nos perdona el pecado original y los pecados personales cometidos, y nos infunde la gra- cia santificante y las virtudes teologales. Nos hace hijos de Dios. En esta acción divina recibimos “el tesoro incalculable de la inha- bitación de la Trinidad Santísima en el alma”

  47. ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE, 4 La inhabitación del Espíritu Santo, o de la Santísima Trinidad, en el alma del justo es la presencia sobrenatural de Dios en el hombre, por la que éste es transformado interiormente, deificado, endiosado o divinizado, según expresan los Padres de la Iglesia. Es la existencia real y sustancial de las Per- sonas divinas en el alma. Incluye la misión del Hijo y del Espíritu Santo, y la donación que hace el Padre de sí mismo. = presencia transformadora por la que el hombre, liberado del pecado, es convertido en hijo de Dios, capaz de participar en la intimidad de la vida divina. Se atribuye al Espíritu Santo (acción santificadora).

  48. ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE, 5 Inhabitación: hecho testimoniado con frecuencia en el NT: Ejemplo en los Evangelios: Jn 14, 23: “Si alguno me ama, guardará mi pala- bra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él”. Ejemplo en San Pablo: 1 Cor 6, 19: “¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y que habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis?”.

  49. ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE, 6 Inhabitación: enseñanza de los Padres (ejemplos): San Basilio: obra “El Espíritu Santo”. Son numero- sos los pasajes en los que dice que el bautismo dei- fica por la acción del Espíritu Santo. San Agustín, De Trinitate, 15, 18, 32: por el Espí- ritu Santo “se difunde en nuestros corazones la ca- ridad de Dios, por la cual nos inhabita toda la Tri- nidad”. San Cirilo de Jerusalén, Catequesis, 22, 3: “Cuando participamos de la Eucaristía, experimentamos la espiritualización deificante del Espíritu Santo, que no sólo nos configura con Cristo, como sucede en el bautismo, sino que nos cristifica por entero, asociándonos a la plenitud de Cristo Jesús”.

  50. ECONOMÍA DIVINA - TRINIDAD INMANENTE, 7 Inhabitación: en el Magisterio: León XIII, Enc. Divinum illud munus (1897); Pío XII, Enc. Mystici corporis (1943). Juan Pablo II, Enc. Dominum et vivificantem (1986), 58: “Dios uno y trino se abre al hombre, al espíritu humano. El soplo escon- dido del espíritu divino hace que el espíritu humano se abra, a su vez, ante la apertura salvífica y santificante de Dios”. Idem: “Por el don de la gracia, que proviene del Espíritu, el hombre entra en una vida nueva, es introducido en la realidad sobrenatural de la misma vida divina y se hace morada del Espíritu Santo, templo viviente de Dios (...). El hombre vive en Dios y deDios”.

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