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Introducción

Entre el éxodo y la perseverancia : patrones socioculturales en la dinámica demográfica de los oasis serranos de la región de Comondú, Baja California Sur, México. Lorella Castorena Jorge Noriega. Introducción.

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Presentation Transcript


  1. Entre el éxodo y la perseverancia: patrones socioculturales en la dinámica demográfica de los oasis serranos de la región de Comondú, Baja California Sur, México. Lorella Castorena Jorge Noriega

  2. Introducción A diferencia de otras regiones de México donde el uso prehispánico del agua fue ejemplar en cuanto a sistemas de riego, acueductos y canales que la conducían a los principales centros agrícolas, de población y ciudades, en la aislada y árida península de Baja California las fuentes naturales de agua no sufrieron ninguna transformación sino hasta finales del siglo XVII, con la llegada de los misioneros jesuitas. De hecho, la escasez de agua, la aridez y el aislamiento fueron los principales obstáculos para la conquista y colonización de este agreste territorio.

  3. El objetivo de esta presentación es establecer los patrones socioculturales en la dinámica demográfica de los oasis serranos que desde la década de los cincuenta han estado inmersos en un proceso de éxodo y vaciamiento de los pueblos, rancherías y ranchos, al mismo tiempo que, la permanencia de un número cada vez menor de familias, representa la perseverancia en la ocupación de sitios que representan la ocupación ancestral de la península de Baja California.

  4. Antes de la llegada de los misioneros jesuitas, los primigenios habitantes de la península usaron el agua dulce directamente de los manantiales, arroyos y pozas que se encontraban –y encuentran aún- en el extenso sistema de oasis que caracteriza al territorio bajacaliforniano. Debido a que los antiguos indios peninsulares formaban parte de los grupos nómadas de cazadores, recolectores y pescadores que habitaron el continente americano desde el inicio de su poblamiento, no desarrollaron ninguna forma de apropiación del agua distinto al consumo humano directo de la fuente.

  5. Todos los grupos de indios peninsulares que habitaron la península a lo largo de más treinta mil años, resolvieron el problema de la escasez estableciendo itinerarios estacionales entre los oasis, manantiales y arroyos. En temporadas de intensificación de las sequías, añadieron el uso de ciertas cactáceas cuyos jugos son capaces de sustituir al agua fresca. (Cariño y Castorena: 2010) Cuando se inició la colonización definitiva de la península Gerhard (1959), Ashmann (1959) y Meigs (1935) calcularon que la población indígena de la Baja California (incluye el total del territorio peninsular) era de 48 160 en 1533 y de 46 530, en 1700.

  6. Esta población vivía dispersa, organizada en pequeñas bandas integradas por un pequeño grupos familiares de entre 50 y 200 individuos. Cada banda, se movía dentro de un territorio bien definido frente al cual mantenían un cierto sentido de pertenencia y arraigo a pesar de la intensa movilidad que debían practicar para subsistir con los escasos recursos que les proveía la naturaleza: “El tamaño relativamente pequeño de estos grupos, y su movilidad en un espacio relativamente homogéneo, les permitía una distribución más o menos regular, determinada por la presencia de arroyos, manantiales y pozas de agua.”(Messmacher: 152, 1997) Según el mismo autor, en el área que estuvo bajo control español y que era ligeramente menor que el total de la superficie de los actuales estados de Baja California Sur y Baja California -118 700 km2, la densidad de la población indígena fue hasta 1768, de apenas 0.4 habitantes por kilómetro cuadrado.

  7. El arribo de los misioneros y con ellos, la fundación del régimen misional en Baja California, trajo como consecuencia dos fenómenos de gran importancia: la extinción de los indios y la llegada de nuevos habitantes que lenta, pero inexorablemente repoblaron, mediante una ocupación totalmente nueva al territorio peninsular. Ambos fenómenos dieron lugar a una dinámica de extinción-sustitución demográfica que duró dos siglos. Entre 1697, en que se fundó la primera misión de las Californias y 1800, año final del conteo demográfico de Gerhard, se observa que la población indígena se había reducido a 5 mil personas, apenas 10% de la existente un siglo antes. (Messmacher: 1997)

  8. Un siglo después, el Censo General de la República Mexicana de 1900 daba cuenta de un total de población para toda la península de 47 082 habitantes. Mientras la población peninsular de 1700 era casi en su totalidad de indios e indias (46 530), la población de 1900 (47 082) estaba compuesta fundamentalmente por connacionales de muy diversos orígenes regionales. En ese entonces, 80.7% de la población bajacaliforniana era mestiza y nacida en la península (37 991) y el 19.3% provenía de alguna de las entidades que integraban la joven república mexicana o de algún país extranjero.

  9. Durante los doscientos años de duración de la dinámica extinción-sustitución demográfica, se operaron transformaciones radicales en los patrones de uso de los recursos naturales, siempre determinados por la aridez y la escasez de agua. Durante el primer siglo posterior a la llegada de los jesuitas, la itinerancia y precariedad indígenas fueron sustituidas por el austero régimen misional. En 1697 se fundó la primera misión jesuita dedicada a la Virgen de Loreto, cercana al mar y con una disposición que lo hacía un puerto seguro para el continuo desembarque de la que sería la primera sede del poder jesuita en Baja California. En lo que pronto sería conocido como Loreto, había un pequeño oasis y un manantial de abundante agua dulce, así como tierras adecuadas para el cultivo. (Messmacher: 1997)

  10. A partir de entonces, seguirían 70 años de intenso trabajo de colonización mediante la fundación de misiones y reducciones, en la que los jesuitas “…organizaban la ocupación del territorio formando amplias redes de relaciones entre estos asentamientos y en algunos casos, con el exterior.” (Messmacher: 310, 1997) Las misiones fueron no solo estrategia de conquista territorial y control de los habitantes originales, sino también, el primer proyecto de adaptación, apropiación y transformación del territorio peninsular y sus recursos. Aunque la aridez y el aislamiento, representaron una fuerte limitación para la creación de asentamientos humanos permanentes, los jesuitas fundaron 21 misiones o pueblos de visitas entre 1697 y 1767, año en que fueron expulsados del reino, virreinatos y territorios españoles.

  11. En la medida en que el régimen misional se arraigaba, la población de los indios disminuía, a tal grado que cuando los jesuitas fueron expulsados, el 90% de la población indígena había desaparecido víctima de las enfermedades y epidemias, pero también, como resultado de la desestructuración de su sentido de pertenencia comunitaria y el sometimiento a una forma de vida y trabajo totalmente desconocidos para ellos. Ante esta situación y contra las restricciones jesuitas al mestizaje y la migración, los misioneros aceptaron la incorporación de las familias de los soldados y marineros que los acompañaban, además de españoles, mestizos, mulatos, indios de las etnias de las costas de Sonora y Sinaloa, así como filipinos y negros, que conformaron junto con los jesuitas, los primeros contingentes de migrantes hacia la antigua California.

  12. Para la segunda mitad del siglo XVIII, además de las misiones se comenzó a explotar plata y oro en los minerales sureños de Santa Ana y San Antonio. Mestizos, negros e indios de la contracosta fueron los trabajadores de la incipiente explotación minera. Minas y misiones exigían producir lo necesario para garantizar la subsistencia, lo que llevó a los misioneros a otorgar a soldados y mayordomos algunos sitios de ganado mayor que dieron lugar a una intrincada red de ranchos ganaderos que para 1697 se encontraban en pleno funcionamiento. Los ranchos representaron junto con las minas, el inicio del poblamiento civil de Baja California. Los ranchos signan hoy, el último reducto de la antigüedad bajacaliforniana.

  13. Los asentamientos misionales, mineros y rancheros fueron todos emplazados cerca a una fuente permanente de agua y de estos emplazamientos proviene la más antigua infraestructura hidráulica bajacaliforniana: pozos, norias de tracción animal y acequias fueron la base sobre la cual se edificó la actual sociedad sudcaliforniana. Las principales características de los asentamientos misionales fueron la relativa autonomía y autosuficiencia. Cada misión y posteriormente, cada pueblo, ranchería, rancho y emplazamiento minero debían producir lo suficiente para autoabastecerse: un huerto rodeado por una acequia para la siembra de hortalizas, árboles frutales, olivos y vides. Una extensión de tierra de regadío un poco más grande para la siembra de maíz y trigo en pequeña escala; corrales para caballos, mulas, burros de carga y ganado menor y mayor –aunque este pastaba y pasta libremente en extensiones más amplias-.

  14. En 71 años, los jesuitas transformaron el paisaje peninsular en función de las reducidas fuentes de agua: manantiales, aguas subterráneas y lluvias torrenciales, permitieron conformar verdaderos y productivos oasis en el inmenso y árido territorio peninsular. Como sostiene Messmacher (1997) el agua tuvo un valor estratégico e instrumental para las misiones, había que aprovecharla aun a costa de mucho trabajo, ya que sin lluvias constantes era casi imposible mantenerlas. Messmacher cita un texto de Baegert que es ilustrador del esfuerzo que pusieron en el cuidado y transporte del agua:

  15. “…algunas veces el agua se introducía por altos y hondonadas, desde una distancia de media hora, por medio de canales angostos, construidos de piedra y mezcla o tallados en la roca viva; otras, los pequeños chorros de agua se juntaban de seis o doce lugares diferentes den un depósito común y en otra parte se tapaba un pantano con veinte mil cargas de tierra; en otra más, tenía que removerse la misma cantidad de piedra para preparar el terreno para la siembra. Casi siempre resultaba indispensable rodear el agua y la tierra con muros o baluartes, o levantar presas para evitar que en un lugar se escurriera la poco agua, o que, en otro, fuera arrastrada la tierra por los torrentes impetuosos de los arroyos y, sin embargo, frecuentemente todo resultaba en vano; de modo que todos los años había que componer o remendar, y en otros, hubo de comenzarse totalmente de nuevo.”

  16. Como se observa en el mapa, el patrón de asentamientos jesuitas se dio fundamentalmente sobre la vertiente del Golfo de California, con excepción de Todos Santos y La Purísima Concepción que dan a la vertiente del pacífico, unas próximas al mar y otras, anidadas en los pequeños oasis serranos. Las misiones que se emplazaron de cara al mar, cumplían con una doble característica: tenían agua suficiente para garantizar la supervivencia de la misión y eran puertos seguros para el abastecimiento del exterior, la comunicación y la salida de agua potable y productos frescos (frutas, vegetales, carne y vino) que ayudaban a los galeones de Manila en su viaje de regreso a la Nueva España, como en el caso de la Misión de San José, localizada en el extremo sur de la península. Esta actividad pronto se convirtió en permanente y fue una de las claves que garantizaron la permanencia y florecimiento de la modesta economía sudcaliforniana desde Mulegé al norte, hasta San José del Cabo, en el extremo sur.

  17. Las misiones serranas por su parte, permitieron tejer la red de relaciones entre misiones costeras, reales de mina y ranchos que sentaron las bases para el sostenimiento de la vida social, económica y cultural de la sociedad post misional, que cobijada en el sur peninsular desde finales del siglo XVIII, permaneció durante prácticamente todo el siglo XIX a contrapelo de la colonización de la california continental, el proceso de independencia de la corona española y la construcción de la nación mexicana.

  18. Cuando los jesuitas fueron expulsados de la Nueva España, las misiones bajacalifornianas fueron encomendadas primero a los misioneros franciscanos que permanecieron en la región sur de la Baja California escasos cinco años (1767-1773), y luego a los dominicos, quienes se mantuvieron en la península varios años después de que fuese declarada la independencia (1773-1849).

  19. Lo que importa de este periodo para efectos del análisis que procede, es que los intereses de la corona ya no estaban en el sur de la península, sino en el norte. Pronto, la porción peninsular de la antigua California quedaría subordinada a la necesidad de expansión imperial hacia el norte a tal grado que las misiones jesuitas fueron prácticamente vaciadas de enseres, ganado y personas para dirigirlas a las fronteras, es decir, hacia las fundaciones que darían vida a lo que hoy conocemos como California norteamericana. A partir de entonces, las misiones del sur peninsular transitaron a pueblos.

  20. REGIÓN DE ESTUDIO:LA PURÍSIMA, SAN ISIDRO, CARAMBUCHE, SAN MIGUEL Y SAN JOSÉ DE COMONDÚ, SAN JAVIER Y LORETO

  21. PROYECCIÓN DE CRECIMIENTO POBLACIÓN PARA EL ESTADO DE BAJA CALIFORNIA SUR Y MUNICIPIOS, 2005-2029

  22. Si en algún lugar de México el agua ha sido y es un bien escaso, es en Baja California Sur

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