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Género Narrativo

Género Narrativo. El Relato. Ejercicios.

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Presentation Transcript


  1. Género Narrativo El Relato

  2. Ejercicios Perdido en la estación semivacía, Emilio Renzi mira los andenes mal iluminados, la luz amarillenta que se extravía en la oscuridad. Frágil, envejecido, viste un abrigo negro que lo empalidece, acentuando su aire abstraído. Faltan quince minutos para la salida del ómnibus, detrás de los cristales empañados los árboles de Plaza Constitución se disuelven en la neblina. Los que viajaban con él eran pocos, nueve o diez personas que se amontonaban frente a una valla de madera que los separaba del andén. Tenían el rostro lívido y ansioso de los que van a Mar del Plata en invierno, fuera de temporada, los días de Casino. En un costado, cerca del mostrador, donde se despachaba el equipaje, una mujer, alta, de pelo colorado, envuelta en un tapado de piel, parecía discutir con un hombre suave y elegante, de sombrero y bigote fino. Emilio Renzi esperó que todos subieran al ómnibus y entró; su asiento estaba en medio del coche, caminó por la alfombra de goma del pasillo, cruzando de perfil entre los que terminaban de acomodarse y se ubicó junto a la ventanilla. Afuera la niebla era una bruma azulada que cubría la ciudad. La mujer de pelo colorado estaba sentada a su derecha, al otro lado del pasillo. El hombre que la acompañaba se había quedado solo, de pie en el andén desierto. La mujer fumaba sin mirarlo, ausente, una valija de mano apoyada en las rodillas. Cuando el ómnibus se puso en marcha, el hombre siguió inmóvil, flotando en la claridad gris, quieto y sosegado, una mano alzada saludando al vacío.

  3. Después de varios años en la cárcel, Leonardo sale en libertad. Un domingo a la tarde, con un radiante sol de verano, vistiendo un traje negro y con un maletín en su mano derecha, cruza la última alambrada del presidio. En su rostro duro y envejecido, hay una expresión de desconcierto. Mira hacia lo alto de la plataforma de la garita de guardia y camina hacia un gran playón de estacionamiento, en cuyo centro hay un mástil con una bandera. Llega al mástil y espera que lo vengan a buscar. Prende un cigarrillo y mira la hora. En su rostro no hay ansiedad. Al rato, un automóvil irrumpe en el playón y se detiene a varios metros de él. Alicia baja del auto y ambos se saludan con las manos y una sonrisa. Se acercan y se dan un abrazo afectuosos. Suben en el auto y se van. Llegan a un recreo muy arbolado junto al cual corre un río. Sobre el césped muchas familias están haciendo picnic. Muchos toman sol y grupos de chicos juegan por todos lados. Leonardo camina entre ellos mirándolos y Alicia lo sigue unos pasos atrás. Leonardo mira los cuerpos en bikini de las muchachas que se tiran a nadar. Desde la rama de un árbol, junto al río, cuelga una soga, desde la cual los pibes se balancean y se arrojan al río, gritando y chapoteando en el agua. Leonardo se saca el saco, corre hacia la cuerda y se arroja al río. Alicia lo sigue. Los dos en el agua, se abrazan y juegan riendo de felicidad.

  4. “Una noche de lluvia y truenos me llamaron de urgencia de un castillo diciéndome que se habían quedado sin luz. Soy electricista -me dije-, y me debo a la electricidad. Fui. Segundos después de golpear a una puerta inmensa, se abrió una de las hojas y una voz de ultratumba me ordenó: - Pase - y cuando estuve adentro, en la oscuridad, agregó-: sígame. En ese momento recordé que la linterna que llevaba entre mis herramientas se había quedado sin pilas el día anterior. Con dificultad fui ascendiendo por una interminable escalera cuyos peldaños crujían como degollados...”

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