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FECUNDIDAD, 1

MFa 42 de 107. FECUNDIDAD, 1. “Por su naturaleza misma, la propia insti- tución del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y a la educación de la prole y con ellas son coro- nados como su culminación” ( Gaudium et spes 48 ).

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FECUNDIDAD, 1

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  1. MFa 42 de 107 FECUNDIDAD, 1 “Por su naturaleza misma, la propia insti- tución del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y a la educación de la prole y con ellas son coro- nados como su culminación” (Gaudium et spes 48). CCE 2366: “La fecundidad es un don, un fin del matrimonio, pues el amor conyugal tiende naturalmente a ser fecundo. El niño no viene de fuera a añadirse al amor mutuo de los esposos; brota del corazón mismo de ese don recíproco, del que es fruto y cumpli- miento”. Sin la apertura al don de los hijos, “ni siquiera podría existir un bien de los esposos digno de este nombre” (Juan Pablo II, Discurso 2001).

  2. MFa 43 de 107 FECUNDIDAD, 2 Gn 1, 26-27: “Dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen, se- gún nuestra semejanza (...). Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó, varón y mujer los creó”. La singularidad de la criatura humana radica en ese vínculo parti- cular y específico que la une con el Creador. Así el ser humano tiene la dignidad de persona: no es algo, sino alguien. La íntima vinculación del hombre con el Creador -en su origen, su naturaleza, su vida y su destino último- es la razón radical del valor incomparable de la persona humana: “En el hombre se refleja la realidad misma de Dios” (Evangelium vitae 34).

  3. MFa 44 de 107 FECUNDIDAD, 3 CCE 372: “El hombre y la mujer están hechos el uno para el otro (...). En el matrimonio, Dios los une de manera que, formando ‘una sola carne’ (Gn 2, 24), puedan transmitir la vida humana: ‘Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra’ (Gn 1, 28). Al transmitir a sus descendientes la vida humana, el hombre y la mujer, como esposos y padres, cooperan de una manera única en la obra del Creador”. El carácter único de la cooperación del varón y de la mujer en la Obra del Creador radi- ca en que los hijos nacidos de su unión no están formados úni- camente a imagen de sus progenitores, sino a imagen de Dios.

  4. MFa 45 de 107 FECUNDIDAD, 4 Dar origen al alma espiritual no está al alcance del poder del hombre: cada alma es creada directamen- te por Dios. Sin embargo, el Creador no se ha re- servado en exclusiva el poder de crear nuevos seres humanos, sino que lo ejerce a través del amor con- yugal entre varón y mujer, que queda así asociado de modo inseparable a su designio creador. Cada vez que se engendra una vida humana, comien- za a existir un nuevo ser que es, a la vez, material y espiritual, formado a imagen y semejanza de sus padres y de Dios: una persona, varón o mujer, a la que el Creador llama por su nombre a la existencia con la cooperación de sus progenitores.

  5. MFa 46 de 107 FECUNDIDAD, 5 Solo la revelación de Dios, con la luz de la fe, permite descubrir en qué consiste ese algo más que hace posible valorar el sentido pleno de la generación humana, “como acontecimiento profun- damente humano y altamente religioso, en cuanto implica a los cónyuges, que forman una sola carne y también a Dios mismo que se hace presente” (Evangelium vitae 43). La fe descubre, con asombro agra- decido, hasta qué punto se entrela- zan el amor humano y el amor di- vino en el misterio de la procreación.

  6. MFa 47 de 107 FECUNDIDAD, 6 El pecado ha introducido un desorden en el corazón del hombre que se refleja en la cul- tura. En la actualidad, bajo el influjo de una profunda crisis cultural, se produce un ver- dadero eclipse del valor de la vida. Si la condición sexuada se desvincula de la dignidad personal del ser humano, se abre paso fácilmente una mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la sexualidad. Se fomenta un temor egoísta a los hijos, lo que desemboca incluso en la consideración del hijo como un mal o como un intruso que ha de evitarse. Aparece también la absolutización del deseo personal como único criterio de la procreación que implica la consideración del hijo como un derecho, como un objeto o como un producto.

  7. MFa 48 de 107 FECUNDIDAD, 7 En la difusión de la mentalidad contraria a la vida han influido también teorías demográficas que han presentado el crecimiento de la población como una amenaza para la supervivencia de la humanidad. Con esa manipulación de datos y cálculos se invierten grandes sumas en imponer las medidas antinatalistas como única vía para el desarrollo en los países del tercer mundo y como condición para concederles ayudas económicas. En los países desarrollados, el excesivo bienestar y la mentalidad consumista “quitan a los esposos la generosidad y la valentía para suscitar nuevas vidas humanas; y así la vida (...) no se ve ya como una bendición, sino como un peligro del que hay que defenderse” (Familiaris consortio 6).

  8. MFa 49 de 107 FECUNDIDAD, 8 Frente a esos planteamientos, la recta mirada humana, iluminada por la fe, comprende que una nueva vida es siempre un don: Para el recién nacido su vida es el primer don del Creador a la criatura. Para la familia, el bien común de la familia se enriquece por el amor esponsal concretado en el hijo. Para cada miembro de la familia, el nuevo hijo hace de sí mismo un don a los hermanos y a los padres, que con él se realizan personal- mente en la dinámica de amor y donación propia de la comunión de personas que es la familia. Para la sociedad cuyo bien común está en el hombre, que constituye su sentido y su riqueza.

  9. MFa 50 de 107 FECUNDIDAD, 9 La comunidad familiar se configura como santuario de la vida, como el ámbito idóneo para acogerla y protegerla, no sólo en su origen, sino también en todas sus etapas y vicisitudes. CCE 2373: “La Sagrada Escritura y la práctica tradicional de la Iglesia ven en las familias numerosas un signo de la bendición divina y de la generosidad de los padres”. CCE 1654: “Los esposos a los que Dios no ha concedido tener hijos pueden llevar una vida conyugal plena de sentido, humana y cris- tianamente. Su matrimonio puede irradiar una fecundidad de cari- dad, de acogida y de sacrificio”.

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