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JEAN-MARIE GUSTAVE LE CLÉZIO EL AFRICANO

JEAN-MARIE GUSTAVE LE CLÉZIO EL AFRICANO. JEAN-MARIE GUSTAVE LE CLÉZIO. EL AFRICANO. BREVES APUNTES SOBRE JEAN-MARIE GUSTAVE LE CLÉZIO.

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JEAN-MARIE GUSTAVE LE CLÉZIO EL AFRICANO

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  1. JEAN-MARIE GUSTAVE LE CLÉZIO EL AFRICANO

  2. JEAN-MARIE GUSTAVE LE CLÉZIO. EL AFRICANO. BREVES APUNTES SOBRE JEAN-MARIE GUSTAVE LE CLÉZIO. 1940. Nacimiento en Niza. Su padre era inglés y su madre francesa, de la región de Bretaña. Vinculación con Isla Mauricio, donde sus antecesores bretones (por parte de abuela y madre) habían emigrado en el siglo XVIII. 1948. Inicia en la Universidad de Bristol sus estudios universitarios, que finalizará en la Universidad de Niza. Obtiene el grado de Doctor en Letras. Más tarde realizará su Tesis Doctoral sobre Henri Michaux y un Máster en la Universidad de Aix-in-Provence. 1963. Primera novela: Elatestado. Premio Renaudot y Seleccionada para el Premio Goncourt. 1965. La fiebre. Colección de relatos. 1966. El diluvio. 1967. Servicio militar como cooperante en Tailandia. Denuncia de la prostitución infantil y expulsión del país. Viaja a Méjico, donde trabaja para el Instituto Francés de América Latina. Acercamiento a la literatura y cultura pre-

  3. hispánicas. 1967. Terra amata. 1970. La guerra. 1970-1974. Convive con los indios emberas y wounaan de Panamá. 1975. Viajes del otro lado. 1977. Enseña Literatura francesa en la Universidad de Alburquerque (Nuevo Méjico). Comienza a incrementarse su interés por las culturas nativas, su historia y su lengua (navajo). 1978. Mondo y otras historias. 1980. Su novela Desierto obtiene el Premio Paul Morand. 1980. Tres ciudades santas. Ensayo. 1983. Tesis sobre los inicios de la Historia de Méjico en la Universidad de Perpiñán. 1984. La conquista divina de Michoacán. 1985. El buscador de oro. 1986. Viaje a Rodrigues. 1988. El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido. 1991. Onitsha. 1994. Diego y Frida.

  4. 1995. La cuarentena. 1997. El pez dorado. 2004. El Africano. 2006. Urania. 2008. La música del hambre. 2008. Premio Nobel de Literatura.

  5. ETAPAS EN LA OBRA DE JEAN-MARIE GUSTAVE LE CLÉZIO. • Primera etapa: 1963-75. • Experimentación manifestada en la utilización de un lenguaje reiterativo y una escritura torrencial, con grandes intromisiones del narrador y mezcla intrinca- da de las distintas voces narrativas. Relato desinte- grado. Monólogo interior. Obsesión por los objetos y escrutadora mirada descriptiva. Listados de palabras y frases con efecto de caleidoscopio. Estas novelas experimentales son deudoras de la Nouveau Roman de Robbe-Grillet y Butor. Cercanía también con Georges Perec. • Influencia del Surrealismo, Existencialismo (Bretón, Sartre y Camus. Ya en su primera novela se observan influencias de El extranjero de Camus) y nueva novela psicológica de la década de 1950. Temas rela-

  6. cionados con la locura, la crisis y el miedo de la sociedad occidental, etc. Sus dos o tres distopías presentan influencia marcuseana. En esta etapa se inscriben La fiebre y El diluvio. Esta fase ha sido definida por algunos estudiosos como de “deconstrucción de la individualidad y de la cultura”. Algunos críticos consideran que la producción de este período es la mejor de Le Clézio. • Preocupación por la ecología, reflejada en Terra amata y Le livre des fuites. • Elementos autobiográficos traspuestos. • Segunda etapa: Después de su estancia durante cuatro años en Panamá con los indios emberas y wounaan, su escritura manifestará un cambio radical, que se reafirmará en los años finales de la década de 1970. Le Clézio afirmará, de su experiencia en Panamá: “Cambió mi vida, mis ideas sobre el mundo y el arte, mi manera de estar con los otros, de andar, de comer, de dormir, de amar, incluso mis sueños”.

  7. -Abandono de la experimentación y del tono “atormentado” de su escritura. Estilo sencillo y clásico, refinado y colorista. Rescate de palabras olvidadas del lenguaje cotidiano con intención evocadora. La escritura se aclara, simplifica y pierde densidad (según el crítico y profesor Javier del Prado, intensidad en algunos casos). -Temas: Viajes. A partir de 1975 y debido a su matri- monio con Jemia, originaria del Sáhara Occi- dental, incrementa sus relaciones con esta zona de África, que se reflejarán en diversas obras como Desierto y Gens des nuages; La cuarentena, El buscador de oro y Viaje a Rodrigues ofrecen una visión propia de Isla Mauricio (Le Clézio adoptará su nacionalidad) y representan un homenaje a su abuelo. Infancia y adolescencia, autobiografía (búsqueda de la identi-

  8. dad familiar, pero sin obedecer al esquema habitual de la novela autobiográfica. Para algunos estudiosos, desde 1989 su producción se centra en la exploración de la infancia y experiencias personales, como punto de llegada de la evolución de la segunda etapa. Según Javier del Prado, la realidad del yo se manifiesta en tres vías: la suya propiamente dicha (Revoluciones), y las que enraízan con su padre (El Africano) y con su madre (La música del hambre), respectivamente. Culturas amerindias (incluye El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido, La Féte chantée, et autres essais de teme amérindien). Acerca de su indigenismo algunos especialistas reconocen en su obra tres eta- pas creativas: la producción antes de conocer Méjico, el ciclo mejicano y la creación posterior y actual.

  9. Novelas de variedad temática, si bien sobresale la lucha de los débiles contra las consecuencias de la civilización industrial. Su obra busca recuperar “lo intuitivo, aspira a una inocencia que no peca de ingenuidad, alienta una vocación de niñez que no tiene nada de infantil”. Utopías. -Dinámica general de la novela de aventuras. -Mayor difusión de su obra y crecimiento de su popularidad como escritor, especialmente con Mondo y otras historias y Desierto. Sobre su evolución literaria, Le Clézio indica: “Empecé a escribir novelas o cuentos que eran más provocativos que otra cosa, eran maneras de afirmarme como escritor, tratar de inventar un estilo. [...] Poco a poco, especialmente después de vivir en la selva de Panamá, vi que había otras metas en la escritura que no eran solamente estilo o manierismo. Podría

  10. parecer pretencioso, pero me sentí como el medio de comunicación entre algo y los otros. Por eso cambié totalmente mi manera de concebir la escritura. Desde ese momento no me importaron tanto el estilo, las referencias literarias, sino decir lo que tenía que decir: estamos en la tierra un período muy breve y no podía dejar de aprovechar este momento”. (La Nación, 7-10-2011). APUNTES GENERALES SOBRE SU OBRA. La prolífica producción literaria de Le Clézio (más de cincuenta títulos), es, como algunos especialistas afirman, “producto directo de su contacto con el mundo”. • El viaje. Le Clézio ha explicado que no se limita a viajar, sino que se asienta en los lugares, adaptándose a ellos y a sus costumbres: “Son para mí como vidas sucesivas”. Experimentó pronto la influencia de Verne, Kipling, Stevenson y Conrad. Su universo no es francobritánico, sino del colono. Su concepto de viaje se adapta a su problema identitario: la

  11. búsqueda del espacio geográfico y familiar en el que puede inventar el mundo tripartito a que pertenece, París, Hispanoamérica-Mauricio-África (Javier del Prado). Más que de exilio cabe hablar de sucesivos mestizajes. • Los personajes. Es recurrente el tema del viaje iniciático del protagonista, que, en muchas ocasiones, es un niño o adolescente “que abre los ojos a la vida que le rodea”, a través del cual se reconoce la mirada de Le Clézio, su percepción vitalista y carente de prejuicios. Los personajes se identifican y adaptan al entorno sin sufrir degradación. Muchos son nómadas a la búsqueda de sí mismos, tendentes a la ensoñación respecto a los lugares. Es muy abundante la presencia femenina, muchas veces encarnada en la figura de la madre. • Los orígenes y la familia. Para Le Clézio, “la utopía es el terreno de la infancia”. Los personajes presentan una fuerte relación con el espacio y el tiempo de origen y una necesidad

  12. de rememorar el pasado y recrear la infancia. Al reconstruir la historia familiar, ésta se transforma en la elaboración de la narración de la leyenda. • El estilo. Una característica del autor es su maestría en narrar “sin que aparentemente ocurran grandes cosas” y sin sobresaltos, a pesar de la crudeza de las situaciones descritas. Mabel Franco subraya su creatividad verbal, cercana al proceso de la logomaquia, influenciada por la vanguardia, el Surrealismo y Henri Michaux. Aunque la experimentación no desaparece completamente (Désert, Onitsha), después de 1980 se reduce, si bien se intensifica su crítica a la sociedad de consumo y al universo urbano, trasladando la visión opresiva al Tercer Mundo. Algunos críticos le reprochan su “sentimentalismo”, la importancia de lo sensorial y un supuesto “antiintelectualismo”. Carolina Perré indica, sin embargo, que su escritura depurada “da vida a un universo onírico donde reinan los elementos y las figuras

  13. del mundo real”. Asimismo, se le ha calificado de “barroco” e “inclasificable”. • Dimensión poética constante. Su literatura se asienta en una “poesía de lo concreto y lo real”. Algunos análisis han puesto de manifiesto su “marcado realismo que siempre esconde algo mágico”. El Jurado del Premio Nobel resaltó el compromiso del escritor como “explorador de la humanidad, dentro y fuera de la civilización dominante”. • Concepto de Literatura. En 1977, Le Clézio indicaba: “Escribir solamente sobre las cosas que se aman, escribir para unir, para reunir los fragmentos de la belleza y después recomponer y reconstruir esa belleza”. En 2011, ratificará esas palabras: “Era como una intuición de lo que debía hacer el resto de mi vida. [...] Aunque los críticos lo tachen de ingenuidad. Para mí es un elogio”. Frente a las críticas de práctica de un “exotismo literario”, Ivonne Cansigno señala que “en todas sus obras hay un sufrimiento, un aniquilamien-

  14. to y la necesidad de recuperar ese mundo que le gustaría que cambiara”. Otros especialistas han negado también el tratamiento idílico en sus novelas. Según el escritor, “la novela es un buen medio de interrogar el mundo actual y de obtener respuestas que no son demasiado esquemáticas”. • Anticolonialismo. Respecto a su reiterada denuncia del colonialismo inglés y francés, el escritor ha afirmado: “Vemos que los viejos y obsesivos fantasmas de la civilización colonizadora no han desaparecido, están presentes, envenenan las relaciones entre comunidades, entre naciones. [...] si la literatura tiene un papel, creo que es el de vigilancia por su práctica del mestizaje cultural, por compartir, que es la meta de los libros, por su tendencia a abrazar a la humanidad en su integridad”. También señala: “Si la globalización causa problema hoy es porque la comunicación y la transmisión de la cultura se hace en un solo sentido. Es porque la frontera, esa línea imaginaria, separa a los que poseen todo –el agua

  15. potable, los alimentos, la medicina y la educación- de los que no poseen nada”. EL AFRICANO. • Autobiografía o autorreferencialidad. Le Clézio supera en esta obra los límites de la autobiografía y nos proporciona un ejemplo de autorreferen- cialidad, haciendo ficción a partir de un dato de su vida personal para realizar una reflexión sobre su identidad. La utopía se traslada aquí al territorio de la infancia en África, al encuentro con ocho años con su padre, que sirve para la reconstrucción de su propia personalidad, al tiempo que representa una reconciliación y un homenaje filial tras la muerte de su progenitor. Del padre, identificado en algunos estudios como “antihéroe”, “antiburgués” y “buscador de la libertad”, el escritor señalará: “Fue un modelo. [...] Me identifiqué con él a tal punto que imité

  16. su vida [...] Él había sido perfecto [...] El modelo de mi padre motivó esa absoluta necesidad de escribir sobre esos momentos en que la vida humana está atada al medio ambiente. [...] Creo que toda mi vida he escrito el mismo libro. Una mezcla de confesión, de búsqueda de idealismo, de realismo, a veces de execración. Y no creo que vaya a cambiar de escritura ahora. Tengo más interés por los otros que por mí mismo”. (La Nación, 7-10-2011). • Lenguaje muy sencillo, transparente, fluido, de tono íntimo, sin superficialidades. La percepción sensorial se manifiesta en la importancia concedida a la luz, los sonidos y olores. El ritmo es pausado y reiterativo, melódico y delicado, de gran densidad plástica, sonora y rítmica (María Luisa Bernabé Gil). • Gran componente poético, sensible, que subyace en la novela. El Africano transmite el lirismo que preside todas sus obras, por debajo de su precisa y aséptica prosa. • Estructura de autobiografía, en primera persona, articulada

  17. en capítulos breves. Incluye las fotografías tomadas por su padre en el continente africano. Búsqueda de síntesis entre lo individual y lo colectivo, a partir de los recuerdos y la dialéctica de la memoria. • Íntima identificación con la Naturaleza. Esta carac- terística del autor, tiene una importancia funda- mental en esta obra. La realidad, que invade los sentidos, es analizada subjetivamente. Los espa- cios naturales ocupan un lugar preeminente (ríos, lluvias, tormentas, montañas), así como la presen- cia de medios de transporte (barcos, carreteras, etc.). El contacto del escritor con África significa el descubrimiento y comprensión de culturas diferentes. El autor describe con una mirada muy distinta a la de las novelas coloniales de la época. El escritor indica: “Siempre he vivido en lugares donde la vida es más sencilla y más fácil de entender”.

  18. Hemos participado en la sesión del Club de Lectura: Aurorita José Carmela Chus Nocha Pilar María Laura Mónica

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