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Domingo XVIII o

Domingo XVIII o. «Las cosas que preparaste, ¿para quién serán?». La vanidad y la codicia como males sociales. II. Seguir a Jesús: el camino hacia Jerusalén (Domingos 13º -31º)

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Domingo XVIII o

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Presentation Transcript


  1. Domingo XVIIIo «Las cosas que preparaste, ¿para quién serán?»

  2. La vanidad y la codicia como males sociales

  3. II. Seguir a Jesús: el camino hacia Jerusalén • (Domingos 13º -31º) • 1. Primera etapa del camino (Domingos 13º –20º ) • a. La Iglesia camina con Jesús (domingos 13-15) • b. Bajo su palabra (domingos 16-20) • Domingo 16º: Acoger la Palabra del Señor • Domingo 17º: Una palabra que enseña a orar. • Domingo 18º: Una palabra que enseña a no absolutizar los bienes temporales. • Domingo 19º: Una palabra que llama a la iglesia a una vida expectante. • Domingo 20º: Una palabra que pone en crisis a causa de la misión profética • de Jesús.

  4. Pasos De la LECTIO DIVINA «Las cosas que preparaste, ¿para quién serán?»

  5. Ambientción Hoy, la Palabra de Dios, nos habla de algo que nos afecta demasiado. Quiere hacernos reflexionar sobre la finalidad de nuestros afanes, de nuestras luchas, de nuestras preocupaciones. Al mismo tiempo nos ofrece un mensaje de liberación ante aquello que puede estar esclavizándonos: bienes, riquezas... El tema de esta liturgia dominical es la vanidad y la codicia.

  6. INVOCACION AL ESPÍRITU SANTO

  7. Espíritu Santo, • abre nuestra mente y nuestro corazón • a la acogida generosa de la Palabra de Vida • que nos congrega en esta experiencia de oración. • Haz que comprendamos la grandeza • del Don de Dios • y estemos dispuestos a aceptar su designio • y sepamos leer los signos de su presencia • en nuestra historia personal y comunitaria. • Amén.

  8. ¿QUÉ DICE el Texto?

  9. 1ª. LECTURA Qo. 1,2 - 3,21-23: «¿Qué saca el hombre de todo su trabajo?»

  10. «Qohelet» (el mismo «Eclesiastés») es un sabio «predicador», un creyente que presenta sus reflexiones con un duro realismo, con frecuencia oponiéndose a las doctrinas tradicionales de los sabios de Israel. Se acusa, a veces, al libro del Eclesiastés, y más concretamente a esta página, de ser pesimista. Con todo, el predicador no es sistemáticamente escéptico, menos, agnóstico.

  11. Cree en Dios, en el Dios que ha puesto las cosas en la mano y en el corazón de los hombres (cfr. Qo. 3, 11), aunque éste no pueda abarcar sus acciones, que son duraderas (cfr. Qo. 3, 14). No obstante, ¿no hay acaso un profundo realismo, desde la óptica de la fe, en estas palabras? También esta advertencia crítica hacia un optimismo infantil es la Palabra que tenemos que escuchar para que no nos dejemos «encandilar» por la obra de nuestro trabajo.

  12. Este texto de la literatura sapiencial del Antiguo Testamento sería, sin embargo, falsamente interpretado si se quisiera ver en él un programa de menosprecio y de pesimismo ante el mundo. Antes bien, debe encarecerse fuertemente que este mundo no es estación final del afán humano. El hombre aspira ciertamente al triunfo, a la ciencia, al reconocimiento, a una carrera. Pero no hay que olvidar lo que viene cuando pasan los años de la vida terrena.

  13. Quien aderezó su vida únicamente para este mundo, la programó falsamente. El predicador busca que los oyentes se pregunten sobre el sentido que están dando a sus vidas, por la consistencia de todos sus esfuerzos... Plantea eternas cuestiones: ¿por qué?, ¿para qué?, no vale la pena, todo es absurdo... ¿Quién no se ha hecho alguna vez estas preguntas?; busca que sus oyentes piensen por sí mismos, que entiendan y acepten con lucidez las incertidumbres y contradicciones de la vida, así como su finitud.

  14. A la hora de la verdad, el uso de las cosas sólo tiene sentido si se hace según Dios. Por eso, un discípulo termina el libro diciendo: «Basta de palabras. Todo está dicho. Teme a Dios y guarda sus mandamientos, que eso es ser hombre cabal. Porque toda obra la emplazará Dios a juicio, también todo lo oculto, a ver si es bueno o malo» (Qo. 12, 13-14).

  15. Salmo responsorial Sal. 95(94): «Ojalá escuchen su voz: no endurezcan el corazón»

  16. Repetir el responsorial de hoy es subrayar la importancia de aceptar como Palabra de Dios las observaciones e interrogantes del Eclesiastés. Sólo Dios es la Roca que salva, y por eso hay que adorarlo y servirle únicamente a él. El salmo 95(94) es una meditación sobre la vida humana. Comienza cantando la grandeza de Dios, Señor del universo, «roca que nos salva», Es un himno de alabanza que termina con un llamamiento a la docilidad (vv. 7b-8; cfr. Ex. 17; Nm. 20; Hbr. 3,7 - 4,11).

  17. 2ª. LECTURA Col. 3,1-5.9-11: «Busquen los bienes de arriba, donde está Cristo»

  18. En la segunda lectura se expresan también el sentido y la meta de la vida humana: «Aspiren a los bienes de arriba, no a los de la tierra» (Col. 3, 2). Si Cristo está por encima de todo, si en él está nuestra salvación, si hemos sido incorporados a él por el Bautismo, hay que vivir de manera diferente, renovada; hay que comenzar de nuevo. Y la vida nueva consiste en reproducir la imagen del resucitado en la vida diaria: muertos al pecado, vivimos para Dios.

  19. El cristiano conoce ciertamente las distintas formas de la preocupación mundana. Pero las preocupaciones mundanas que surgen cada día no deben cegarle para las cosas últimas, que en el horizonte de la historia terrestre aparecen por vez primera. Estar unidos a Cristo, ser de Cristo, tiene sus exigencias: vivir como aquél de quien somos.

  20. Aquí San Pablo nos pone unos ejemplos de actitudes que llevan a la muerte, que nos mantienen en la situación antigua de pecado, como si Cristo no hubiera muerto por nosotros, como si todavía estuviéramos en el viejo Adán, el hombre terreno. Hay que romper con lo viejo, con lo terreno. A esta nueva vida en Cristo han sido llamados todos sin distinción: judíos y paganos, quienes vivían en el territorio del imperio romano y los de afuera: los extranjeros, los bárbaros. Cristo es la plenitud a la que tendemos, en el converge todo y él lo llena todo.

  21. EVANGELIO Lc. 12,13-21: «Las cosas que preparaste, ¿para quién serán?»

  22. EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS R/. Gloria aTi, Señor 13 Uno de la gente le dijo: «Maestro, dile a mi hermano que reparta la herencia conmigo». 14 Él le respondió: «¡Hombre! ¿Quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?» 15 Y les dijo: «Miren y guárdense de toda codicia, porque, aunque alguien posea abundantes riquezas, éstas no le garantizan la vida».

  23. 16 Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; 17 y pensaba entre sí, diciendo: `¿Qué haré, pues no tengo dónde almacenar mi cosecha?'18 Y dijo: `Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, edificaré otros más grandes, reuniré allí todo mi trigo y mis bienes 19 y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea.'20Pero Dios le dijo: `¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?'

  24. 21 Así es el que atesora riquezas para sí y no se enriquece en orden a Dios». Palabra del Señor. R/. Gloria a Ti, Señor Jesús. «Las cosas que preparaste, ¿para quién serán?»

  25. RE-LEAMOS la Palabra para interiorizarla: A- Ubicación en el contexto: Lc. 12, 1-12. .22-32 [ 13-21] abandono en la providencia de Dios confianza en Dios que quita todo temor.

  26. El texto propuesto por la liturgia para este Domingo 18º del tiempo ordinario, forma parte de un discurso bastante largo de Jesús sobre la confianza en Dios que quita todo temor (Lc. 12, 1-12) y sobre el abandono en la providencia de Dios (Lc. 12, 22-32). El pasaje de hoy, en efecto, está precisamente en medio de estos dos textos.

  27. Veámos algunas enseñanzas dadas por Jesús, antes de que fuese interrumpido por aquel «uno de la gente» (Lc. 12, 13), sobre esta confianza y abandono: Lc 12, 4-7: «Les digo a ustedes, amigos míos: No teman a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. Les mostraré a quién deben temer: teman a Aquél que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, les repito: teman a ése».

  28. Lc 12, 6-7: ¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos está olvidado ante Dios. Hasta los cabellos de su cabeza están todos contados. No teman; ustedes valen más que muchos pajarillos». Lc 12, 11-12: «Cuando los lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo o con qué se defenderán, o qué dirán, porque el Espíritu Santo les enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir»...

  29. B- El texto Lc. 12, 13-15: Es exactamente en este punto cuando el hombre interrumpe el discurso de Jesús, mostrando su preocupación sobre cuestiones de herencia (Lc. 12,13). La lectura continua de Lucas se reanuda en el leccionario después de omitir una serie de paralelos con otros evangelistas, especialmente con Mateo en el discurso de misión y en las invectivas contra los fariseos (cfr. Mt. 10 y 23).

  30. La pequeña narración que forma la perícopa evangélica de hoy es propia de Lucas. De entrada tiene un marcado carácter singularista, como respuesta a «uno de la gente» que interpela a Jesús; pero en realidad se trata de un tema que afecta a «cualquier persona». Así lo indicaron también las reflexiones del Eclesiastés (1ª lectura) y las palabras del salmo, que son al mismo tiempo de confianza y realismo.

  31. Aquel que estaba entre el público tenía problemas con su hermano a causa de una herencia (¡cuántas veces las herencias han roto a las familias!). A veces los maestros de Israel dirimían en estas cuestiones. Jesús se niega a tomar parte; no es su cometido, no ha recibido esa misión ni de parte del Padre ni de los hombres. La misión de Jesús es llamar a seguir a Dios como lo primero y principal y a no poner el interés en el dinero o en otras cosas.

  32. La amonestación y el ejemplo de Jesús a sus amigos es el de no afanarse por las cosas materiales, porque «la vida vale más que el alimento y el cuerpo más que el vestido» (Mt. 6, 25). En un contexto escatológico Jesús aconseja: «Cuiden que no se emboten sus corazones , por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de esta vida...» (Lc. 21,34).

  33. La acumulación de los bienes materiales, la herencia, la fama, el poder, no entra en la escala de valores de Jesús. Él, en efecto, usa el problema de los dos hermanos para subrayar que la «vida no depende de los bienes» (v.15), aunque sean abundantes. La cuestión presentada le da pie a Jesús para hablar del uso de los bienes materiales, en concreto sobre la codicia, el ansia de tener y acaparar aquí en la tierra. Bien claro deja que no todo se compra con dinero. La vida no depende de los bienes.

  34. Lc. 12, 14- 21: Según su costumbre, también aquí Jesús enseña por medio de una parábola, en la cual nos presenta «un hombre rico» (v. 16), que no sabe qué hacer de sus bienes tan abundantes (v. 17). Este tal nos recuerda al rico epulónque todo encerrado en sí mismo no se acuerda de la miseria de Lázaro (cfr. Lc. 16,1-31).

  35. Es la parábola del hombre satisfecho: Todo le sale bien; el año había sido bueno y el trigo reventaba los graneros; hay que derribarlos y hacer otros más grandes. No falta de nada; a comer, beber y darse la gran vida. Esa es toda su meta, ese es todo su horizonte, en eso ha implicado toda su existencia.

  36. ¡Necio! ¿Eso te va a hacer vivir por toda la eternidad? Te van a pedir la vida y allí no puedes llevarte nada, no puedes comprar nada. Eras rico entre los hombres y entre ellos tenías prestigio y primeros puestos. Ahora sólo sirve haber sido rico ante Dios y para ello no hay que tener grande el granero sino el corazón.

  37. Ciertamente, que a este hombre rico no lo podemos definir como justo. Justo es aquél que, como Job, comparte con los pobres los bienes recibidos de la providencia de Dios: «porque socorría al pobre que pedía ayuda, al huérfano que no tenía a nadie. La bendición del que moría descendía sobre mí y en el corazón de la viuda infundía el gozo» (Jb. 29, 12-13).

  38. No es la riqueza en sí misma la que constituye la necedad de este hombre, sino su avaricia que revela su locura, necedad, pues él dice: «Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea» (v. 19). En su necedad él no cae en la cuenta que todo le viene dado por la providencia de Dios, no sólo los bienes, sino también la vida misma.

  39. Lo hace notar la terminología usada en la parábola: por una parte, la cosecha («Los campos […] dieron mucho fruto»: v. 16); y, por otra, la vida («esta misma noche te reclamarán el alma»: v. 20). El rico de la parábola es un hombre «necio» (v. 20), que tiene el corazón lleno de los bienes recibidos, sin acordarse de Dios, sumo y único bien.

  40. Él, «atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios» (v. 21).

  41. ¿QUÉ NOS DICE El Texto?

  42. El «rico necio» En tiempos bíblicos, era costumbre pedir a los rabinos que ayudaran en los asuntos de herencias entre hermanos, por lo tanto, la pregunta del hombre a Jesús es apropiada. Sin embargo, Jesús no la contesta y aprovecha la ocasión para continuar sus enseñanzas sobre la codicia. Para esto usa la parábola del «rico necio», necio porque pensaba que a mayor riqueza correspondía una mayor felicidad.

  43. El propósito de la parábola no es condenar las riquezas, sino dejar en evidencia la torpezade quien pone toda su confianza en éstas. Por último, la historia nos recuerda que la vida es un don gratuito de Dios y que sería tonto planearla como si tuviéramos la certeza de que va a ser larga y con mucha salud.

  44. Tres ideasque se destacan: - El rico de la parábola no es malo. Su pecado no está en ser rico, sino en no saber ser generoso con su riqueza. - El rico necio busca su seguridad en las posesiones materiales, cuando el verdadero tesoro está en liberarnos de nuestra avaricia. - La parábola usa cierta ironía al recordarnos que aún cuando podamos controlar nuestra vida con el dinero, no tenemos control alguno sobre nuestra muerte.

  45. Meditemos con el PAPA FRANCISCO: «Hoy me gustaría que todos nos preguntásemos sinceramente: ¿en quién ponemos nuestra fe? ¿En nosotros mismos, en las cosas, o en Jesús? Tenemos la tentación de ponernos en el centro, de creer que nosotros solos construimos nuestra vida, o que es el tener, el dinero, el poder lo que da la felicidad. Perono es así...

  46. ... El tener, el dinero, el poder pueden ofrecer un momento de embriaguez, la ilusión de ser felices, pero, al final, nos dominan y nos llevan a querer tener cada vez más, a no estar nunca satisfechos, y terminamos empachados, pero no alimentados y es muy triste ver una juventud empachada, pero débil. La juventud tiene que ser fuerte, alimentarse de su fe y no empacharse de otras cosas...

  47. ¡"Pon a Cristo" en tu vida, pon tu confianza en él y no quedarás defraudado! Miren, queridos amigos, la felleva a cabo en nuestra vida una revolución que podríamos llamar copernicana, porque nos quita del centro y pone en él a Dios; la fe nos inunda de su amor que nos da seguridad, fuerza, esperanza. Aparentemente no cambia nada, pero, en lo más profundo de nosotros mismos, todo cambia». (PAPA FRANCISCO: Homilía en la fiesta de acogida de los jóvenes. Paseo marítimo de Copacabana, Río de Janeiro. Jueves 25 de julio de 2013).

  48. Nos atrapa la avaricia Jesús no condena la posesión de riquezas. Dios Padre nos regala los bienes que poseemos, para que los disfrutemos, para que seamos felices. Sin embargo condena nuestra actitud mezquina con esos bienes que puso en nuestras manos. Lo que quiere el Señor que combatamos es la tendencia a ver el sentido de la vida en lo que poseemos.

  49. El pensar: soy lo que tengo. Si tengo más valgo más. Porque este pensamiento nos lleva a querer tener cada vez más. Nos dice Jesús: «La vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas» (Lc. 12, 15). En la mayoría de los casos, las cosas materiales no hacen más que tapar el vacío interior.

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